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El caníbal, de Juan Terranova - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

“El espíritu de la novela es el espíritu de la complejidad”, afirma Milan Kundera hablando del arte de la novela, ensayo en el que también cuestiona el futuro y posicionamiento de la novela en la sociedad de las prisas, esa que rechaza el pasado y reduce el tiempo al único segundo presente. Metida en este sistema, continúa el escritor polaco, “la novela ya no es obra (algo destinado a perdurar, a unir el pasado al porvenir), sino un hecho de actualidad como tantos otros, un gesto sin futuro”. La novela, por tanto, se encuentra en un mundo que ya no es el suyo, lo que ratifica o trata de polemizar un representante de la nueva oleada de escritores argentinos, Juan Terranova, a los que editoriales (Ediciones Baladí) con aires renovadores y ganas de ofrecer algo diferente al déjà vu continuo del mercado han dado su voto de confianza, con una edición cómoda, manejable y atractiva.

El caníbal, de Juan Terranova

La ficción de la realidad o la realidad de la ficción

El caníbal
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El caníbal

Portada del volumen de Ediciones Baladí.

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El caníbal

Portada del volumen de Ediciones Baladí.

DATOS RELACIONADOS

Título: El caníbal
Autor: Juan Terranova
Editorial: Ediciones Baladí, S.L.L. sección: Cruzando el charco
Páginas: 140
Fotografía de cubierta: Virginia Berges
ISBN: 978-84-937661-0-8
Precio: 17€

Blanca Vázquez - La República Cultural

El espíritu de la novela es el espíritu de la complejidad”, afirma Milan Kundera hablando del arte de la novela, ensayo en el que también cuestiona el futuro y posicionamiento de la novela en la sociedad de las prisas, esa que rechaza el pasado y reduce el tiempo al único segundo presente. Metida en este sistema, continúa el escritor polaco, “la novela ya no es obra (algo destinado a perdurar, a unir el pasado al porvenir), sino un hecho de actualidad como tantos otros, un gesto sin futuro”. La novela, por tanto, se encuentra en un mundo que ya no es el suyo, lo que ratifica o trata de polemizar un representante de la nueva oleada de escritores argentinos, Juan Terranova, a los que editoriales (Ediciones Baladí) con aires renovadores y ganas de ofrecer algo diferente al déjà vu continuo del mercado han dado su voto de confianza, con una edición cómoda, manejable y atractiva.

En El caníbal, novela corta y dinámica y sin embargo reflexiva y algo contundente, el porteño de 35 años Juan Terranova, habla y mucho de literatura, en un juego metaliterario que oscila entre la ficción y la realidad, guiñando un ojo al lector con sus travesuras narrativas. El autor se sirve de una pequeña trama entre escritores y editores para abrir un debate que, recalcamos, no es nuevo, ¿qué pinta la literatura en la sociedad de las mil pantallas?. Mediante el uso de un duelo dialéctico, algo que nos recuerda a la literatura consolidada, el Mann de La montaña mágica, o Márai en El último encuentro por poner dos ejemplos rápidos. ¿Podemos deducir a través de las reflexiones, breves pero certeras, de Terranova que el espíritu profético de la novela del XIX cede su lugar al espíritu elegíaco de la novela del XX, como afirman otros autores (Luis Gonzalo Díez)? ¿Y el espíritu de la novela del XXI? ¿Huele, tal vez, a estridencia, escatológico, voyeurismo, corriente renovadora, zona de incertidumbres y desasosiegos?. Las dudas y mirada escrutadora, crítica en todo caso con añejas certidumbres literarias, sobre la ficción literaria en la actualidad del “se lee poco” (versus la ficción desarrollada por los mass media) hacen que este autor argentino, como hacen asimismo Alan Pauls, Ricardo Piglia, Martín Kohan o Rodrigo Fresán, nos muestren el camino (alejado por favor del realismo mágico) de la nueva literatura latinoamericana. Escritores de estilo único, personal y posmoderno, que dejan abiertos interrogantes, pero que en ningún caso apuntan a una literatura Light (al menos algunos) ajustando a la actualidad la labor de novelar, desde que se afianzó en la Edad Moderna.

A Terranova lo situamos por obras más cercanas en el tiempo como El pornógrafo, 2005, o la más reciente “Mi nombre es Rufus”, 2008, y sin embargo resulta interesente acercarse a una de sus primeras obras, El caníbal que data del año 2002, porque ya despunta su osadía interrogativa a través de ricos diálogos dando como resultado una novela que gustará a todo a aquel que huya de la simpleza que la narrativa de folletines nos está deparando. En una trama en la que dos escritores, un profesor universitario (sosias del autor) aspirante a novelista y un escritor de renombre y nombre Villegas aunque algo falto de inspiración a quien le gusta ser un fracasado mantienen un debate que ya desde la primera página marca su epicentro: “-¿Entonces se acabó la literatura?”. Entre diálogos tan elucubrantes, introduce el autor recortes de diversos diarios argentinos sobre sucesos varios y para sorpresa de algunos que no tenemos costumbre de leer tales secciones de los mass media, verídicos. Como dice el dicho, a veces la realidad supera la ficción, y de ahí parte Terranova al proclamar que la gente ya no lee ficción literaria, pero leer, leen: chismes, sucesos, ficciones económicas, etc. Es decir mierda sensacionalista de titulares escandalosos. El artificio al diario (y hoy por hoy la Tv, Internet, teléfonos móviles…) le funciona, dice Terranova en boca de Villegas para conformar la forma que está adquiriendo su nuevo y esperado libro: “Villegas describe su libro como la única metáfora importante del siglo XX, el triunfo del desenfreno pagano, orgiástico y ritual sobre el símbolo máximo de los residuos de la Edad Pre-Moderna”.

Entre los encuentros de ambos escritores aparece también la figura del editor Marconi, momento que aprovecha Terranova para asentar la poca capacidad regenerativa de muchas editoriales, que no dan voz a los autores nuevos, porque no venden. Entre medias, la crisis argentina de comienzos del milenio y los mitos Argentinos, el cuestionamiento de la llamada intelectualidad, una larga parrafada acerca de las contradicciones de la TV: “la enorme cuota de irracionalidad de la TV está en relación directamente proporcional a la irracionalidad del hombre”.

En resumen, ¿el nuevo se comerá al viejo al estilo Mankiewicz en Eva al desnudo? El caníbal se come a su igual, se come a sí mismo, dice Villegas en una respuesta epistolar final. La posibilidad de escrituras alternativas y ficciones no domesticadas que abren nuevos caminos a los cansados lectores, he aquí lo que expone Terranova, y lo hace con la inserción en ocasiones de una jerga y expresiones autóctonas que nos sorprenden gratamente: “Si se larga a llover; como si fuera un brujo tirando un gaulicho; Pero no es un pichi. La zafa bien; Un quilombo, la puta madre…" . En definitiva quizá estemos ante un ready-made sobre el trabajo previamente tallado por los diarios. Algo de lo que curiosamente el poco cine noir español de los años 50 y 60 sabía bien, pues de las páginas de sucesos sacaba su (censurado) lustre dramático.

Pocos reparos puedo poner a un texto tan sutilmente afilado, a excepción de los numerosos recortes de prensa, algunos largos en extremo, intercalados en la ficción, lo que provoca un resquebrajamiento del ritmo de lectura. Acabamos con una máxima del autor, ¿Dónde van los libros cuando mueren?. A mi se me ocurre que quizá ¿al misterioso agujero negro, esa región finita del espacio-tiempo?.

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