Noa Piñeiro – La República Cultural.es
Tras la cancelación de la última de sus fechas en la capital por parte del grupo catalán, eran muchas las ganas que tenía de ver a Enric Montefusco y sus chicos sobre el escenario con su propuesta Cenit.
He visto a Standstill actuar en diferentes ocasiones, con diferentes directos y en diferentes ciudades. Madrid, Barcelona o Vigo han sido algunas de las ciudades donde he podido disfrutar de su profesionalidad; y en todas estas ocasiones me he sentido dentro de una obra multidisciplinar, un "algo" entre teatro, magia y música que ha conseguido siempre hacerme sentir dentro de un cuento infantil melodramático, onírico y con un final trascendental, que en ocasiones, incluso ha llegado a ser doloroso, haciendo que en la actualidad haya canciones de la banda, que prefiera evitar porque me desestabilizan.
Hace unas semanas recibía, con sorpresa y leve tristeza, la noticia de la separación de la banda, a la par que recibíamos la fecha de su despedida sobre los escenarios de Madrid. Un único concierto en la Sala La Riviera (donde ya los había visto actuar con anterioridad) que pondría un punto y final a este idilio entre la capital madrileña y el grupo catalán.
Con la sala más que llena y las expectativas muy altas (las que ellos nos han marcado en anteriores ocasiones) Montefusco sube al escenario y la cosa pinta mal ya que empieza a poner excusas: “Se nos han roto dos pantallas, no vamos a poder hacer Cenit”, “estoy medio afónico”, “parte del grupo está enfermo”,… Son algunas de las frases que traslada al público expectante.
El concierto se desarrolló de manera lineal, así sin que podamos ver el show por el que el público había pagado, repasan algunas de las canciones de sus tres últimos álbumes Vivalaguerra, Dentro de la luz y Adelante, Bonaparte, pero no transmiten la emoción a la que nos tienen acostumbrados. ¿Será que ya no sienten esa ilusión por lo que hacen? Y no hablo de calidad musical, sino de calidez. Esa calidez envolvente, esa bruma severa y sólida que solían transmitir en cada uno de sus conciertos.
Es doloroso ver como el idilio que el público ha tenido durante muchos años con la banda, se desvanece, Enric Montefusco transmite la "falta de ganas".
Varios bises siguen sin despertar la emoción que se espera de la banda y del público. Mirando las caras de soslayo, el público de la primera fila no se encuentra "dentro de la luz" o, yo al menos, estoy totalmente fuera.
Lágrimas del cantante al despedirse (¿de verdad o de cocodrilo?) para cerrar la cita con una versión un tanto rumbera de Adelante, Bonaparte. Sin duda no esperamos un final de fiesta con este tema (ni esta versión) y todos esperamos que vuelvan para poner la guinda a un pastel con sabor agridulce, pero no vuelven y el sabor se vuelve más y más amargo.
Fin de la primera parte. ¿Volveremos a verlos tocar juntos? Salgo con una sensación de desamor bastante pronunciada, que me sigue arrastrando durante el día de hoy.