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Cuarta Pared: “queremos hacer un teatro que no sea parte de la cultura del ocio, sino que trascienda” - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

"En estos últimos años, en que uno se plantea qué pasa con la crisis, en un sitio como España, donde la Cultura depende mucho del dinero público (no sólo por las subvenciones, sino porque, por ejemplo, quien contrata para giras y demás son Ayuntamientos), es un período en que nos estamos replanteando nuestra propia actividad. Afortunadamente tenemos un volumen alto de recursos propios, de dinero que viene directamente fuentes diferentes a las ayudas públicas, viene de alumnos, taquillas, giras…, pero es muy difícil realmente. A veces pienso que una empresa informática con 50 empleados generaría miles de millones de beneficios al año, mientras que aquí, cada mes nuestro objetivo es intentar llegar al final y pagar todas las nóminas". "Las salas alternativas tenían un componente muy claro reivindicativo al principio, donde se reivindicaba una manera de hacer teatro diferente. No era una manera tanto estética, como un tipo de propuesta, que apostaba por la continuidad, los procesos de trabajo, en lugar del éxito efímero o la gente que se juntaba en un momento dado y se volvía a separar después, sino una apuesta por la permanencia y por la generación de un estilo teatral. En nuestro caso es importante también la persistencia en el tiempo para ir generando un estilo teatral que la gente ha ido reconociendo. Y aunque con el tiempo se ha ido hablando de teatro contemporáneo, de en qué medida las salas alternativas son o no alternativas ya (o en qué medida hay muchas salas pequeñas que no son alternativas, que también es cierto, pero que se han unido al rebufo de la necesidad de un espacio para mostrar su trabajo -algo muy lícito- pero que carecen de ese componente de las salas pioneras)…"

Cuarta Pared: “queremos hacer un teatro que no sea parte de la cultura del ocio, sino que trascienda

Salas Alternativas de Madrid: entrevista al director Javier G. Yagüe

Javier García Yagüe
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Javier García Yagüe

El director de Cuarta Pared en la entrada de la Sala.
Foto: Julio Castro.

Sala Cuarta Pared
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Sala Cuarta Pared

El fondo de paredes desnudas de la Sala desde el graderío.
Foto: cortesía de Cuarta Pared.

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Julio Castro – La República Cultural

La sala Cuarta Pared cumple un cuarto de siglo en esta temporada 2010-2011 y, seguramente, nadie hubiese apostado por ello cuando sus creadores pusieron en el madrileño barrio de Embajadores su semilla para edificar esta sala alternativa, en un momento donde, si hoy es el teatro es complicado, era bastante más difícil, ya que se trataba de abrir un camino sin arar, sin apenas pisar.

Hoy día hablamos de un lugar de encuentro y de un referente para el teatro y la creación, de un edificio de la ciudad y del barrio que son un símbolo de la historia, con sus integrantes, ellos y ellas, que cada día y cada noche están “al pie del cañón” para crecer a la vez que hacen crecer el teatro, en vez de crecer económicamente, como exigiría un proyecto meramente empresarial.

Desde que me vengo dedicando al seguimiento habitual de su programación, hay varias características que me han hecho “clasificar” esta sala y a sus “morador@s”. Por una parte, creo que tienen una programación de calidad en un espacio en el que pueden permitirse la comodidad del desarrollo escénico, por su tamaño y por sus características (lo cual no se construye en un año), y la profesionalidad hace que, fuera de festivales ajenos y demás zarandajas de la vida local (que puede introducir variables poco controladas), su programación tenga nivel elevado (esto tampoco se puede construir en un momento, pero el criterio de los responsables es determinante). Por otra parte, y al margen de la amabilidad del trato profesional de la sala, hay una importante característica y es la de contar con un personal eminentemente compuesto por mujeres, no sólo en la parte cara al público, sino en el conjunto total, y estoy convencido de que esto marca una diferencia en las formas, en la gestión y en los resultados. Sea como fuere, se trate del personal de gestión de este teatro, de su administración, o aquel que pertenece a la escuela y de cualquier otro ámbito (entre todas aquellas personas que he conocido -son unas 50 en total-), creo que además de grandes profesionales, son gente encantadora a la que le gusta lo que hace. Esto último, probablemente, es una constante generalizada a muchas salas y a la mayoría de la gente que trabaja en ellas, pero en este caso, con una plantilla bastante mayor, con una producción más potente, se traduce en una preocupación por la “marca de fábrica”: quienes acudan a cualquier función tendrá fácil comprobarlo.

Ante el reto marcado en La República Cultural, de potenciar la difusión del teatro y de la creación teatral, hemos comenzado esta tournée del análisis de las salas alternativas de Madrid, y aprovechamos este 25º Aniversario de la Cuarta Pared, para entrevistar a su director Javier García Yagüe, uno de los creadores de la misma, actual director de Cuarta Pared, pero también director y autor teatral. La sala cumple con muy buenos patrones de calidad, pero además pone toda la carne en el asador, ya sea para propuestas dirigidas a adultos o a la infancia, y ya se trate de proyectos más teatrales o más de danza. Posiblemente dispone de más medios que otras salas, pero, como hemos comentado en otras ocasiones, estos no son nada si no hay un contenido que los acompañe, o un proyecto que merezca la pena.

Con un cuarto de siglo que se cumple el próximo año, probablemente la Cuarta, demuestra además de su veteranía ser un referente para la creación escénica…

Nosotros estamos aquí trabajando día a día para sacar esto adelante, así que no tenemos mucha referencia de la repercusión de las cosas. A veces sí, porque hay premios y también por la respuesta del público, pero sí es cierto que nosotros procuramos hacer nuestro trabajo lo mejor posible en el día a día, y que partimos de un modelo que creo que hemos ido consiguiendo con el tiempo, donde cada una de las partes suma. Es difícil encontrar en España un modelo teatral que sea tan completo o tan complejo como el nuestro, que consta de una Escuela, que nutre (en su mayor parte) a una Compañía que tiene cierto reconocimiento, y que tiene una Sala, que programa espectáculos diversos pero que también coincide un poco con la idea de lo que la Compañía quería hacer: que el teatro estuviese en el debate social y no fuese un hecho al margen de la vida de la gente, sino que formase parte de su vida.

En ese sentido, todo ese sistema (que para nosotros es casi natural, pero que se ha construido con mucho esfuerzo) no es habitual, porque hay compañías, o salas, o salas con escuela, pero todo a la vez con el nivel de eficiencia que hemos ido consiguiendo en cada uno de los sectores es, quizá, lo menos habitual. Y la apuesta por la dramaturgia contemporánea, por no hacer un teatro que sea simplemente parte de la cultura del ocio (sino que intente trascender), creo que es la parte que quizá nos reconocen, junto con la pervivencia en el tiempo. Como se dice “no es sólo llegar, sino mantenerse”, y pervivir, mantener vivos los objetivos y proponerse nuevos retos, es lo que nos hace seguir vivos en este momento.

Cuarta Pared cumple 25, pero tú cumples dos décadas al frente de la misma ¿Cuál ha sido el momento, o los momentos, más difíciles con el que os habéis enfrentado?

Creo que los momentos más difíciles fueron los del principio, sobre todo, pensando en los problemas administrativos, al empezar con espacios que no eran teatros al uso, normativas que no estaban adecuadas a estos espacios, las dificultades administrativas… creo que es lo peor, porque uno sabe que la vida en el teatro es difícil, y se mete en esto sabiendo en lo que se mete, no en el reino del “star system”, donde todos son estrellas y oropeles, sino que nos metimos aquí arreglando el local en primer lugar: poniéndonos el mono y haciendo de albañiles. Así que, sabíamos que esto era duro. Pero claro, más allá de las dificultades del proceso, cuando te enfrentas a dificultades administrativas y de cuestiones burocráticas (que no es nuestro ámbito) es lo más complicado. Las dificultades que tienen que ver con el teatro, uno las puede prever y puede estar preparado para ello: es parte del trabajo enfrentarse a esas dificultades. Pero cuando nos enfrentamos a otro tipo que tiene que ver con lo burocrático y lo institucional, eso es lo peor de todo.

¿Compartes el término acuñado de sala alternativa o te parece que hay otros que describirían mejor a las salas no comerciales como la vuestra?

El término ha sido controvertido casi desde el principio. Las salas alternativas tenían un componente muy claro reivindicativo al principio, donde se reivindicaba una manera de hacer teatro diferente. No era una manera tanto estética, como un tipo de propuesta, que apostaba por la continuidad, los procesos de trabajo, en lugar del éxito efímero o la gente que se juntaba en un momento dado y se volvía a separar después, sino una apuesta por la permanencia y por la generación de un estilo teatral. En nuestro caso es importante también la persistencia en el tiempo para ir generando un estilo teatral que la gente ha ido reconociendo. Y aunque con el tiempo se ha ido hablando de teatro contemporáneo, de en qué medida las salas alternativas son o no alternativas ya (o en qué medida hay muchas salas pequeñas que no son alternativas, que también es cierto, pero que se han unido al rebufo de la necesidad de un espacio para mostrar su trabajo -algo muy lícito- pero que carecen de ese componente de las salas pioneras)…

En ese sentido, ya casi me da igual el término. Creo que en este momento, más allá de ser una sala alternativa o no, hemos luchado por tener una identidad. Creo que en ese sentido, desde la sala (en este ámbito, porque si le preguntas a mucha gente por la calle no sabe ni que existimos y no tenemos el ego hinchado: hablamos de ámbitos minoritarios), la lucha por la identidad es algo que hemos intentado hacer en el tiempo, encontrando una manera de hacer propia, un estilo propio, como compañía, como sala, en la atención al público… es algo que nos ha interesado siempre encontrar en nuestro sitio y el término “alternativo”, ni me molesta, ni soy defensor a ultranza. Realmente, en un momento dado, era una necesidad de diferenciarse, y cuando empezamos a hacer teatro, el primer folleto preguntaba ¿Quién te ha dicho que el teatro es aburrido?, ¿Quién te ha dicho que el teatro es antiguo?, ¿Quién te ha dicho que el teatro es caro?… porque había muchos prejuicios sobre lo que era el teatro, y había una necesidad de diferenciarse del teatro de ocio, el espectacular o el de variedades, que era lo que había entonces cuando empezábamos.

Pero en este momento, creo que cada una de las salas es diferente, y lo importante es que la gente perciba también las diferencias dentro de cada una de las salas. Y lo mismo que no todos los teatros públicos son iguales, no todas las salas alternativas lo son, ni todas las salas de pequeño formato son alternativas.

Aunque yo tenga mi propia opinión, no dejo de preguntar por el sentido de un teatro sin compromiso ¿es posible que exista en vuestra sala (el ocio por el ocio) o eso es otra cosa?

Hombre, para mí no tiene sentido. Nosotros nunca hubiésemos abierto una sala que tuviese que ver sólo con el ocio y, de hecho, no hubiese hecho falta, porque para poder hacer un tipo de espectáculo dentro de esa corriente, ya había salas. Cuando abrimos, lo que no había era salas para montar un espectáculo, una función, un montaje (de hecho, al principio, el término espectáculo no nos gustaba mucho por eso, por la idea de lo espectacular), un teatro como el que nosotros queríamos hacer, y poder encontrar un sitio donde mostrarlo al público, porque los teatros iban por otro lado, tanto los públicos como los privados. Por tanto fue una necesidad de las compañías, todas se abrieron así. Algunos lograron solventar la contradicción que había entre la gestión y la creación, otras sucumbieron y terminaron siendo prácticamente gestoras de salas. Otras hicieron que las compañías se disolviesen y algunas encontraron una manera de convivencia. Y ahí estamos entre la creación y la gestión, de manera que el modelo de gestión se ajusta a las necesidades de creación, y no al revés, como es el caso de los teatros comerciales cuya programación está en función de un modelo de gestión económica que pretende la maximización, y donde se hace un teatro para maximizar beneficios. Ese no es nuestro caso, y en ese sentido, sigo reivindicando el término alternativo, donde la gestión económica es una necesidad para la subsistencia, pero no es un objetivo último.

De manera sintética ¿qué dirías tú que diferencia a Cuarta Pared del resto de las salas pequeñas?

Eso es muy complicado. Siempre he defendido el nuestro como un modelo de tercera vía, en el sentido de que hemos logrado hacer convivir propuestas muy diversas. Esta no es una “sala de autor”, una sala que tenga que ver con una determinada línea de programación muy específica que atienda a un determinado ámbito estético, y que sólo se programe eso. Sino que dentro del ámbito contemporáneo y con calidad, hemos intentado ofrecer al espectador lo que se estaba haciendo. Y en ese sentido, esta tercera vía, que logra hacer convivir la vanguardia con lo contemporáneo, que no es tan vanguardista, pero que temáticamente habla de temáticas cercanas al espectador de hoy, es la vía que siempre he defendido y me parece que este es un teatro en el que conviven diversas líneas estéticas.

Aunque el ámbito de la programación no es exclusivamente tuyo ¿crees que los años de dirección marcan un estilo en el trabajo que se hace?

Realmente no atiendo a la programación directamente, pero estoy en el Comité de Programación. Siempre he tenido muy claro que, una cosa es el teatro que yo hago, y otra cosa es el teatro que se programa. Sí hay algo que es común y tiene que ver con esto que te decía: exigencia en cuanto al rigor en el trabajo, una apuesta por la innovación y que los montajes propongan cosas nuevas y luego, un cierto compromiso con la realidad que nos rodea, es decir, que hablemos de cosas que interesan a la gente de la calle, que se inscriben en el debate social. Estéticamente, como compañía y yo como director, estamos en una línea, y las cosas que se programan pueden estar en otras, pero coinciden en esas líneas básicas de las que te he hablado. De manera que sí hay un tronco común en las cosas que hacemos aquí, más allá de que el perfil estético de la compañía sea uno muy determinado en el caso nuestro.

¿Se lleva uno muchas decepciones a la hora de programar y encontrarse luego con lo que hay realmente?

Sí, estamos hablando de creación. Y nuestra apuesta ha sido por mostrar en Madrid, y una de las exigencias que nos pusimos desde el principio han sido las cosas que no estuviesen estrenadas. Cuando vienen de fuera son estrenos aquí, pero las puedes haber visto, por lo menos en video. Cuando son compañías madrileñas son apuestas: uno apuesta por la trayectoria de la compañía, por el proyecto de montaje, y siempre puedes decepcionarte, puede ser que no estén a la altura de lo que tú esperabas. Pero eso forma parte del trabajo, el apostar es nuestra misión, es uno de los riesgos que el teatro comercial, que tiene que ir a lo seguro, no puede asumir. Entonces, dentro de todo, incluso las veces que te decepcionas forman parte también de lo que es nuestra misión.

Siendo esta temporada la del aniversario de Cuarta Pared ¿con qué nos vais a sorprender, habrá algo especial?

Habrá muchas cosas especiales. La próxima temporada se vincula a tres líneas de programación fundamentalmente: la primera, la de la Compañía y los nuevos estrenos, y hablo de varios, aunque nunca habíamos hecho tantos a la vez en una temporada, pero este año vamos a “tirar la casa por la ventana”, porque también tenemos necesidad de plantearnos retos y, dentro de esos retos, este es el que vamos a asumir, y que luego te detallo. La segunda línea es la que hemos llamado Compañeros de viaje, que son las de algunos estrenos de gente que ya ha estrenado aquí durante estos años, y que presenta sus nuevos trabajos, porque nunca hemos querido hacer una celebración nostálgica. Siempre hemos mirado hacia delante, y queremos que nuestro aniversario también lo haga. La tercera línea de programación es la que llamamos Impulso ETC, que es la de aquellos trabajos que están saliendo de la última área que se ha creado que es Espacio de Teatro Contemporáneo, que son una serie de laboratorios de investigación, donde desde nuestro punto de vista se exploran algunos aspectos del teatro futuro, y este año empezaremos a mostrar públicamente, aunque previamente se ha hecho de manera muy reducida, con invitados a algunas muestras de algunos trabajos. Pero este año empezaremos a mostrar algunas de esas líneas de investigación.

Volviendo a las líneas, la de la Compañía aborda un proyecto que se llama Primeros días de futuro, que tiene que temáticamente tiene que ver con cómo la ingeniería genética y los avances en la ciencia relacionada con la biotecnología, van a cambiar nuestra vida cotidiana en un futuro próximo. Incluso cómo van a cambiar al ser humano, y dentro de unos años podremos decir que los seres humanos son como eran, o como algunos investigadores dicen, dentro de cien años, el ser humano será otro, incluso en apariencia. Todo eso que es un ámbito tan apasionante, se traducirá en una serie de montajes, donde vamos a explorar también formatos diferentes. Habrá una primera presentación para la Noche en Blanco, con una acción teatral que se hará en la sala y será un acto único. Luego haremos un estreno en formato de teatro-danza, que se estrenará en octubre. Más tarde habrá un montaje para la infancia sobre esta temática también, que se estrenará en diciembre. El montaje para adultos, que será el contenedor de todo lo que hemos estado trabajando antes, se estrenará en primavera. Así que serán cuatro montajes vinculados a un mismo material dramatúrgico, cada uno de los cuales va a tomar una forma diferente.

En cuanto a Compañeros de viaje, estrenará gente como Micomicón, que ha estrenado aquí otros trabajos y tiene un proyecto nuevo, Alfonso Armada y el Teatro del Zurdo, que estrena un montaje de José Ramón Fernández (que también es una persona muy vinculada a nosotros a través de La Trilogía)… así que va a haber varios estrenos de personas que han estado con nosotros durante todo este tiempo.

Incluso en ETC, vamos a mostrar dos o tres trabajos de gente emergente, que no tiene mucha trayectoria detrás en algunos casos, pero que está en líneas de producción que nos han parecido interesantes, como para apoyarlas desde estos laboratorios. Pero también otros trabajos de gente con más trayectoria, que están investigando algo que, por algún motivo, no ha tenido mucha presencia en nuestro país. La primera producción que vamos a presentar, que se llamará Transit, está dentro de una línea de los laboratorios que se llama Otras miradas, y que tiene que ver con la manera como se refleja en los escenarios una sociedad que ya es multicultural. Porque uno va por Lavapiés y ve una sociedad multicultural que cuando va a los escenarios no encuentra, sino que ve otra que es, quizá, la de hace unos años, pero no esta que habla de nuestro futuro. Así que este es un montaje para el que se ha hecho un laboratorio anterior, y ahora vamos a entrar en fase de producción, donde hay artistas (algunos son actores, otros bailarines, otros de diferentes disciplinas), pero que sobre todo, son de diferentes procedencias étnicas y culturales: hay una taiwanesa, un ucraniano, un árabe, un israelí, un rumano… gente de muy diversa procedencia que están haciendo un montaje sobre cómo es la convivencia en una sociedad como la nuestra.

Hemos abierto una línea que creo que no está prácticamente implantada en nuestro país, que tiene que ver con cómo esa sociedad nueva, que ya existe y que no estamos hablando de una hipótesis, sino que se está dando, tiene reflejo en los escenarios.

Por lo que veo habitualmente, las salas alternativas o de pequeño formato rara vez coinciden en algo (hay apoyos puntuales en un momento dado) pero ¿qué ocurre que no hay una coordinación entre aquellos que os podríais apoyar mejor, sea a la hora de pedir ayudas, de difundir el trabajo, de promocionar nuevas salas en otros espacios…?

Pues es verdad que la Coordinadora de Salas Alternativas ha sido mucho más activa en los momentos en que las salas necesitaban defenderse (me refiero a hacerse un sitio en el sistema teatral madrileño), porque ha habido problemas inicialmente respecto a la normativa institucional, en cuanto a apoyos institucionales (económicos o no), y en esos momentos las salas han sido mucho más combativas y se han coordinado mucho más. Ahora, quizá, la dificultad mayor tiene que ver más con lo estrictamente teatral: como uno encuentra a su público, como logra acceder al mismo… y en ese sentido, probablemente, cada uno está más centrado en su trabajo. Estoy convencido de que, como grupo, siempre que hay una “agresión externa”, uno tiende a juntarse y solidarizarse más. En este momento, probablemente, cada uno está más en su trabajo, pero nos reunimos cada cierto tiempo, aunque también es cierto lo que dices y los tiempos han cambiado respecto a unos años atrás donde, como te decía, el sentirse no muy implantados, hacía que estuviésemos con una actividad mucho más colectiva.

Respecto a la ubicación de la sala, y hace un momento hablabas del tema de la multiculturalidad (estamos al lado de Lavapiés) ¿comienza a notarse algún grado de implicación de la gente de otros países y culturas muy diferentes? Me refiero a la Escuela y al trabajo más que al público

Creo que todo sigue un proceso. Comenzamos con una Escuela, que hizo una Compañía, y luego se hizo la sala, etc. y creo que el proceso es similar, porque ahora notamos que hay una población más heterogénea en los cursos. Comienza a llegar gente sudamericana (por el idioma es lo más fácil), en algunos casos franceses, italianos,… y creo que eso también habla de que la sociedad en sí misma también tiene otro tipo de composición. El público que llega es más variado, aunque los porcentajes no son muy altos, porque seguramente su poder adquisitivo es diferente y el teatro no está en estos momentos entre sus prioridades, sino que está el poder subsistir, pero me imagino que con el tiempo, eso será un proceso de normalización.

Lla programación para niños favorecerá mucho esto

Justamente, quizá es en el ámbito de los más pequeños donde empieza a verse asistencia de gente, porque es verdad que los padres con niños tienen que buscar actividades para ellos, el fin de semana es largo y buscan cómo abastecer su curiosidad. Y es verdad que en el teatro tenemos muchos casos de padres inmigrantes que vienen con sus niños. De hecho es uno de los temas importantes para nosotros en la programación para la infancia: todo lo que tiene que ver con la integración de diferentes sociedades… nuestro último montaje Ojos y cerrojos, tenía que ver precisamente con eso, con cómo poder fomentar una convivencia sin prejuicios.

¿Es difícil compaginar tu trabajo en la sala a la vez que otros trabajos que llevas de dirección?

Afortunadamente, mi trabajo siempre ha estado muy centrado aquí y nunca los he buscado fuera, pero cuando los he tenido es porque me han llamado. Así que, para mí el trabajo fuera es muy cómodo, porque cuando estoy aquí dirigiendo a su vez, estoy haciendo producción y gestión y de todo, porque aquí la labor es de hombre de teatro en general, y cuando he estado dirigiendo fuera, es una labor estrictamente de dirección y ha sido muy cómodo y con otros medios que aquí no tengo. Entonces, como son cosas que se pueden prever con mucho tiempo y es posible acotarlas, es bastante compaginable. Pero es verdad que tampoco he estado dirigiendo tantísimo fuera, ni es una preocupación que tenga. No busco trabajar fuera, porque estoy muy a gusto aquí.

Cuando me llaman, si me interesa voy y si no me interesa no voy, pero el centro de mi actividad teatral es este, sobre todo porque aquí es donde puedo establecer las condiciones de trabajo de una manera más global. A veces, por mucho que uno tenga la autonomía desde lo artístico, si está incluido en un sistema determinado con unas reglas de trabajo determinadas, no es fácil poder desarrollar las propuestas creativamente hasta el fondo. Aquí, toda la parte de gestión, de la estructura empresarial, está al servicio de lo creativo y eso es algo que no es fácil que se dé en otros sitios.

Supongo que en el CDN no encontrarás el mismo ambiente

He tenido la suerte de dirigir en el teatro nuevo del CDN, con mucha gente joven, y siempre me han tratado muy bien, no puedo decir que no. Pero es cierto que te insertas en una estructura preexistente, y como tal estructura tiene unas determinadas características a las que te tienes que adaptar. Eso quiere decir que hay que adaptarse con las cosas buenas y, con las que tú harías de otra manera, también. Y ahí no puedes influir, mientras que aquí, si creo que las cosas se deben hacer de otra manera, en cuanto al ámbito de gestión tengo la posibilidad de cambiarlas directamente.

Imagino que te marcas retos diferentes cuando haces, por ejemplo La tierra, que los que te marcas aquí, especialmente por posibilidad de medios

Claro, allí hay unos medios que aquí no tengo, hay cosas que hicimos con La tierra o con Cruel y tierno, que aquí serían impensables, y la verdad es que los equipos creativos han sido magníficos (afortunadamente) y me he dado cuenta de que una de las características de la forma en que trabajo, es que genera unos equipos muy comprometidos con el trabajo en todos los casos, y eso me ha permitido verlo muy claramente la trabajar fuera de aquí. Y, en general, la disposición de la gente es buena en todos los sitios, no es tanto un problema de las personas, como de las estructuras. Quiero decir que hay estructuras muy grandes, más mastodónticas, más difíciles de mover, mientras que una estructura pequeña es más fácil de hacer funcionar.

Pasa igual con nuestra Escuela, que cada año cambia en función de las necesidades que vemos por nuestra propia experiencia teatral, mientras que si uno va a la Universidad, cambiar un Plan de Estudios es una cosa de años, y la permeabilidad con la realidad es mucho menor, y la capacidad de respuesta es mucho más instantánea en un ámbito pequeño que en uno grande.

¿Alguien te ha hecho crítica negativa por la parte más trágica de La tierra? Porque parece que apunta a cosas que ahora no gustan mucho a determinadas personas

La verdad que fue algo muy gozoso en todos los sentidos y no dejó de ser una fiesta de reencuentro en cada función. Y es verdad que anticipaba algo que entonces prácticamente no se hacía, y que tenía que ver con la Memoria Histórica. Pero fue casi más una fiesta colectiva de recuperación del pasado, y en ese sentido, no era algo contra nadie, sino “a favor de”.

¿Cuál de tus trabajos te ha dado más satisfacciones?

Hay un montaje, que mucha gente de la que conoce nuestros trabajos de ahora no ha visto, que se llamaba Acera derecha y era sobre un texto de Rodrigo García, y se hizo en la sala con dos actores bailarines. Era un trabajo casi de culto, que cada vez que lo reponíamos se volvía a llenar (aunque era para 70 personas), era con la sala diáfana, los actores con el público recorrían el espacio haciendo escenas en diferentes puntos… Para mí, desde el punto de vista creativo, es el trabajo del que estoy más satisfecho.

Luego, La tierra, desde el punto de vista de la repercusión, ha sido un montaje que no puedes negar que cumple el sueño de todos de hacer algo que comunique, que puedas compartir con la gente algo. En ese sentido, creativamente fue una apuesta muy interesante de la que, realmente, nunca pensamos que fuera a tener la repercusión que tuvo. Un trabajo que era sobre la vida en los pueblos, en un Madrid absolutamente urbano, que parece que se intenta desprender de la parte que tiene de pueblo, como si ya fuese no ser moderno, y ocurrió justamente lo contrario: la gente ser reconocía a si misma, se reconocía en sus abuelos, reivindicaba esa parte de pueblo que todos tenemos y fue muy gozoso.

¿Cuánta gente trabaja actualmente en Cuarta Pared?

Pues muchos más de lo que parece. Somos 50 trabajando, con la estructura de Escuela, Compañía y Sala, y más o menos un tercio en cada área. Hay 17 personas que trabajan en la Sala, 17 personas en el ámbito artístico, entre actores, ayudantes de dirección, director, técnicos, y otras tantas personas en el equipo de profesorado de la Escuela.

¿Esto es sostenible, o tiene que ser sostenido?

Bueno, más bien, como tú dices. En estos últimos años, en que uno se plantea qué pasa con la crisis, en un sitio como España, donde la Cultura depende mucho del dinero público (no sólo por las subvenciones, sino porque, por ejemplo, quien contrata para giras y demás son Ayuntamientos), es un período en que nos estamos replanteando nuestra propia actividad. Afortunadamente tenemos un volumen alto de recursos propios, de dinero que viene directamente fuentes diferentes a las ayudas públicas, viene de alumnos, taquillas, giras…, pero es muy difícil realmente. A veces pienso que una empresa informática con 50 empleados generaría miles de millones de beneficios al año, mientras que aquí, cada mes nuestro objetivo es intentar llegar al final y pagar todas las nóminas.

¿Es muy difícil cerrar la programación cuando te llegan todas las propuestas?

Pues más que nada, lo complicado es darle coherencia. Siempre tenemos que decirle a muchas cosas que no, y para mí es muy difícil, porque cuando no teníamos sala, estábamos del otro lado, y éramos una compañía que íbamos a pedir a alguien que nos programase.

Pasar al otro lado de la mesa y recibir las propuestas de las compañías, hace que las entiendas perfectamente, y es muy difícil decir que no, pero por cada cosa que programamos, a lo mejor hay diez a las que hemos dicho que no, así que es difícil elegir. Y es difícil hacer que cada cosa de la programación no sea una cosa suelta, sino que en el conjunto del año veamos que tiene un sentido y una coherencia lo que hemos programado.

DATOS RELACIONADOS

Javier García Yagüe (Sevilla, 1961), Licenciado en Ciencias de la Información (rama de Imagen y Sonido, UCM) y titulado en Psicología Social en Madrid.

Tras recibir formación en dirección teatral e interpretación en diversos cursos de la mano de varios docentes, colabora en la fundación de la Sala Cuarta Pared en 1986, a partir de la Compañía con la que trabajaba en Madrid. En el año 1991 pasa a ser director de este teatro, que incluye la Compañía y la Escuela teatral.

Sus actividades como director y dramaturgo se han desarrollado principalmente en esta sala hasta la actualidad, aunque también ha llevado a cabo montajes en otros teatros, como el Centro Dramático Nacional.

Es autor de varias dramaturgias, como Siempre fiesta, y coautor de otras como la Trilogía de la juventud, con Yolanda Pallín y José Ramón Fernández, o de Rebeldías posibles, junto con Luis García Araus. Cuenta con una larga lista de espectáculos dirigidos principalmente en la Sala Cuarta Pared pero también en otros lugares, como el CDN, o con el Aula Complutense de Teatro. Entre los últimos espectáculos dirigidos se encuentra La tierra, de José Ramón Fernández (Centro Dramático Nacional, 2010), Siempre Fiesta, de autoría propia (Cuarta Pared, 2009) entre el teatro dirigido a adultos, pero sin abandonar el teatro de calidad dirigido al público infantil, como por ejemplo Ojos y cerrojos, de Luis García-Araus y Javier G. Yagüe (Cuarta Pared, 2007), o ¡Vaya regalo!, de Milagro Lalli (Cuarta Pared, 2009).


Para más información:
Sala Cuarta Pared
c/ Ercilla, 17 (28005 - Madrid)
Metro Embajadores
Tfno.: 91 517 23 17
Correo-e: cuartapared@cuartapared.es

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