Menú
laRepúblicaCultural.es - Revista Digital
Inicio
LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital
Síguenos
Hoy es Viernes 29 de marzo de 2024
Números:
ISSN 2174 - 4092

La generación no lo era todo, querido J.K. - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

A la hora de enterarme de tu muerte, querido Javier Krahe, debo resumir necesariamente en mi cabeza la figura que ha supuesto y supone para mí todo un núcleo de personas que, coherentes con sus ideas, se mantuvieron hasta el final contra viento y marea. Lo que para mucha gente supuso el “famoso” LP de La Mandrágora, tiene tantas vertientes como públicos, porque la realidad es que unos pocos fueron afortunados de vivir desde dentro o en un círculo muy próximo la creación y difusión de esa colección de canciones. Entre tanto, otra gente, el público de aquel momento que esperábamos ávidos de escuchar algo inteligente y de calidad, explorábamos la música y los libros (principales vehículos de entonces) para ser capaces de vivir y comprender aquel cambio que nunca llegó. Por eso pongo famoso entre comillas, porque al final ¿qué fama fue aquella?

república, cultural, revista, digital, música, obituario, Javier Krahe, La República Cultural

La generación no lo era todo, querido J.K.

El compromiso de Javier Krahe fue más que músical

Javier Krahe
Ampliar imagen

Javier Krahe

Una instantánea de archivo de Javier Krahe en uno de sus conciertos

Javier Krahe
Ampliar imagen
Javier Krahe

Una instantánea de archivo de Javier Krahe en uno de sus conciertos

DATOS RELACIONADOS

Julio Castro – La República Cultural

A la hora de enterarme de tu muerte, querido Javier Krahe, debo resumir necesariamente en mi cabeza la figura que ha supuesto y supone para mí todo un núcleo de personas que, coherentes con sus ideas, se mantuvieron hasta el final contra viento y marea.

Lo que para mucha gente supuso el “famoso” LP de La Mandrágora, tiene tantas vertientes como públicos, porque la realidad es que unos pocos fueron afortunados de vivir desde dentro o en un círculo muy próximo la creación y difusión de esa colección de canciones. Entre tanto, otra gente, el público de aquel momento que esperábamos ávidos de escuchar algo inteligente y de calidad, explorábamos la música y los libros (principales vehículos de entonces) para ser capaces de vivir y comprender aquel cambio que nunca llegó. Por eso pongo famoso entre comillas, porque al final ¿qué fama fue aquella?

Luego están los de siempre, quienes treinta años más tarde tienen esa limitada capacidad de decir términos como “divertido y luchador” de corrido, sin saber a qué se refiere, sin conocer o querer recordar aquellos años, que torcieron voluntades con alicates o con troqueles, es decir, bien extorsionando desde el poder, bien fabricando dinero desde la trastienda capitalista.

Javier supuso para la música y para nuestra sociedad mucho más que los temas más completos de La Mandrágora, o el Cuervo ingénuo que censuró el “Hombre blanco con legua de serpiente”, quiero decir, el PSOE de Felipe González. Krahe supuso para mucha gente (los que le escuchamos antes durante y que le escucharemos después) el símbolo de un mensaje contra el poder: “hay que hacer lo que se piensa, y luchar por lo que se cree”. Y el símbolo del mensaje del poder: “nunca más podrás hacerlo”.

Contra esta última y repugnante idea de nuestro sistema ha luchado hasta sus 71 años de edad, viviendo como quería o como le permitía vivir este sistema. Hace apenas unas semanas, paseando por el entorno de la calle Huertas de Madrid, lugar donde recalar aún hoy día alguna buena gente de la música, nos fijamos en que actuaba, como otras veces en el Café Central, porque nunca ha dejado los escenarios, ni los escenarios se atrevieron a abandonarle, por más que haya sido difícil la aventura económica de mantener los principios ideológicos.

Y ha habido muchos tiempos y pasajes políticos en este país, o tal vez sólo uno. Pero le recuerdo en pequeños y grandes locales, en el ya inexistente ambigú del Teatro María Guerrero, hoy convertido ¡paradojas de la vida! en la “sala princesa” del CDN. Pero la constancia de la Sala Galileo Galilei, y de los cafés concierto de Madrid permitieron la supervivencia de su música y de él. Unido a la enorme aventura del sello 18 Chulos, que acabó por convertirse en otro referente de la discografía independiente de nuestro país, generaron el empeño por demostrar que “sí se puede”, y de la solidaridad con artistas que en este país hubieran desaparecido sin un pequeño apoyo para comer. Porque la solidaridad era una parte de la supervivencia, y hoy lo sabemos y lo vivimos la mayoría, pero gran parte de los artistas de este país lo han pasado así siempre.

No quiero dejar de citar a nuestro compañero Javier Álvarez, cuando hace unos años escribía en nuestra revista: “Le gusta esa imagen de artista vividor y perezoso, pero, aunque sus canciones resulten tan espontáneas, son la conclusión de un largo y esforzado proceso de trabajo, donde la rima y la métrica juegan un papel tan importante como la ironía. Añádase luego a la mezcla un poco de excentricidad, situaciones un tanto hilarantes y un cierto y castizo surrealismo y la receta del maestro estará lista para tomarse. Cuidado, se sube a la cabeza”. Se sube ¡y cómo la deja!

Sólo en países tan pobres como el nuestro se puede enjuiciar a un autor por cocinar un crucifijo, esperando a que resucite a los tres días. Una función de Krahe y su vaso de whisky junto a la banqueta, son un buen homenaje: la primera no podrá ser, pero en cuanto pase un rato, saldré a darme el placer de la segunda, a brindar por el autor “crucificado” por ateo y blasfemo.

Me duele escuchar hoy un presunto programa de música en Radio 5, en el que se pretende ligar el éxito de Krahe al de otros que se vendieron una y mil. No digo que me sorprenda, porque los niveles ya están en números negativos, digo que duele. Y porque la generación de Krahe no lo era todo, y porque una edad no significa nada, salvo unas fechas, y compartir escenario tampoco. La gente auténtica se forja en el día a día y el valor está en demostrarlo, no en pegarse a la piel del otro cuando ya fue reventada: ahí, los camaleones no pueden absorber los colores del dolor.

Por eso no puedo dejar de hacer en mi casa el recorrido de su música, que ha inspirado y forjado a mucha gente, aunque esto aún hasta hoy esté en la sombra, y apenas se conozca. Y aunque no he tenido la cercanía personal de este enorme de nuestro entorno y nuestra cultura, no dejo de tenerle al mismo nivel de amig@s a quienes admiro por comportarse o haberse comportado con su coherencia y su fidelidad en el escenario y en lo personal.

Gracias Javier Krahe, ¡hasta siempre Cuervo!, aquí, quedamos l@s ingénu@s.

Alojados en NODO50.org
Licencia de Creative Commons