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El anonimato se ha convertido en un lujo - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Desde que internet se instaló en mi vida, allá por el 98, mi manera de comunicarme y escribir han cambiado. Recuerdo que lo primero que me impulsó a abrirme una cuenta de email, fue la esperanza de permanecer en contacto con una amiga que se había ido a vivir a Australia. Gracias a este medio conseguí permanecer en contacto con ella durante los últimos diez años, aún cuando pudiéramos estar en extremos opuestos del planeta. De esta manera, conseguimos traspasar las barreras físicas que impedían, en muchos casos, mantener el contacto con aquellas personas que un buen día desaparecían de nuestras vidas.

El anonimato se ha convertido en un lujo

Grafiti en la fachada de la filmoteca Cine Doré, en Madrid
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Grafiti en la fachada de la filmoteca Cine Doré, en Madrid

Dos figuras se acechan la una a la otra sin llegar a tocarse.
Foto: Virginia Fernández

Grafiti en la fachada de la filmoteca Cine Doré, en Madrid
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Grafiti en la fachada de la filmoteca Cine Doré, en Madrid

Dos figuras se acechan la una a la otra sin llegar a tocarse.
Foto: Virginia Fernández

Virginia Fernández - La República Cultural

Desde que internet se instaló en mi vida, allá por el 98, mi manera de comunicar y escribir han cambiado. Recuerdo que lo primero que me motivó a la hora de abrirme una cuenta de email, fue la esperanza de permanecer en contacto con una amiga que se había ido a vivir a Australia. Gracias a este medio conseguí permanecer en contacto con ella durante los últimos diez años, aún cuando pudiéramos estar en extremos opuestos del planeta. De esta manera, conseguimos traspasar las barreras físicas que impedían, en muchos casos, mantener el contacto con aquellas personas que un buen día desaparecían de nuestras vidas.

Hace unos meses, buscando a un profesor de la carrera para solicitar una beca, me di cuenta que en cuestión de cinco minutos era posible superar la barrera temporal de 7 años, con tan sólo escribir su nombre en el buscador. Enseguida me apareció un teléfono y me quedé sorprendida al marcarlo y escuchar inmediatamente su voz al otro lado de la línea telefónica, como si la comunicación fuera una cuestión de magia.

Esto podría ser ilustrativo del cambio que se ha producido, a raíz de los intereses que han ido modelando este espacio virtual. Poco a poco, esta herramienta pasó a convertirse en algo más que en un medio de comunicación. Actualmente, no sería descabellado asegurar que gracias a él (o por culpa de él), hemos escogido convertirnos en portavoces capaces de lanzar mensajes personales al mar digital. En ese sentido, quizás hemos pasado ahora al extremo opuesto. No sólo podemos localizar a alguien, en algunos casos muy fácilmente a través de la red, sino que además podemos obtener información añadida que quizás sea inconveniente. En pocas palabras, desaparecer ya no es tan fácil y tampoco perder de vista a los demás. El anonimato se ha convertido en un lujo. Vivimos en `la era del voyeur´ donde la privacidad empieza a perder aparentemente su importancia.

Si al inicio, la pérdida de privacidad era casi un accidente derivado de la velocidad y el desconocimiento con que nos movíamos en este nuevo medio de comunicación e información, más tarde, algunos simplemente decidieron venderla, en pro de aparentar el éxito y la felicidad virtual que en la vida real no son normalmente capaces de alcanzar. Hay quienes necesitan testigos en su vida. Exhibir gustos, maneras de percibir la realidad, pensamientos… esta es una nueva manera de existir frente a los demás en la red. De alguna manera, también proyecta no lo que somos, sino lo que querríamos llegar a ser frente a los demás.

Hoy en día, existir o no existir en la red ya no es la cuestión. Para los empresarios eso ya no es algo que se pueda discutir. Más bien, se trata de planificar cual es la imagen virtual que se quiere transmitir. Como usuarios, somos vulnerables a la virtualidad. Nos hacemos una idea falsa de la realidad, aunque creemos ser más sabios al acceder a información que ha dejado de ser local para ser global. Ya en su día se habló de la aldea global. Ese nuevo espacio donde los problemas, las inquietudes y los deseos se mueven por lugares comunes. En la actualidad, ya no hacen falta espías, nosotros mismos dejamos rastros de nuestra identidad en la red, muchas veces de manera consciente y voluntaria.

La construcción de la realidad se basa en una red de información que no ha dejado de fragmentar y engañar a nuestros sentidos. Quizás, lejos de lo que cabe pensar, no somos más omnipotentes desde el punto de vista informativo gracias a internet, sino que se han triplicado las posibilidades de manipular y ser manipulados. Cabe sin embargo la esperanza, de que la posibilidad de intercambiar información se haga con intención de mover algo más que lo aparente. Sin embargo, yo creo que eso sólo es posible una vez más a un nivel más local. Entre amigos de confianza con quienes podamos compartir intereses comunes, gustos y ganas de aprender.

En círculos más cerrados, entre amigos reales (que no virtuales) podemos dar un uso útil a esta herramienta. Todo lo demás, hay que ponerlo en cuestión, porque no sabemos el grado de confianza que podemos depositar en las personas y en la información que circulan en la red, y cuales son sus intenciones. Quizás internet sea una cuestión de fe ciega, o de tener el criterio para saber si algo merece o no credibilidad, algo que requiere de una madurez que no es propia todavía de nuestra sociedad.

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