Julio Castro – La República Cultural
Llego a la plaza de Oriente, hay un pequeño jaleo organizado por militares, ensordeciendo con sus trompas y demás de la banda, allí pegados al palacio absoluto. No entiendo nada, porque Isabel Romeo me ha dicho que habría unos montajes de Mey-Ling Bisogno y su equipo de danza esas tardes isidriles, pero pronto queda claro el asunto.
En medio de la plaza, junto a los jardines, hay una tarima, donde los taikos de Isabel por un lado, y la electrónica y percusión del maestro Ghersa por el otro, aguardan flanqueando algo muy distinto a un ejército: el ayuntamiento de Madrid había informado de lo que se iba a celebrar, pero… Patrimonio Nacional hace lo que le parece, como siempre. Y ya sabemos a quienes pertenece la plaza de Oriente.
En fin, anécdotas (molestas) aparate, con unos 20’ de retraso logran hacer la mayor parte de su espectáculo en abierto, para un montón de público ajeno a charangas, uniformes y chanzas de otras épocas. Suena la música, atruenan los taikos, Diana Bonilla, Aiala Echegaray, Gonzalo Peguero y Alejandro Moya están formados en el centro: arranca Nos(otros), comienza el espectáculo.
Un montaje extraído de secuencias de Manga y de Tokyo dream, desarrolla un potente espectáculo en el que, como ya es habitual, el movimiento va unido a la fuerza de la música, que logra que cualquiera se vea mezclado con la acción del grupo de intérpretes, porque no parece haber más opciones que sentirse en medio del escenario.
Siempre hay belleza, espíritu de impacto, cuidado en el movimiento, perfeccionismo y delicadeza en los trabajos de la compañía de Mey-Ling, pero nunca se descuida la energía que fluye entre sus componentes y que se transmite al público. El contacto fluido y bien trabajado de sus componentes recoge una vez más el espíritu de la coreógrafa.
Una pieza breve que, sin embargo, impacta sin remedio.