Eliane Hernández Montejo
Hablar de magia es hablar de Harry Houdini. Es posible que, dependiendo del país en el que te encuentres o del mayor o menor interés en el tema, alguien pueda conocer o no a Juan Tamariz, David Copperfield, o René Lavand, sin embargo, Houdini ostenta por derecho propio el título de mago más famoso de todos los tiempos.
El conocido escapista empezó su carrera trabajando en ferias, sin embargo su capacidad de adaptación le llevó a convertirse en el mayor exponente de la magia moderna trasladando su espectáculo a teatros y eventos de mayor envergadura, tal y como había hecho con anterioridad el ilusionista que sirvió de base para su nombre artístico, Jean Eugène Robert-Houdin.
Además, en una época en la que el espiritismo estaba en pleno auge y muchos magos decían poseer poderes paranormales como explicación para sus trucos, Harry Houdini basó su concepción de la magia en una innovadora conjunción de puesta en escena y novedades científicas y tecnológicas. Dedicando tiempo y esfuerzo tanto a su preparación física, para poder hacer frente a los distintos retos que él mismo iba planeando; como al estudio de los trabajos relativos a la ilusión óptica, que concluirían en la asombrosa desaparición de una elefanta durante sus funciones; sin olvidar perfeccionar sus dotes como comunicador y publicista, convirtiendo así la promoción de sus apariciones un nuevo tipo de espectáculo.
La exposición Houdini. Las leyes del asombro está dedicada al análisis de cada una de esas facetas que caracterizaron la carrera del gran ilusionista, desde algunos de los primeros juegos de magia hasta los grandes trucos realizados por Houdini, pasando por una réplica exacta de la camisa de fuerza que utilizaba, algunos de sus carteles promocionales y de los artículos de prensa en los que apareció, los aparatos de gimnasia que se utilizaban en esa época o una mágica sala de espiritismo.
Y es que, en su afán por desenmascarar a ocultistas y médiums, que le llevó a enfrentarse con el que hasta entonces era un gran amigo, Arthur Conan Doyle, el mago llegó al punto de establecer un código secreto con su mujer, Beatrice Rahner. Houdini le prometió que intentaría por todos los medios comunicarse con ella una vez muerto, en el caso de que eso fuera realmente posible, y ese código sería la forma de que ella supiese que efectivamente se trataba de un mensaje de su parte.
Durante diez años Beatrice realizó sesiones de espiritismo para intentar establecer ese contacto, y a pesar de que ella se dio por vencida, y de que la verdadera intención del ilusionista era demostrar sus tesis sobre el tema más allá de toda duda, algunos de sus seguidores siguen realizando esas sesiones todos los años en el aniversario de su muerte, el 31 de octubre.