Eliane Hernández Montejo – La República Cultural
La melodía de El hombre que sabía demasiado te envuelve nada más pisar la sala. Y aunque seguramente no se trate de la banda sonora más emblemática de las películas de Alfred Hitchcock, no hay duda de que es una pieza clave en la trama, además de ser de las más recordadas por el público hispanohablante por el “Qué será será” del estribillo, y que da título a la canción.
Una de las características principales de Hitchcock como creador es, precisamente, que cuidaba y controlaba cada uno de los detalles de sus películas. Así, para lograr transmitir su concepto personal con cada una de ellas, además de rodearse de los mejores colaboradores, se encargaba de supervisar el trabajo de todos ellos, desde los guionistas hasta los técnicos, pasando por los creadores de los títulos de crédito, los compositores, los diseñadores de decorados y vestuario, y, por supuesto, los actores.
Pensar en el director británico lleva invariablemente a recordar las interpretaciones de James Stewart y Cary Grant en cuanto a papeles masculinos se refiere, y Tippi Hedren y Grace Kelly para encarnar su ideal de mujer. Y es que, al margen de su controvertida relación con una de ellas, está claro que la elección de determinadas actrices es una de las claves del éxito de sus películas.
Eso, sin contar con su especial dedicación a la hora de publicitar sus obras. En el caso de Psicosis, que se realizó con dinero de Alfred Hitchcock, el director aparecía en el tráiler advirtiendo: “No desvelen el final, es el único que tenemos”. Pero no solo eso, ya que los carteles que la anunciaban pedían que no se contase quién era el asesino, se indicaba expresamente en los mismos que nadie podría entrar en la sala una vez iniciada la película, y hasta se llegó al punto de establecer las sesiones con horario fijo, en lugar del continuo como era el habitual.
Su intención no era solo lograr un gran éxito comercial, sino poder actuar sobre el público. Porque, tal y como explicó: “En Psicosis el argumento me importa poco, los personajes me importan poco; lo que me importa es que los trozos del film, la fotografía, la banda sonora y todo lo que es puramente técnico hacían gritar al público”. Y esa perfecta unión de todos los elementos internos de la película con el único objetivo de emocionar al espectador es lo que consiguió que la escena de la ducha sea una de las más conocidas de la historia del cine. Es posible que alguien no haya visto Psicosis, pero todos sabemos que esperar cuando vemos a Janet Leigh con ese fondo de azulejos blancos.
Quizás por eso la exposición de la Fundación Telefónica haya decidido darnos la oportunidad de atravesar una cortina blanca y adentrarnos en una estancia cuyas paredes están recubiertas por esos característicos azulejos. Para que podamos dejar resbalar nuestra mano por ellos, aunque sin agua de por medio. O, quizás, solo sea un guiño más al ingenio creativo del director, como la instalación creada a partir de distintas tomas de una maqueta con aves pintadas, similar a la utilizada en Los pájaros, en la que el visitante puede adentrarse para sentirse como Tippi Hedren, pero sin ningún peligro real. Aunque, tal vez, solo se trate de un pequeño ardid, con el que atraparnos, sin que nos demos cuenta, en el peculiar universo de Hitchcock.