Julio Castro – La República Cultural
Lilith descubre su cuerpo, se pone en pie, encuentra su sexo y lo comprende, cuando una voz le indica dónde se encuentra ella, y la conmina aguardar a su Adán, porque aunque proceden del mismo barro, él está aún secando en el horno.
Mamen Agüera persiste en trabajar sobre el mito del Eden, así que, en esta ocasión ha decidido venderlo por parcelas, como lugar de asueto. Es que la crisis llega a todas partes, y las promotoras de vivienda de vacaciones andan fatal. Es a partir de ese planteamiento, que la autora y coreógrafa, única en escena, desarrolla todos los personajes femeninos que se implican en esta tragedia de mujeres.
La autora no juzga ni condena a Lilith ni a Eva, se limita a evidenciar los textos y la tradición, para mostrar la incongruencia y el desfase de nuestro mundo actual, ante el discurso sobre la “mujer teórica”, frente a lo que “se espera” de ellas, generando un oxímoron dentro del desarrollo de su personaje, al introducirlo falsamente en esta realidad. Aquí se juega con la imagen, el movimiento y el simbolismo, pero tampoco se ha querido desaprovechar la aparición de dioses y adanes en mensajes o conversaciones proyectadas.
Coreografías que asumen el proceso de crecimiento y cambio en los personajes de la autora e intérprete, se intercalan con la parte más teatral y textual, pero también, como explicaba con las proyecciones de personajes masculinos con quienes interactúa.
Para subrayar el traslado de ese mito tan asumido acerca del Edén y el papel femenino vinculado a la desgracia, hasta la actualidad, los personajes juegan con elementos modernos, ya sea el teléfono, el contestador o la videoconferencia. A través de la parodia se alcanza la crítica, pero también en el enfrentamiento de imágenes de texto y situaciones, o del juego con los elementos. Así que Lilith tomará el camino de la libertad con sus zapatos nuevos, mientras exclama “pies para qué os quiero si tengo alas para volar”, en una clara referencia a Frida Khalo, donde se unen la inmovilidad física de la artista y el desarrollo de su imaginación artística, frente a la necesidad de luchar contra unas realidades inevitables, como el de la marginación por ser mujer y la acción frente a ello por medio de su arte y la crítica política, que acaba influyendo en la literatura.
El descenso de Lilith tampoco es sencillo, sino que se aplica a traer otras realidades de actualidad social, como la violencia contra l@s ciudadan@s desde el Estado “cachearé a tus hijos e hijas delante de los otros para humillarlos”, dice Yahvé “serán extranjeros en su propia tierra”. Y de nuevo juega al doble sentido, porque aunque se acompañará de un video de Toma la Calle sobre la violencia policial, el mensaje parece apostar por la situación invertida de palestinos e israelíes (muy al caso con el entorno tratado).
La Reina Madre, que es la compañía que encabeza Mamen Agüera, comenzó a diseñar esta Lilith hace un tiempo, y ya la mostraba en su trabajo en común con Lucía Marote y Verónica Garzón en 2012 (ver Tres mujeres tres). No concibe a esa idea de “primera mujer" como alguien débil y víctima de un todopoderoso varón, sino como una luchadora que se ha transformado en el ideario de lo demoníaco en lo femenino, algo a reprimir y combatir. Frente a esto, sencillamente muestra un camino de libertad, independencia e iniciativa, donde muchas cosas le son indiferentes. Es muy interesante, entre otras cosas, la idea que utiliza con los zapatos que representan a prototipos de mujeres y a ideas preconcebidas, como parte del equipaje de Eva, y que me recuerda en parte a la imagen con la que en su momento jugaba Silvina Rodríguez con su Caperucita.
Tras el proceso de construcción de esa Lilith, llega el de incorporar a su Eva, que llega al Edén para arreglar el estropicio creado por su predecesora, solo que esta no es del mismo barro, y estará sometida a la voluntad dominante de un Adán que sólo trata de imponerse, como herramienta divina. Insisto, no hay condena a esa Eva, ni juicio siquiera, porque en definitiva, ambas son causa de un papel creado para ello. La diferencia reside en la voluntad coartada o la que se genera libre. Entre tanto, habrá un desahucio en el Edén.