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En Capitalismo: una historia de amor, Michael Moore denuncia los crímenes de su país - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Las causas de la maldad y perversidad del sistema capitalista desde el mismo epicentro de su actividad, es mucho más efectivo que culpabilizarlo desde fuera o desde enfrente. Por eso me parece que, una vez más, Michel Moore da en el clavo de nuevo, y nos sorprende con su última producción que, bajo el título "Capitalismo: una historia de amor" (Capitalism: a love story, 2009), desbroza los crímenes del sistema que rigen la potencia y prepotencia de los poderosos de su país, casi desde los orígenes de la conceptualización de este sistema económico como definitorio para Estados Unidos, hasta este mismo momento.

En Capitalismo: una historia de amor, Michael Moore denuncia los crímenes de su país

Un documental fundamental para comprender de forma sencilla la crisis y el futuro

Capitalismo: una historia de amor
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Capitalismo: una historia de amor

"Están ustedes detenidos", les dice Moore por el megáfono a los del banco.

Capitalismo: una historia de amor
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Capitalismo: una historia de amor

Michael Moore le explica a un policía que tiene que entrar en el banco con él para detener a los directivos y recuperar el dinero robado a los estadounidenes.

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DATOS RELACIONADOS

Título original: Capitalism: A love story
Dirección y guión: Michael Moore
Fotografía: Dan Marracino y Jayme Roy
Música: Jeff Gibbs
Montaje: Conor O’Neill, John Walter, Jessica Brunetto, Alex Meillier, Tanya Meillier, Pablo Proenza y T. Woody Richman
País: Estados Unidos
Año: 2009.
Duración: 126’
Producción: Michael Moore y Anne Moore
Distribuidora: Alta Classics

Julio Castro – La República Cultural

Las causas de la maldad y perversidad del sistema capitalista desde el mismo epicentro de su actividad, es mucho más efectivo que culpabilizarlo desde fuera o desde enfrente. Por eso me parece que, una vez más, Michel Moore da en el clavo de nuevo, y nos sorprende con su última producción que, bajo el título Capitalismo: una historia de amor (Capitalism: a love story, 2009), desbroza los crímenes del sistema que rigen la potencia y prepotencia de los poderosos de su país, casi desde los orígenes de la conceptualización de este sistema económico como definitorio para Estados Unidos, hasta este mismo momento.

Hay tres cosas que me hacen reafirmarme en el valor de este hombre y de su trabajo: la primera es la forma de declararse enemigo de los criminales económicos que controlan su país, la segunda es que, mucho me temo, que no se fía ni un poquito del nuevo presidente Obama, y por eso deja en el aire algunas sugerencias que (estoy seugro) le llevarán a generar el próximo documental o el siguiente. Pero, sobre todo, la tercera cuestión: trabaja con un lenguaje que desciende casi en todo lo posible, hasta la comprensión de cualquiera que no tenga nivel alguno en cuestiones económicas, para comprender dónde reside el delito y los crímenes del capitalismo, las raíces de la actual crisis y las maniobras que hicieron los poderosos de Estados Unidos para dejarnos a todo el mundo con una mano delante, otra detrás y la boca abierta.

El trabajo de documentación es impecable, y no se limita a recolectar y exponer como hacen algunos, sino que se empeña en que le queden claros los términos como “capitalismo” y “libre empresa”, y ya de paso, toca otros como la democracia y la Constitución de los Estados Unidos. No se resigna al “porque sí” y, de esta manera, llega al espectador. Peca tal vez de ir un poco deprisa en algunos momentos, por lo que alguien puede quedar rezagado, pero en general retoma enseguida el hilo argumental.

Continúa con sus viejas obsesiones con el tema de las pistolas y escopetas en las casas (aunque lo deje caer tan sólo en dos ocasiones de refilón), y no deja pasar las cuestiones relacionadas con la guerra y ciertas conexiones con la economía de libre mercado que enriquecen a los banqueros y magnates yanquis.

Desde el principio tiene dos líneas argumentales que va entremezclando: los desahucios abusivos en Estados Unidos tras los préstamos abrumadores al pequeño consumidor, y la caída de la General Motros, sus causas y sus consecuencias. En definitiva: los orígenes de la crisis actual en el mundo.

Cuando inicia su argumento, su peculiar tono humorístico/sarcástico es predominante y lleva a muchas risas del público, que, pese a mantenerse, van amainando a medida que se comprende que la cosa no tiene “puta gracia”, porque estamos hablando de cómo se han hundido las economías del mundo, cómo se han quedado sin hogar millones de ciudadanos del mundo y cómo los bancos han sacado y siguen sacando beneficio de ello.

Frente a esta situación, otra mucho más esperanzadora: la rebelión de los pueblos. No debemos esperar una gran revolución, pero Moore recoge diversos enfrentamientos que el pueblo estadounidense ha ganado, en el ámbito laboral y en el del desahucio de sus hogares. Son pequeñas chispas que pueden encender esa hoguera, que el mismo cineasta alienta de principio a fin, con causas fundadas, porque, como dice al final: él no va soportar vivir así, “y no me pienso marchar”.

El film recoge imágenes documentales desde principios del siglo XX hasta la actualidad, pero también declaraciones actuales, incluso de políticos y gente del mundo de las finanzas (alguno amenazado de muerte por los magnates, por haber revelado lo que hacían) y, por fin, como no podía ser menos, los pequeños gag del propio Michael Moore, acudiendo a los bancos a realizar una detención ciudadana de los directivos o a exigir la devolución del dinero del pueblo estadounidense. Pide consejo a las puertas de Wall Street y uno de los que salen por la puerta le grita: “sí, que dejes de hacer películas”. Y es que cada vez es más molesto para el capitalismo. En General Motors no le dejan ni entrar los de seguridad (en los bancos tampoco, claro) y lamenta especialmente, lo que ha supuesto la destrucción de la GM en su pueblo natal, donde el desempleo se ha reconvertido en un montón de trabajadores que ahora se encargan de expedir las cartas de desahucio al testo del país, a nombre de los bancos que les dejaron sin sus fábricas.

En fin, no deja títere con cabeza y, pese a que apuesta por el cambio, no parece fiarse ni un pelo del presidente que ha sido financiado en su campaña por los propios especuladores. Y para remate, utiliza a la iglesia católica (en un país que tanto se rinde ante las creencias religiosas) para demostrar que las instituciones religiosas están también en contra del capitalismo y lo consideran crimen y pecado a la vez. La pregunta no es “¿por qué sigue funcionando?”, la pregunta es “¿cómo sigue vivo este hombre?”

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