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Teatro El Montacargas: “en otras comunidades hay mayor inteligencia a la hora de cuidar sus productos, aquí, si hay un gran fasto, se trae a alguien de fuera” - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

“Hacen falta buenos profesionales en la gestión. Gente ilusionada con su trabajo. El político, como definición, quiere hacer una carrera política (no necesariamente le preocupa el área que le toca en ese momento), y hoy está en Cultura y mañana quiere estar en Agricultura, porque le conviene más el sueldo, las perspectivas políticas, etc. Lo que echamos en falta (aunque también los hay) es gente ilusionada con el trabajo de cultura en las instituciones: gente con las ideas claras, que sepa dónde va, que le guste su trabajo ¡que sepa hacerlo! Si todos hacemos bien nuestro trabajo, todo marcha de maravilla”. “Somos muy eclécticos y nunca hemos sido muy puristas, así que, quizá, nuestra marca de identidad consiste en no tenerla. Hay otras salas que hacen apuestas arriesgadas de cuerpo, otras hacen apuestas textuales contemporáneas, y tal, pero nosotros somos eclécticos. Hemos hecho clown, aquí abajo hemos tenido trasnoches de todo tipo (cantautores, cabaret, conciertos, cuentacuentos). En la sala ha habido de todo, en todo caso, el humor puede que sea una seña de identidad nuestra: preferimos cosas de humor. Aunque hemos hecho muchas cosas de tragicomedia. Manuel dice ‘España es la tragicomedia’”.

Teatro El Montacargas: “en otras comunidades hay mayor inteligencia a la hora de cuidar sus productos, aquí, si hay un gran fasto, se trae a alguien de fuera

Entrevista a Aurora Navarro y a Manuel Fernández, responsables de la sala teatral alternativa de Madrid

Teatro El Montacargas
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Teatro El Montacargas

Aurora Navarro y Manuel Fernández en la puerta de la sala.
Foto: Julio Castro.

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Teatro El Montacargas

Un detalle de la parte escénica de la sala con Manuel Fernández y Aurora Navarro.
Foto: Julio Castro.

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Julio Castro - La República Cultural

La complejidad de prosperar en nuestro entorno dentro de la cultura, acaba ofreciendo unos modelos diferentes a los que tenemos en otros países del mundo, y El Montacargas es un ejemplo de ello. Se trata de una diversificación de compañía y sala teatral que acaban siendo una sola, como causa de la necesidad de hacer teatro por parte de Aurora Navarro Marco y Manuel Fernández Nieves, una pareja de actores que vienen del mundo del teatro independiente y que se negaron a claudicar, y prefirieron luchar por tener una oportunidad dentro de la escena madrileña y española, pero también por contar con la posibilidad de ofrecer a otros miembros de la profesión una posibilidad, una alternativa, un peldaño que les permita acercarse a otros escenarios o saltar de una sala alternativa a otra, siempre que se ponga empeño.

La sala El Montacargas (que familiarmente viene a abreviarse “El Monta”), lleva casi 20 años de vigencia, aunque la compañía ya los superó hace tres. Como explican sus responsables, tiene un trasfondo de humor en casi todo lo que hace y programa. Y aquí se explican muchas cosas, porque lo que hace tiempo pensaba que eran coincidencias, sin conexión, tienen una raíz común clara, y es la cercanía personal con los componentes de Uróc Teatro (particularmente con Juan Margallo y Petra Martínez), proximidad y amistad que se refleja en un barniz común y que, quienes conocemos ambas partes, no podemos ignorar. Es un estilo teatral diferente, porque su manera de hacer las cosas en la vida también lo es. He de decir que la diversión no sólo está garantizada en sus trabajos, sino que ellos mismos son agradables y divertidos, lo que explica que te plantees una entrevista de veinte o treinta minutos, y casi al llegar a una hora, apagues la grabadora para seguir de charla con las cervezas que no dejan de aparecer. En cuanto a la sala, es muy peculiar, por su estructura y distribución, y por el escenario, ubicado en el hueco de un viejo montacargas de una fábrica. El acceso es poco común y la estructura externa de la fachada es como si se tratase de un torreón, pero el mismo edificio tiene historia que ellos mismos contarán con detalle si se les pregunta (y si tienen un rato de descanso en la atareada vida de quien programa, actúa, dirige, pone parches, arregla de todo…). La sala tiene vida propia, que es la que ellos dos le han dado, y la que las jóvenes que se encargan de barra, sala o prensa con gran profesionalidad, contribuyen a proporcionar cada día y cada espectáculo.

Par ir hay que cruzar el río, pero lo cierto es que no es necesario mojarse los pies: en este caso, mojarse es sinónimo de compromiso. Monten en El Montacargas alguna vez.

 

¿La apuesta inicial de El Montacargas surge como sala teatral o como espacio para la formación?

Aurora: empieza como una necesidad de compañía, al igual que en el caso de la mayoría de las salas que conozco. Somos compañía desde 1987, así que en el ’93, que llevábamos seis añitos, y el último montaje, que era Maloficio, de Nancho Novo, lo habíamos hecho exactamente 12 veces en 12 meses. Y nos mirábamos y Manolo decía “no se puede llamar actor a una persona que actúa una vez al mes, es como si alguien pusiera un ladrillo y se dijera albañil”, y la distribución para las salas de exhibición estaba completamente taponada, especialmente desde que llegó el PP. Así que ni los centros culturales de Madrid, ni los municipios de la Comunidad ¡y mucho menos los teatros comerciales!, así que decidimos montar nuestra propia sala. Pero claro, eso implica que no eres sólo tú, sino que tienes que tener una programación cambiante, y ahora tenemos de diez a veinte compañías anuales, con 210 funciones al año.

Supongo que es difícil arrancar con esto, pero debe ser más difícil mantenerse en el tiempo.

Aurora: sí, sobre todo los primeros cinco años. Leí un artículo en un periódico de economía que decía que una empresa es como los matrimonios, que si aguanta cinco años va adelante, y me hizo gracia. Pero precisamente, pasaron cinco años antes de obtener la primera pequeña subvención, y hasta entonces la cosa fue poner, poner y poner, por parte familiar, o con préstamos y créditos, de todo, y nosotros sin cobrar… haciendo siete trabajos.

Manuel: era el tiempo en que limpiábamos, servíamos en el bar, vendíamos las entradas en taquilla… ¡y actuábamos! Y limpiábamos después.

Aurora: y hacíamos la parte de prensa, la programación, los proyectos… todo. Ahora somos como siete, pero entonces lo hacíamos todo nosotros.

Manuel: llegamos a hacer ciento y pico horas a la semana, porque una socia se empeñó en que contáramos las horas para que nos debiéramos dinero. Era una paliza, vivir aquí.

Aurora: miras para atrás y piensas que no lo harías ahora, pero es el momento, con el empuje de los 30 años. Y las cosas, cuando surgen por necesidad, es como la necesidad de expresión del teatro: algo completamente vocacional. Cuando tuvimos que pasar de asociación cultural a sociedad limitada no lo entendíamos, porque no queríamos ser empresarios.

Manuel: el baile de la burocracia fue de todos los colores. Desde un aviso de reformas sin las cuales nos precintaban (aunque nunca había llegado el supuesto aviso), y pretendieron precintarnos el local por no haberlas hecho. En la Junta de Distrito tenían la salida de la carta, pero no había llegado y hasta que nos cerramos en banda con el abogado de la Junta, y le dijimos que la carta no había llegado, “tenemos avisada a toda la prensa y vamos a montar la de dios cuando vengáis a precintar”. A partir de ahí apareció la carta con las disculpas pertinentes de que se había traspapelado, así que nos dieron un plazo y lo hicimos. Uno siempre piensa que no se había traspapelado la carta, pero como esas las hubo de todos los colores, hasta el punto que en el colmo de la locura burocrática escribí una obra que se llama Maldito papel, que luego tuvo buena acogida y giró por toda la Comunidad, pero escribí la obra del tirón por la indignación de la burocracia absurda y enorme.

Casi seis años para tener la licencia definitiva (y con un canto en los dientes, porque hay quienes no la tienen pese a llevar muchos años con el negocio abierto).

Aurora: me acuerdo de la primera subvención que nos concedieron: fue exactamente lo que nosotros nos gastamos en dar de alta la SL, que era obligatoria para pedir la subvención. Dos años después la Comunidad de Madrid empezó con las ayudas bienales, y el Ayuntamiento también, poco a poco (en diez años no dio nada). El Ministerio de Cultura siempre ha dado muy poco y ahí se mantiene.

¿Qué es lo rentable de esta historia, la parte económica o lo que te gusta?

Manuel: ¿¿rentable?? Lo que te gusta. Quien quiere hacer dinero en su vida no se dedica al teatro, desde luego.

Aurora: El dinero es una cosa que se necesita para vivir, pero lo bueno es que cuando menos nos hemos preocupado por ello, mejor estamos. Claro, que nosotros ahora estamos cosechando, que de dieciséis años con la sala… los primeros era trabajar muchas horas y sin cobrar, pero ahora tenemos una casa, un huertito, Manolo tiene cuatro gallinas…

Manuel: ahora estamos diversificando, porque tenemos la sala, la compañía y llevamos la escuela de teatro del pueblo donde vivimos (Galapagar) y aparte, si sale algo en televisión también se hace. Así que para poder vivir hacemos otras cosas.

Aurora: a veces la sala ha estado mantenida por la escuela de teatro de Galapagar, a veces la escuela se ha retrasado en pagar la escuela y nos ha salvado que Manolo hiciera un anuncio o una serie. El año pasado nos salió un certamen de teatro en Usera, y acostumbrada a organizar y programar, para mí es pan comido ¡¡programar con dinero!! Eso es “lo más” y me es muy fácil. Así que siempre hemos tenido muchos recursos.

¿Trabajáis todo en equipo o tenéis tareas distribuidas?

Manuel: En líneas generales, aunque los dos hacemos prácticamente de todo, Aurora es programadora y yo jefe técnico. Ella carga con el mayor peso artístico de la sala y de administración, justificación de subvenciones y proyectos, y yo soy el mensajero que lleva y trae los papeles, y burocráticamente me encargo de los temas de reformas, infraestructuras, licencias.

Aurora, ¿qué criterios te parecen más importantes a la hora de programar, la rentabilidad o el interés de una programación?

Aurora: en cuanto a programación siempre hemos tenido los criterios de innovación, compañías que empiezan, que sean de autores contemporáneos, etc. Siempre vemos el video antes de programar, y si es estreno miras la trayectoria de la compañía. Si no tiene trayectoria, entonces es más el filin, o la apuesta de gente que estrena sin haber hecho nada antes. Esto no es la norma, pero se puede dar y también estamos para eso. A mí me gusta mucho programar por ciclos, porque es la manera de entrar a la prensa, al público… la campaña de navidad está muy bien, porque a veces se implica el Ayuntamiento y yo puedo pagar algo de fijo a las compañías. El Ciclo de Clown estaba muy bien, porque era un género innovador, muy popular, pero también de culto, y tenía la subvención de la Comunidad, que se ha perdido y ahora hacemos el Otoño Clown, que es otro formato. Es una manera de aunar temáticas e interesar en una cosa concreta. En los Veranos de la Villa también hacemos cosas concretas. También tenemos el MATEM, que es el ciclo de autores contemporáneos en Madrid, el de Mujeres Creativas, Mujeres Creadoras, que lo hacemos entre marzo y abril, y también con exposiciones u otras temáticas paralelas. Pero normalmente queremos cosas nuevas y que lleguen, que no sean muy elitistas y en su torre de cristal.

Manuel ¿qué echas de menos o qué sería imprescindible aquí para el funcionamiento y es imposible tener?

Manuel: yo echaría de menos que el escenario fuera mayor. Levantar el techo y ensanchar las paredes, para poder iluminar con mayor distancia, y hacernos con unos equipos más profesionales y mejores. Pero tal y como está ahora la sala, “para quien es Don Juan, Doña Inés le sirve”, quiero decir que está bien surtida de luz, sonido y video. Es mínimo, porque donde tenía que haber aparatos de 1000 vatios, hay de 300, pero porque achicharraríamos al actor, porque no hay distancia suficiente para iluminarle con 1000. Así que es un equipo modesto, pero completo.

Lo que echamos de menos desde el primer día es que fuera mayor, pero es lo que hay, y conseguir un local mayor en Madrid (que seguimos buscando)… desde hace 16 años.

Aurora: yo digo que en caso de que no dé muchos problemas como dio este. Pero si lo encontramos sí.

Manuel: quizá este local no se cerrara y quedara para ensayos y muestras en petit comité… pero ves que hay compañías cuyo trabajo quedaría más digno en otro sitio con más espacio y más altura, iluminación y posibilidades técnicas. Así que si alguna vez damos con el local adecuado al precio asequible cambiaremos, pero mientras tanto, aquí estamos estupendamente.

Aurora: Nancho Novo nos vino a ver una vez a un montaje nuestro y nos dijo “¡convenceros, los pequeños no sois vosotros, es la sala!”, porque hacíamos Los dioses y los días, que era un musical de seis actores bailarines, en el cuatro y medio por cuatro y medio de la sala. Pero con coreografías preciosas, en un musical sobre mitología griega,…

Manuel: ¡nunca se ha visto coreografía más medida! (se troncha de la risa)

Aurora: lo había hecho un coreógrafo que conocía El Montacargas, y fue un montaje de los que más me ha gustado en la vida.

Dentro de la programación hay teatro para niñ@s y teatro para adultos ¿hacéis el teatro más familiar como soporte para la sala, o lo hacéis porque os gusta?

Aurora: desde el principio siempre hicimos teatro para niños. Hay salas que no pueden decir lo mismo, sino que se apuntaron luego al carro. Yo he visto siempre al público infantil como un público como cualquier otro, que es muy agradecido. Los padres son más de hábitos, porque hacen circuito de salas, pero hay padres que no van al teatro de adultos, pero sí les gusta ir con los niños. Pero hace 16 años éramos de los pocos que lo hacían, y a otras salas les parecía que eso no era. Cuando vieron que era más rentable (es cierto que tenemos mayor ocupación en el teatro para niños que en algunas otras), todo el mundo se ha ido apuntando. Pero al principio no estaba muy bien visto en las salas alternativas.

Manuel: siempre lo hemos defendido como teatro, porque en general defendemos todos los géneros. Somos bastante eclécticos y nos gusta el teatro en mayúscula y en minúscula. Incidimos más, como decía Aurora, sobre nuevos creadores, sobre autores vivos, y hay temas en los que incidimos más, porque nos gustan más. Pero si nos viene una compañía con un buen montaje, y vemos que tiene calidad, y es un clásico, lo metemos igual. Nos gusta el teatro bien hecho.

¿Vosotros habéis hecho este género de teatro para la infancia?

Manuel: Sí, aproximadamente una tercera parte.

Aurora: Uno de ellos precisamente, es el que decía de Los dioses y los días, que es un montaje juvenil. Tuvimos Las aventuras del tigre Tolomeo, que es una historia de los indios Pemón, de Colombia y Venezuela, escrito por César de Avellaneda en la época de la colonización. Avellaneda era un monje que tomó las historias de los indios. Yo lo leí en mi infancia y 20 años después lo reescribí como obra de teatro, y trata de las andanzas de un tigre y su orgullo, y como el rayo, el fuego, la naturaleza le va quitando los humos.

Manuel: Luego están también Las mil caras de Caperucita, Tengo una muñeca que fue nuestro primer montaje… en total cuatro montajes.

¿Más fácil, más difícil…?

Manuel: Es distinto. Hay que trabajar con la misma ilusión y con la misma calidad.

Aurora: Yo me lo paso muy bien, pero a veces te complicas más la vida, porque dices “un montaje para niños es más sencillo”, y no, porque por un lado le dan menos dinero de subvención (nunca lo he entendido), menos para distribución, los cachés son menores…

Manuel: por el contrario, suelen llenar más.

Aurora: luego nosotros nos metemos en unas complicaciones… En Caperucita había un video realizado por Javier Botella (director de cine amigo nuestro), con personajes que hacían el cuento clásico en el video, y el lobo y Caperucita en el teatro, iban a ver el cine y se veía en tres episodios distintos el cuento clásico en el video. Quiero decir que te complicas con un trabajo de actores superpuesto al otro…

Manuel: Y el primer montaje nuestro, No te muevas muñeca, que era de adultos o para todos los públicos, también. Lo estrenamos en francés en París (donde estuvimos más de dos años ampliando estudios en las escuelas de Lecoq y de Philippe Golier, tras hacer Arte Dramático aquí). Era clown, y como tal allí ya estaba considerado como género de adultos y que había salido del circo. Al venir a España vimos que la cosa no era así, de manera que tuvimos que infantilizar la obra, porque aquí, al ser clown, sólo nos contrataban para niños. De ahí nuestra idea de cambiar este concepto al abrir la sala, porque era la única capital europea que no lo había cambiado. De hecho, nosotros no tenemos ningún interés especial en el anglicismo y lo hubiéramos llamado payaso, pero el hecho de llamarle así era para que no se viera como el payaso de circo, sino como el de teatro, que existía hacía ya mucho tiempo en Europa.

Salvo para los que nos hemos criado a este lado, es difícil cruzar el río. Para atraer a la gente, ¿en qué se diferencia El Montacargas de otras salas?

Aurora: somos muy eclécticos y nunca hemos sido muy puristas, así que, quizá, nuestra marca de identidad consiste en no tenerla. Hay otras salas que hacen apuestas arriesgadas de cuerpo, otras hacen apuestas textuales contemporáneas, y tal, pero nosotros somos eclécticos. Hemos hecho clown, aquí abajo hemos tenido trasnoches de todo tipo (cantautores, cabaret, conciertos, cuentacuentos). En la sala ha habido de todo, en todo caso, el humor puede que sea una seña de identidad nuestra: preferimos cosas de humor. Aunque hemos hecho muchas cosas de tragicomedia. Manuel dice “España es la tragicomedia”

Manuel: Sí, desde La Celestina. Y nos gusta el humor inteligente.

Aurora: En Ay, Carmela, que es una de nuestras obras estrella, preciosa de hacer, con la que ganamos todos los festivales y estuvimos de gira con la Comunidad, es claramente una tragicomedia española. Es decir, el “dramón” no, si es “tragi”, que sea “comedia” al final, “dramón” no. Y por ejemplo, el realismo, el naturalismo, normalmente tampoco, a no ser que haya algo… de simbolismo, de hiperrealismo, que trascienda un poco el rollo real.

Manuel: y otra marca de identidad es la simpatía que derrochan las chicas que trabajan aquí, porque las compañías suelen estar muy contentas y es muy familiar. Incluso si hay algún problema de taquilla, por un partido de futbol o cosas así, nos llaman enseguida si no estamos para decirnos si le dan el 100% de taquilla a la compañía… Y es que lo que más nos preocupa en la sala son las compañías que vienen, y creo que las tratamos lo mejor que podemos dentro de los medios que tenemos, que no son excesivos.

Aurora: y los equipos que han trabajado aquí han sido muy naturales, y quien se ha tenido que ir se ha ido y se ha incorporado otra persona (normalmente cercana a la sala), pero todo muy fluido. Eso es importante, porque quieras que no es una empresa, pero en la que se trabaja a gusto, relajado, familiarmente.

A la hora de enfrentaros al panorama cultural institucional de este país (si es que lo hay) ¿qué echáis en falta, que no hacen las Administraciones para fomentar la cultura?

Manuel: creo que hacen falta buenos profesionales en la gestión. Gente ilusionada con su trabajo. El político, como definición, quiere hacer una carrera política (no necesariamente le preocupa el área que le toca en ese momento), y hoy está en Cultura y mañana quiere estar en Agricultura, porque le conviene más el sueldo, las perspectivas políticas, etc. Lo que echamos en falta (aunque también los hay) es gente ilusionada con el trabajo de cultura en las instituciones: gente con las ideas claras, que sepa dónde va, que le guste su trabajo ¡que sepa hacerlo! Si todos hacemos bien nuestro trabajo, todo marcha de maravilla. El problema es cuando hay gente que está en puestos que no les toca, porque están aspirando a estar al año que viene en otro. Y se nota mucho, porque pasan la página, buscan asesores que no son los adecuados (por no hacerlo ellos mismos)… Cuando a un político responsable de su área, le gusta esa área, es un buen gestor. Si lo que prima es el hecho político frente al hecho de la cultura donde está, rara vez es un buen gestor. Y eso es lo que echamos de menos, gente profesional de la cultura.

Aurora: en una ocasión llamé a un centro cultural y, hablando con la directora, le pregunté qué aforo tenía el teatro y no lo sabía, se quedó pensando algo así como “es verdad ¿cuánto tiene?”. Esto te demuestra el grado de implicación en su trabajo que tiene una persona. Es como si le preguntas a un presidente de fútbol si eso es un penalti y te dice que él no sabe lo que es. Si existieran buenos profesionales en los municipios, seguramente nosotros no existiríamos, porque lo que estamos haciendo es un trabajo que se podría llamar semipúblico, porque tenemos subvención. Por eso digo que estaría bien que nos subvencionaran al 50% por lo menos (que normalmente es hasta el 25%) y así sería semi-público. Mi ilusión sería programar en un centro cultural “al uso”, porque yo no tengo por qué estar mirando si está taponado el váter, si llega un inspector de luz… todas esas cosas son de un “empresario de pared”, no de alguien de programación artística. Pero estamos en este barco.

Manuel: En estos años en los centros municipales se están cortando los recursos para las compañías, y eso es un ahogo, un suicidio colectivo. Los ayuntamientos eran el único respiro económico (aunque no suficiente) para las compañías contratando con caché en sus centros culturales. Pero con la crisis se está buscando intercambio por ensayos y otras fórmulas para que al ayuntamiento no le cueste dinero. Así que estamos en una época en que hay que buscar otras fórmulas, porque si no, las compañías se mueren de hambre. Además en Madrid hay muchísimas compañías, creo que es la comunidad que más tiene con diferencia, la que menos protege a su gente, porque otras tienen sus cupos que defienden claramente las compañías de cada una, pero Madrid, que una cosa buena que tiene es que es abierta a todo, resulta que es la que más compañías tiene y la que menos caso les hace. Si con la crisis se corta el recurso de los ayuntamientos, ahora estamos con un problema grande. De hecho, nosotros, aún siendo una sala pequeña, por falta de espacio, de tiempo de calendario, estamos diciendo que no a muchas compañías, y cada vez tenemos más dossieres encima de la mesa, de compañías muy buenas que merecerían un caché, y que viene aquí a taquilla (o a lo mejor ni caben porque tenemos demasiadas ofertas). Esto es un problema grande de verdad, que no sé por dónde va a salir, o cómo se va a solucionar.

Aurora: nosotros mismos, como compañía, entramos en la red de teatros con ocho funciones como “gran cosa” ¡qué suerte, nos han cogido ocho municipios! Más las treinta que hago aquí en la sala, y de gira nacional otras siete u ocho… así no se puede. A no ser que seas televisivo y te llamen en todos los teatros principales de Zaragoza y parte del extranjero… es difícil. Nosotros porque nos hemos diversificado mucho, pero muchos amigos se han quedado en el camino.

Manuel: como sala, la gran alegría es que, grupos que empiezan (que a veces se está empezando durante muchos años por la precariedad del sector ¿eh?), que no tenían otro sitio donde actuar, y que lo natural es tener una sala como esta para mostrar su trabajo, y la alegría que te da cuando ves que van destacando poco a poco. Ahí piensas “estamos haciendo nuestra labor social”, porque a lo mejor, si no hubieran tenido esa posibilidad en un momento crítico, se hubieran disuelto y hubieran vuelto a aceptar sus trabajos en el banco, o en telefónica o donde fuera, y se hubieran perdido actores fantásticos. Es cuando ves que realmente haces una labor.

Habiendo una red de teatros alternativos ¿os sentís apoyados entre vosotros cuando hay un conflicto real, o cada uno va por su lado?

Manuel: Las dos cosas.

Aurora: Sí, vengo ahora de una reunión de la coordinadora madrileña, que hace mucho éramos asociación. Entramos cuando estaban los “padres de la criatura”, que eran Cuarta Pared, Triángulo, Pradillo… y fuimos los últimos de la “primera hornada”, que le llamo yo y acabó en el ‘93. Porque luego hubo otra segunda cuando las subvenciones, en la que los primeros fueron LaGrada, Tarambana, DT… Y aún así, tuvimos que esperar cinco años para las subvenciones, así que imagínate lo que han tenido que luchar los de Cuarta Pared, Triángulo, y demás. Entonces la asociación era muy combativa, y luchar era más fácil porque no teníamos nada, pero había muchos con la diferencia esa de la ética y la estética. Porque en Cataluña, que eran muy gremiales, eran locales de creación escénica distinta que lo comercial, y aunque cada uno hiciese cosas diferentes, no se veía. Pero aquí había mucho “purismo”, que no se decía, pero sonaba el rebujo, pero luego se luchó, muy unidos y se consiguieron las subvenciones. Pero por ejemplo, Ubú, que era la revista que se hacía, era toda de pensamiento, y no tenía por ejemplo publicidad de las salas.

Hubo un momento en que cerró El canto de la cabra, y Ensayo 100, y como asociación estábamos un poco así, pero la red de teatros alternativos está muy pujante. Creo que tuvimos el buen acierto de elegir un buen gerente, que ha ido con proyectos de Magalia en Las Navas del Marqués, donde se hacen encuentros de teatro contemporáneo (si hubiera existido eso cuando yo tenía 20 años…), y somos los padres de esas cosas. Hay veces en la vida en que te toca ser padre en vez de hijo, y dar más de lo que recibes.

¿Sois conscientes de que montar un teatro y mantenerlo supone un referente para mucha gente? Hay gente que ha crecido en el barrio, que se ha formado aquí, que ha venido desde la infancia…

Aurora: bueno, nosotros no teníamos referente, salvo Els Joglars, Los Goliardos, Uróc Teatro (que Manolo y yo decimos que son nuestros “padres espirituales”, porque Juan Margallo le dio el primer curro a Manolo en el Gallo Vallecano en el ‘84).

Manuel: Fíjate si haríamos funciones que ¡cobramos el paro!

Aurora: pues en Cataluña, además estaban también Dagoll Dagom, La Cubana, pero en Madrid sólo Los Goliardos y ellos y todas las compañías independientes se fueron a tomar vientos.

Manuel: Nos tratan mal nuestras instituciones. En otras comunidades hay mayor inteligencia a la hora de cuidar sus productos, pero aquí, si hay un gran fasto, en lo que menos se piensa es en llamar a alguien de aquí para que lo organice: se trae a alguien de fuera.

Aurora: Hasta para las fiestas del 2 de mayo se trajeron a unos catalanes.

Me llamó mucho la atención la obra de La merienda de los locos. Cuando programáis una obra de teatro para niños, también pensáis en el nivel que debe tener, porque hablamos en este caso de una obra para niños y para adultos y se nota en la sala, así que supongo que tenéis una serie de requisitos.

Aurora: Sí, como comentaba vemos el video y lo que nos envían… aunque a veces apuestas por cosas que luego no tiene la aceptación que debiera. Yo a este tipo de obra lo llamo “todo público”. Hicimos una obra en el Alfil y algunos amigos nos decían “me lo he pasado yo mejor que mis hijos”. Y eso también nos pasaba un poco en Los dioses y los días, donde había muchos guiños sobre las religiones, como diciendo que antes estaba lo griego que lo crisitiano, y no lo conocemos. Tanto que decía Aznar que la Cristo tiene que estar en la Constitución Europea, digo yo ¿y por qué no Venus? Si estaba antes, o Apolo u otros dioses de la cultura mediterránea… Sin embargo hay veces que traes teatro para niños que no tiene ese nivel sino que es más para la infancia, pero llena y llena.

Manuel: En cualquier caso, el mensaje no puede ser nunca muy evidente, porque iríamos al antiguo teatro de adoctrinamiento, demasiado burdo y evidente, pero mensaje tiene que haber. Que se capte subliminalmente o inteligentemente, pero que no te digan dos y dos son cuatro, pero llegues al final al resultado. Sí, el teatro para niños tiene que decir algo más, creemos. Y su forma tiene que ser abierta e imaginativa. Son el público del mañana, son esponjas, todo lo reciben con un entusiasmo encomiable y hay que darles calidad.

Aurora: y en estas salas tienen la cuestión del trato directo, que no van a olvidar nunca. Porque no es lo mismo llevar a un niño a un espectáculo de patinaje sobre hielo de Disney, con 2000 espectadores, que venir aquí y tener la vivencia con el actor y con el espectáculo.

¿Creéis que el teatro sólo como espectáculo tiene sentido?

Manuel: no es lo que nosotros preferiríamos, pero hay espectáculos que son sólo forma. Te entretienes un rato o pasa por tu cabeza y ya está, se olvidó. Nos gusta la forma, pero también tiene que tener contenido.

Aurora: Al considerar al espectador como un compendio de mente y sentidos, un espectáculo total tiene que llegar a los sentidos en lo formal, lo estético, los sentidos… y tiene que llegar a la mente y al corazón, a las emociones. Y como el espectador es un compendio de todo eso, el espectáculo tiene que llegar a todo eso. Si sólo te llega por los sentidos, a lo mejor es una recreación, pero un espectáculo total, es el que te emociona para uno u otro lado, y que te conmueva, te haga reflexionar sobre algo y que te guste.

¿Un avance sobre la programación de 2010-11?

Manuel: Tenemos demasiadas propuestas que no van a caber. Pero tratamos de dar cabida al máximo de las que nos llegan.

Aurora: a ver, un avance puede ser el siguiente: en diciembre tendremos Sombras y preguntas, de La Paranoia de Trastaverías, que fue premio el año pasado de Madrid Sur. Es sobre textos de Alfonso Sastre, Edgar Allan Poe y Natividad Gómez. Luego tendremos Pareja abierta, de una gente que viene de la sala Imperdible, de Sevilla y que son muy veteranos.

Luego la Campaña de Navidad, para la que tenemos que pedir la ayuda del Ministerio, y en enero tenemos una propuesta con unos cubanos, que sería estreno en Madrid, y estará aquí el director, los actores, que son de un teatro de Cuba y que nos lo propusieron antes de verano. Tendremos más cosas, pero esas ya están cerradas.

Además, al año que viene tendremos otro estreno nuestro, que desde 2009 no estrenamos nosotros, y es de un autor contemporáneo, pero de eso no podemos decir aún nada más, salvo que tiene muy buena pinta.


Recorrido de la compañía

  • 1987-"Las gallinas salvajes"Animación de calle y zancos .
  • 1987-"No te muevas, muñeca”de Aurora Navarro y Manuel Fdez. (Comedia musical de payasos).
  • 1989-"Maloficio”de Nancho Novo. Comedia ácida para adultos. Dirección : Markus Von Watchel.
  • 1994-”Creador”de Javier Portilla. Comedia inspirada en el “Dios” de Woody Allen.
  • 1995-"Las aventuras del tigre Tolomeo”de Aurora Navarro.Infantil sobre textos de los indios Pemón de Venezuela .
  • 1996-"Mater Paranoia" .Multimedia sobre textos de Boris Vian.
  • 1997-"Maldito Papel" de Manuel Fdez. Nieves. Comedia futurista sobre la burocracia con audiovisuales
  • 1998-"Ay, Carmela" de Sanchis Sinisterra .Tragicomedia sobre la guerra española. Dirección : Eduardo Fuentes.
  • 1999-"Tras el amor" de Daniel Soulier.Tragicomedia sobre la vejez. Dirección : Jose Pedro Carrión.
  • 2000 -"Maldito papel" (Reposición, cambio de elenco y audiovisuales)
  • 2001-"Un día cualquiera" de Darío Fo (Comedia multimedia)
  • 2002-"Los dioses y los días" de Aurora Navarro y Manu Benito. Comedia Musical sobre mitología griega.
  • 2003-“Proyecto Hildegart” de Eduardo Fuentes y Manu Benito, sobre una idea de Aurora Navarro. Drama histórico y feminista .
  • 2004-“Las mil caras de Caperucita” de Manu Benito (sobre textos de Caterin Storr) Una revolucionaria versión del clásico cuento . Actores y cortometraje.
  • 2006-“ Me siento Pulga” de Ascen López, Marisol Rolandi y Susana Hernández. Humor absurdo inspirado en textos de Jardiel Poncela.
  • 2007- “Cafetería para gatos” de Aurora Navarro y Manuel Fdez Nieves. Comedia casi musical sobre los absurdos de la vida. Con audiovisuales.
  • 2009- “El Canto de la Rana”, de J. Sanchís Sinisterra, adaptado por la compañía. Monólogo. Un clásico contemporáneo.

Coproducciones:

“Mirando al tendido” de Rodolfo Santana. (Albahaca y Tomas Saéz).
“El tasador de niños” de John Powall.
“Cangrejos de pared” de Alfonso Vallejo.
“El secreto de las mujeres” de Yolanda Dorado.
“Tras esas duras peñas” de Manu Benito.
“Medea” de Rodrigo García.
“Tanto nitrógeno no puede ser bueno” de Manu Benito.
“Las veladas Niculistas” de Manu Benito.

En 1993, visto el panorama teatral del país, abrieron la sala alternativa “El Montacargas”, con la que llevan 16 años realizando 200 representaciones anuales, descubriendo nuevos autores, compañías y estilos, y dinamizando el sector teatral con ciclos y eventos como “Creativas mujeres creadoras”, en marzo, la Matem Magerit (Muestra de autores teatrales en Madrid) en mayo, Festival Internacional de Clown de Madrid , en septiembre y Campaña de Navidad con el ayuntamiento de Madrid, en diciembre.

DATOS RELACIONADOS

Sala El Montacargas - c/ Antillón, 19 -Puerta del Ángel- (Madrid)
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Teatro El Montacargas


La Compañía Montacargas viene, como algunos niños, (los parisinos) de París, de la mano (y del resto de su cuerpo y voz) de Aurora Navarro y Manuel Fernández, quienes, tras acabar Arte Dramático en Madrid, perfeccionaban sus estudios en las escuelas de Jacques Lecoq y Phillippe Gaulier. En 1987 estrenan en el barrio parisino de Arccueil su primer montaje: Bouge pas, pouppée, No te muevas, Muñeca ya en Canarias, para luego instalarse, hasta hoy, en Madrid. El primer nombre de la cía.: La Torre Infiel, pasa a tomar el nombre de la sala que abren en 1993 en Madrid: El Montacargas, sede de la compañía desde entonces.

Aparte unos primeros escarceos con montajes de calle y cabaret, y algunas posteriores coproducciones, El Canto de la Rana hace el decimosexto de sus montajes, ha tenido gira nacional y en diciembre de 2010 viaja a dos festivales en Argentina. Preferencia por la comedia absurda, la libertad en el juego, el contacto con el público; textos propios y autores como Woody Allen, Darío Fo, Nancho Novo y el mismo Sanchís, del que ya habíamos montado Ay, Carmela en el 98, con la que ganamos diversos concursos, obtuvimos 5 estrellas en la crítica de la guía del ocio, giramos en la Red de la Comunidad de Madrid, y Sanchís ganó el Max al autor de aquel año.

Aurora Navarro Marco, tras licenciarse en Derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona, realizó la licenciatura en Arte Dramático en Madrid, llevando a cabo posteriores especializaciones en prestigiosas escuelas de varias ciudades europeas. Además de la experiencia como actriz, ha dirigido numerosas puestas teatrales en escena, y ha sido autora o coautora de algunas de ellas con la propia compañía El Montacargas, junto a Manuel Fernández Nieves. Además de esta compañía han fundado otras dos anteriores, bajo el nombre de La Torre Infiel, y Pícaro Teatro. Ha sido Directora de la Escuela Teatro de Galapagar, así como responsable de la organización y programación de diferentes eventos escénicos de la Comunidad de Madrid. Actualmente es responsable de programación de la madrileña sala teatral El Montacargas, ubicada junto al Paseo de Extremadura, que dirige, así como la compañía del mismo nombre, junto a su compañero Manuel Fernández Nieves.

Manuel Fernández Nieves, es licenciado por la Escuela Superior de Arte Dramático, con diversas especializaciones en prestigiosas escuelas de varias ciudades europeas. En el campo del cine ha participado en varios largometrajes, así como en algunos cortos, en tanto que en televisión, tiene en su haber numerosas apariciones y personajes en series españolas, con más de una docena de ellas de máxima audiencia televisiva entre 1979 y 2010. En el ámbito teatral ha cubierto todo o prácticamente todo el espectro de las épocas y estilos teatrales, de la mano de distintos directores y directoras. Por su parte ha dirigido numerosas puestas en escena, entre las que se cuentan algunos trabajos realizados con la propia compañía El Montacargas, siendo en alguno de ellos autor o coautor con Aurora Navarro Marco. Además de esta compañía han fundado otras dos anteriores, bajo el nombre de La Torre Infiel, y Pícaro Teatro. Actualmente es responsable técnico de la madrileña sala teatral El Montacargas, ubicada junto al Paseo de Extremadura, que dirige, así como la compañía del mismo nombre, junto a su compañera Aurora Navarro Marco. También dirige la Escuela de Teatro de Galapagar.

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