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Sala Triángulo: “hay un modelo de gestión cultural en Madrid que no funciona y que debería cambiar” - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

«Llega un momento en que dices “por 12.000€ de subvención ¿voy a tener que hacer la programación que tú me dictas?”. Pues no, voy a programar lo que me apetece, porque al fin y al cabo es un espacio privado aunque reciba ayudas dinero público, y si creo que una compañía que reside en Madrid hace algo que va a interesar al público, me apetece tenerla en mi espacio y trabajar con ellos para que se pueda ver lo de la propia comunidad. Está muy bien el tipo de ayudas que contribuyen a la itinerancia, pero eso también te coarta. Y son imprescindibles, pero si sumamos todas las que recibimos, suman lo que nos gastamos en un año en sueldos y seguridad social, así que no es que te hagas una programación de danza de la muerte con 12.000€ y te traigas compañías de fuera del país… con eso pagamos a cinco compañías, porque no les puedes ofrecer nada.»

Sala Triángulo: “hay un modelo de gestión cultural en Madrid que no funciona y que debería cambiar

Salas Alternativas de Madrid: entrevista al director Mélanie Pindado y Natalia Ortega

Sala Triángulo
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Sala Triángulo

Entrada de la sala.
Fuente: Red de Teatros Alternativos.

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Sala Triángulo

Espacio principal de la sala.
Fuente: Red de Teatros Alternativos.

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Julio Castro - La República Cultural

Durante alrededor de 16 años, la madrileña Sala Triángulo fue gestionada por Alfonso Pindado, hasta que hace alrededor de ocho años fuera relevado por tres jóvenes gestor@s culturales, muy cercanos a la propia sala, ya que previamente habían colaborado en el espacio durante un tiempo, y además hay algunos lazos familiares que les unen. Estamos ante un espacio multiescénico que lleva más de dos décadas de funcionamiento y que, como otras salas de este tipo, nacen de la pasión y el amor por el teatro y las artes escénicas. Sus actuales responsables, Mélanie Pindado, Natalia Ortega y Raúl Baena, han tenido que aprender la gestión cultural tal y como se aprendía en su momento: a pié de obra. Con todos los errores que eso pueda significar, lo cierto es que eso pone los pies en la tierra a cualquiera que tenga que enfrentarse a la supervivencia de un negocio como este, que en casi nada depende de uno mismo, sino de los demás y de las circunstancias y avatares sociales, o de las políticas culturales de un país, como este, sin tradición cultural afianzada.

La Triángulo es una de las mayores entre las salas alternativas, sólo superada por Cuarta Pared en aforo y espacio escénico, o por Pradillo en la capacidad escénica, pero cuenta con la ventaja de disponer de la posibilidad de cuatro salas en una, que le facilitan el juego del movimiento ágil entre obras, así como la capacidad de llevar a cabo otro tipo de espectáculos tipo cabaret o, incluso, pequeñas actuaciones musicales de café.

Además de mantener varios eventos anuales estables, como el festival La Alternativa en teatro, Danzapiés y el Trielemento en el ámbito de la danza, o participar en algunos de los festivales públicos de la Comunidad de Madrid, tienen espacios que ofrecen oportunidades a nuevos creadores, como es el caso de Scena Simulacro, que permite a jóvenes creadores presentar trabajos de pequeño formato finalizados o en curso, que sean adaptables a diversos espacios.

La versatilidad del espacio y la ambición por abarcar un poco de todo, lleva a sus responsables a prestar oídos a sugerencias externas, así como a mantener la posibilidad de un espacio de formación no convencional (uno de los espacios en los que sigue interviniendo Alfonso Pindado), pero sobre todo, a apoyar actividades que en ocasiones nuestra sociedad no sigue de manera habitual, y en las que podemos tener mucho que ofertar y que decir, como la danza o el teatro-danza, pero también los formatos mixtos con cabaret, música y diversas opciones en las que actualmente es difícil trazar la línea de separación.

Además del teatro para niñ@s, habitual durante la temporada de otoño e invierno, y particularmente desarrollada entre diciembre y enero (igual que en otras salas), Triángulo cuenta con una programación dividida en distintos segmentos horarios a lo largo de la semana, que permite diferenciar entre espectáculos más convencionales, trabajos de nueva propuesta y eventos más encaminados a la investigación. Por eso se puede elegir días y horarios en función de lo que se pretenda obtener de la programación de esta sala.

Aunque durante el tiempo que llevo asistiendo a las funciones de este espacio no había tenido un trato especialmente cercano a sus responsables (avatares de la vida y de los tiempos de cada cual), la entrevista con Natalia Ortega y Mélanie Pindado es intensa y divertida, porque además de explicar cuestiones más actuales, todas se mezclan con otras de las experiencias vividas, y la compenetración en el trabajo es tal que cada una acaba terminando las frases de la otra como si fuesen una sola persona (¡de manera que en algunos momentos ha habido que fusionar textos, porque llegaban a intercalar trozos de frase cada una en lo que decía la otra!). Creo que es en parte el resultado de una intensa sintonía entre ambas, y la necesidad de estar en la misma onda para poder sobrevivir en un ámbito tan complicado de mantener como es el teatro en este país. Cada cual tendrá sus preferencias en la programación, pero la realidad es que hay para casi todo el mundo. Yo me quedo habitualmente con la parte menos comercial o convencional (que es la más abundante), aunque de vez en cuando te sorprenden ciertas cosas que no te esperas. Invito a cualquiera a descubrir ésta, como las otras salas alternativas de Madrid, porque son una buena oportunidad para nuestra cultura.

¿Cuántos años lleváis con la gestión de la Sala Triángulo?

Mélanie: Nosotros desde 2004, hará 7 en septiembre. Ya habíamos trabajado aquí, porque es un negocio familiar, y nos habíamos dispersado en trabajos diferentes. Como estábamos un poco cansados de lo que hacíamos en ese momento, nos apetecía tener algo nuestro. Alfonso Pindado, que gestionaba la sala hasta entonces, también estaba cansado de la parte de gestión, administración y demás. Así que le propusimos comprar parte de la empresa y gestionarla nosotros desde la dirección artística.

Teniendo el tamaño y el aforo que tiene Triángulo, ¿es rentable?

Mélanie: Como negocio lucrativo no es rentable (no tenemos beneficios). Contando con las subvenciones de las tres instituciones nos da para pagar sueldos de quienes trabajamos y cubrir gastos.

Natalia: pero ni esta ni ninguna sala con este formato actualmente. No sé si en otra época los dio, pero desde que estamos, como al llegar invertimos bastante en la sala (material técnico, insonorización, patio de butacas…) no tenemos beneficios. Tampoco creo que de otra manera los diese, pese a lo que piense la gente de las subvenciones. Para nosotros son imprescindibles, pero la taquilla es primordial, y este tipo de negocios son casi por amor al arte (aunque sea de lo que comemos), porque no es lucrativo.

Mélanie: como socios no podemos aspirar a cobrar a repartirnos beneficios, porque no da para ello. Nos conformamos con tener nuestro sueldo y ser nuestros propios jefes, y creemos que esto es suficientemente bueno. Y de hecho, algunos meses, lo de nuestros sueldos… algunos meses no llegan, aunque respetamos lo del resto de trabajadores. Parte de los resultados económicos son debidos a la política de precios que tenemos, porque se podría sacar más rentabilidad cobrando 25€ por entrada o lo que cobren las salas comerciales, porque el servicio y la confortabilidad es, en algunos caso, incluso mejor que en una de ellas, pero la política de precios queremos que haga accesible el teatro, no sólo en Triángulo, sino también en el resto de salas: por ejemplo, que un estudiante pueda venir pagando 9€, y preferimos tener 100 personas pagando precios más bajos que menos gente pagando mucho más.

Natalia: Muchas veces lo vemos en las hojas de taquilla, y de las entradas más caras (13€) apenas se venden, porque casi todo el mundo tiene algún carnet por el que se hace descuento. De todas formas tendríamos que poner las entradas a 50€ para tener taquillas consistentes de verdad, con beneficios serios. Con la taquilla pagamos gastos, pero los gastos de una sala como esta son desmesurados solamente en luz y demás.

Mélanie: de ahí la necesidad de programar en varias franjas horarias, pero ahí la necesidad es doble, porque no sólo es por cuestión económica nuestra, sino también por la demanda de las compañías que no tienen espacio, y quieren mostrar. No podemos programar todo (ni queremos), pero muchas veces da pena dejar cosas fuera porque son interesantes y merecerían ser expuestas.

Acabamos de hacer una convocatoria de danza para la próxima temporada, porque el bailarín Lucio Baglivo nos propuso hacer un trabajo un día a la semana durante varias semanas, y a raíz de esta propuesta pensamos alargar este espacio con más trabajos durante toda la temporada. Teníamos propuestas de danza desde fuera de Madrid y lanzamos una convocatoria en nuestro entorno para ver si a alguien le interesaba: ¡Ha sido el infierno! Una respuesta masiva, el correo saturado,… y cosas muy interesantes, de compañías muy solventes, y otras también de creadores jóvenes. Pero lo más sorprendente es que compañías consolidadas respondan con tanta avidez de “quiero estar, porque no hay espacios para la danza”.

Natalia: sobre todo no hay espacios para dar una continuidad, porque casi todos los espacios programamos danza, pero en momentos puntales del año y por espacios cortos, así que esto les da posibilidad de estar cuatro o cinco días en un mes, y se da la oportunidad para que funcione el boca a boca, que la gente se quede con la copla de que es todos los jueves en triángulo, y la de abrir las puertas a compañías de Madrid, que las pobrecitas mías están pasándolo fatal, porque como el tipo de ayudas que dan para giras, las funciones en la propia comunidad autónoma no cuentan para nada, resulta que ningún espacio les “queremos” programar para temporadas muy largas, porque de repente te ves con un montón de funciones que no nos valen a nadie porque son en la propia comunidad. Pero este año hemos decidido saltarnos un poco eso.

Mélanie: Y es que llega un momento en que dices “por 12.000€ ¿voy a tener que hacer la programación que tú me dictas?”. Pues no, voy a programar lo que me apetece, porque al fin y al cabo es un espacio privado aunque reciba ayudas dinero público, y si creo que una compañía que reside en Madrid hace algo que va a interesar al público, me apetece tenerla en mi espacio y trabajar con ellos para que se pueda ver lo de la propia comunidad. Está muy bien el tipo de ayudas que contribuyen a la itinerancia, pero eso también te coarta.

Natalia: Y son imprescindibles, pero si sumamos todas las que recibimos, suman lo que nos gastamos en un año en sueldos y seguridad social, así que no es que te hagas una programación de danza de la muerte con 12.000€ y te traigas compañías de fuera del país… con eso pagamos a cinco compañías, porque no les puedes ofrecer nada.

Triángulo, al igual que algunas otras salas, prima la danza tanto como el teatro ¿el público ha evolucionado en este sector también, o es un empeño vuestro en sacar estas propuestas?

Mélanie: cuesta mucho. Hay cosas que sí funcionan, pero no sabría decirte cuáles sí y cuáles no. Es como un misterio.

Natalia: Nos hemos decidido a hacer este ciclo de danza permanente, porque el día que se sentó Lucio a hablar con nosotras fue el primer bailarín que se sentó a ofrecernos un espectáculo y que nos ha explicado la realidad. Él mismo nos ha dicho que está harto de ir a espectáculos de danza donde siempre está la misma gente, nos vamos a ver unos a otros, y pasados esos días nos vamos a casa y se acabó. Así que nos lo lanzó más él a nosotras que nosotras a él. Y luego nos dijo que tenía un montón más de gente dispuesta a hacer lo mismo.

Mélanie: y recogiendo su reto, el nuestro es programar danza pero para el público real. Creemos que la cuestión de hacer esto toda la temporada es promocionarla y hacerla accesible. Con propuestas contemporáneas pero cercanas, que tampoco sea excesivamente conceptual o muy intelectual, sino algo accesible que cree un público. Lo mismo nos estrellamos, pero tenemos experiencias buenas como Boyfriend, de Valeria Alonso (cierto que es danza-teatro y roza el cabaret, con humor…), que funcionó muy bien de público con un día a la semana durante un tiempo. Si tenemos ese precedente ¿por qué no va a funcionar con otras propuestas? Si no probamos no lo sabremos.

¿Consideráis que la marca de alternativa es importante en el panorama teatral actual, o ha dejado de tener relevancia el calificativo?

Mélanie: ni siquiera sé si estamos de acuerdo entre nosotras. Creo que para entenderse sirve.

Natalia: creo que el término hay que mantenerlo, aunque no sé si el concepto de alternativo está un poco obsoleto, pero le venimos dando vueltas, no sólo entre nosotros, sino también en la Coordinadora madrileña. Cada vez que voy a congresos sale, pero al final nos quedamos con lo de “alternativas”. Me acuerdo que cuando todavía trabajaba aquí al principio, Alfonso nos pidió que escribiésemos algo para un encuentro, defendiendo el concepto, y de eso hace ya 15 años

Mélanie: este debate lleva abierto desde que se creó el concepto, tal vez porque tampoco se creó a propósito.

Natalia: sí, es que en ese momento era una alternativa a otra cosa.

Mélanie: Pero el contenido que lleva esa definición no lo tiene claro todo el mundo, y me refiero al público más amplio, que va al teatro una vez al año y lo de alternativo suena como “he ido a una sala alternativa”, “¡huy, pues qué valiente eres!”. También es verdad que el espectador ha crecido mucho en estos años y sabe más. Y aunque hay algunos que no van todas las semanas al teatro porque su economía no se lo permite, sí hay espectadores más educados e la oferta teatral, que comprenden perfectamente lo que es una sala alternativa y un mes va a un comercial porque le apetece y al siguiente va a una sala alternativa, o a un teatro nacional…

Natalia: Y es que lo siguiente sería llamarnos “teatros de pequeño o mediano formato”, y prefiero decir “trabajo en una sala alternativa”, antes que “trabajo en un teatro de pequeño o mediano formato”, y además, ¿eso qué es? Centro de investigación tampoco somos, así que somos un lugar donde se hace un teatro que rompe más las diferencias entre el de texto y el físico o la danza, y que lo mezcla más, pero que al final es una expresión artística.

Mélanie: Ahora hay grandes formatos en teatros institucionales, que son propuestas próximas a las que se han gestado en nuestros espacios, así que ponerle ahora etiquetas es más complicado, porque está más mezclado. Nosotros somos una sala alternativa, pero también tenemos propuestas “más comerciales”, así que ¿qué límites se le pone?

¿En qué medida puede influir el estar enmarcados en algo a la hora de programar, porque tenéis hasta cuatro salas diferentes dentro de Triángulo? ¿a qué le dais preferencia, los espacios, el tipo de sala, la compañía…?

Mélanie: en realidad somos bastante eclécticos a la hora de programar. Solemos hacerlo según nuestro criterio personal (sobre todo), pero tenemos muy claro que nos apetece programar propuestas de riesgo más contemporáneas o de danza, y para eso tenemos la franja de las 20:30, y luego cosas más cómicas, que nos gustan a nosotros, porque somos unos “chafarderos”, unos payasos. Muchas veces se hace también pensando en la respuesta del público, porque hay propuestas que nos parecen muy interesantes que luego no van a funcionar bien para el público, y tenemos que combinarlas con otras que vayan un poco mejor.

Natalia: una te das el gustazo de programarla porque te gusta mucho, pero luego no viene “ni el Tato” a verla (o sí y te equivocas, pero lo programas pensando eso). A lo que sí le damos prioridad es a autores contemporáneos españoles sobre todo. Cuando nos vienen con una versión, tendemos más a que sean dramaturgos actuales, cercanos a nuestra vida, nuestro lenguaje y al entorno actual. Pueden ser versiones maravillosas, pero damos preferencia a esto.

Triángulo cuenta también con formación ¿cómo funciona? ¿se vincula directamente a vuestra gestión, es externa…?

Mélanie: tenemos una academia, pero la formación que estamos ofreciendo no es para profesionales, es más casi una escuela de espectadores, para aprender a apreciar el teatro desde la parte creativa, que una escuela para formar actores profesionales. Además estamos desbordados, porque somos un equipo pequeño, y meternos en crear una academia requeriría un esfuerzo que ahora no podemos hacer, así que nos apetece conservar la formación, pero de momento con estos parámetros. Y está bien, porque así el espacio está transitado, vivo, y nos gusta que haya movimiento. Con algunas compañías con las que trabajamos hemos hecho intercambio de residencias cortas de un mes, o previas a estrenos cedemos el espacio durante un tiempo breve. Y es que, entre tener una sala de ensayos vacía y tener una compañía que vamos a ver su trabajo y que pueda estar trabajando, preferimos lo segundo. Lo hemos hecho con Valeria Alonso, con Fernando Soto, con Eva Zapico, ahora lo haremos con algunas de las compañías de danza…

¿En qué medida está afectando la situación económica a vuestra sala?

Mélanie: se nota muchísimo en el dinero de las instituciones públicas. En la afluencia de público no se ha notado excesivamente, porque hemos conservado los precios sin subir (lo que comentábamos de hacerlo más accesible), y damos facilidades, o bien ofrecemos un 2x1, o páginas de descuentos,… Así que, aunque hay gente a la que le apetece venir más y no puede, no se ha notado excesivamente un bajón de afluencia.

Natalia: de hecho lo mirábamos hace poco comparando con el año anterior, y no hemos bajado, aunque tampoco hemos crecido demasiado, así que vamos manteniéndonos ahí. Una media similar. Pero lo cierto es que se nota en las administraciones. Recorte, ha habido en todas, pero tengo que decir que el Ministerio de Cultura no ha recortado en absoluto, ha recortado en las partidas internas para no afectar a la parte de concurrencia pública. En las otras dos ha habido un recorte (en el Ayuntamiento de Madrid no ha sido tan grande, creo que menos de un 10%), pero en la Comunidad de Madrid no lo sabemos porque aún no han salido publicadas, aunque lo último que sabíamos es que al menos era un 30% (no sabemos si será más).

Mélanie: tampoco sabemos si será proporcional a las cantidades que había, o recortarán a unos mucho y a otros nada. Lo que ha sucedido es que se han cobrado muy tarde ayudas que ya estaban concedidas, lo que nos ha supuesto tener que recurrir a bancos para pedir líneas de crédito (y en nuestro caso ninguna de las tres entidades a las que lo solicitamos nos las ha dado), y esto significa que en este momento la empresa tiene con nosotros los socios, una deuda personal, así que tenemos también deudas nosotros… Así que ha sido llevarnos a una situación crítica, porque ahora tenemos dinero, pero no sabemos hasta cuándo va a durar.

Natalia: pero con lo que tenemos que contar es con que lleguen las ayudas a tiempo, aunque no lo sabemos.

Mélanie: y eso significa también que hemos hecho una temporada que vamos a acabar durmiendo aquí también, porque habrá actividad de miércoles a domingo, más otras financiaciones alternativas como alquileres que requieren mucho trabajo y engorro, pero no podemos hacer otra cosa.

¿Veis que hay solidaridad dentro del ámbito escénico, o predomina la sensación de que cada cual va por libre?

Natalia: bueno, antaño sí que hubo cohesión, luego vino el “sálvese quien pueda” y que cada cual se apañe sus cosas.

Mélanie: sobre todo porque algunas salas crecieron mucho y podían trabajar independientemente. Las pequeñas no tenían capacidad de unirse, o no lo consiguieron, así que había un escalón raro. Ahora parece que todo está más igualado, pero es verdad que sí hay muchas salas nuevas que han surgido independientemente y que no han acudido a la asociación ya creada. No sé si recurrirán a algo o no.

Natalia: en cualquier caso, no sólo entre las salas, sino en la profesión, se está gestando una plataforma entre la coordinadora de salas alternativas de Madrid, junto con Emprededanza, que reúne a profesionales de la danza, y Artemad, para poder tener más fuerza. También estamos de reuniones con la nueva Junta de la Unión de Actores, que parece que tienen ganas de trabajar.

Mélanie: Evidentemente, creo que es tiempo de apoyarse mutuamente. Y vuelvo a lo de antes: si hay demanda de compañías para mostrar y nosotros disponemos de espacio, vamos a apoyarnos, porque nosotros necesitamos público y para atraerlo precisamos de productos de buenas compañías. Es todo un poco trabajo más precario, porque hay compañías que hace un tiempo no hubiesen venido a trabajar a taquilla, y ahora sí. Aunque no ganan lo suficiente para cubrir gastos, para ellos es como una inversión para probar el trabajo y que luego se vea en otros festivales. Pero es el momento de estar juntos y ayudarnos.

Natalia: en este momento sí que se está haciendo. Dentro de un tiempo que pueda volver la normalidad otra vez, quizá volvamos al punto de dispersión de antes, no lo sé.

Mélanie: también te hablaba antes de que el espectador ha aprendido y madurado, y nosotros como profesionales también, porque el tejido teatral ha crecido mucho en los últimos 15 años, que entonces Madrid era un desierto, con cuatro salas alternativas y poco más. En este tiempo hemos aprendido a relacionarnos con nuestros compañeros, y lo que era competencia, ahora no lo es, porque el espectador es inteligente, elige y a mí no me molesta que haya una sala similar a esta, porque es generar público. Claro, si fuésemos la única sala en Madrid seríamos ricos, pero hay que aprender a convivir y a que fluya un lenguaje y una creación. Es verdad que teatros institucionales, que pueden ser más competencia, sino económica (porque no contamos con los recursos para hacer la publicidad que hacen ellos), artísticamente no lo son.

Como gestoras culturales ¿cómo veis el modelo de gestión cultural en España?

Natalia: no conozco mucho la realidad de otros países en cuanto a gestión. Es cierto que durante muchos años aprendíamos por vocación y ahora hay mucha formación para convertirse en gestor cultural. Cuando empezamos, hacer un master en gestión cultural, o un módulo de producción… ni existía, lo más que había era el Centro de Tecnología del Espectáculo, que tenías que estar en paro para hacer un curso, y nada más.

Más que hablar de España o fuera, diría que hay un modelo en Madrid que no funciona y que debería cambiar. El modelo de gestión catalán y la relación de la administración autonómica con las salas es mucho mejor, más sencillo, hay un Instituto (no una Consejería), hay un programa de formación mucho más claro, ellos sí que tienen un plan de formación desde hace mucho más tiempo… Tengo algunos amigos que trabajan fuera, pero como trabajan en los Institutos Cervantes, al final están en el modelo español. De todas maneras, creo que no existe realmente algo parecido a lo que nosotros tenemos en cuanto a espacios como los de la Red de Teatros Alternativos. Estuvimos buscando espacios similares para encontrar partners, pero no hay nada igual, hay cosas parecidas, y creo que están constituyendo una plataforma entre un espacio en Burgos, otro en Portugal, otro en Bélgica, pero son fundamentalmente espacios privados eminentemente de investigación. Tienen exhibición, pero menos.

Mélanie: Y tampoco sé si hay un modelo en España. Desde mi experiencia personal, la formación ha me ha servido para afianzar lo que sé y, aunque esté mal decirlo, trabajamos más a golpe de realidad y de lo que va sucediendo, porque la formación en gestión cultural es a veces muy abstracta, y luego te encuentras con una realidad que no se corresponde con esas abstracciones, que es muy interesante conocerlas, pero la realidad es diferente. Por lo menos en este tipo de espacios que estás a pie de realidad y a pie de todo.

Luego, el modelo de gestión cultural de los espacios municipales es nulo. Se ha ido creando una dinámica entre profesionales que llevan mucho tiempo y han hecho profesión, pero el tipo de programador…

Natalia: son técnicos de cultura que a lo mejor tampoco tenían preparación. De los que conozco de entonces ninguno, igual los más jóvenes tienen un master… pero para ordenar sus ideas. En un curso que estuve haciendo pensaba qué interesante, pero es una realidad absolutamente paralela. Es que con lo que me cuentan también trabajo yo así, pero están orientados a trabajar en condiciones óptimas. Y luego hay que adaptarse, porque quienes tienen los pies en el suelo y hacen un master, pueden trabajar con lo que tienen. No es lo mismo ser gestor en esta sala que coordinar la parte de teatro en el Instituto Cervantes, aunque tengan poco dinero también.

Mélanie: de todas maneras la formación es muy importante. Cuando empezábamos, los módulos de producción no existían, pero están muy orientados a cine, radio, televisión, y la parte escénica deja mucho que desear. No se necesitan solamente directores artísticos, se necesitan ayudantes de producción, gestores, jefes de sala, gente que esté al pie del cañón en el trabajo diario y en eso no hay formación, o se da con unas expectativas muy altas, o nada.

Natalia: en muchos módulos de FP y otros cursos, para hacer las prácticas, piden hacerlos en espacios como este, también porque con un equipo más pequeño lo tienes todo más cerca y aprendes más. Hasta hace poco hemos tenido una chica becada haciendo sus prácticas aquí y resulta que de subvenciones y cosas así, no les cuentan nada de nada. Y una vez que te conoces los mecanismos es sencillo, pero…cómo hacer un dossier y cosas así, no hay nada

Les enseñan a hacer presupuestos, planes de gira, cash flow y demás, que está muy bien, pero cuando hicimos un curso, al presentar los presupuestos el profesor nos decía “¿cómo vas a hacer una gira con esto?” ¡y con menos, las hemos hecho!

¿Qué echáis de menos en la sala para completarla?

Mélanie: Un equipo estable de creación podría estar bien. Pero como hacemos colaboraciones eventuales con distintas compañías, aunque no tenemos una residente o propia, tendemos a colaborar repetidamente con ciertos creadores que se sienten aquí como en casa, y nos cubre esa parte. Pero como ideal… tal vez eso. O poder aumentar algo de personal con alguien que maneje una buena gestión económica (alguien de gestión de empresas que pueda hacer un plan de viabilidad real). Esos son recursos que te los da el tener dinero para aumentar una plantilla.

DATOS RELACIONADOS

La Sala Triángulo, ubicada en el barrio madrileño de Lavapiés, se abrió al público en agosto de 1988, con Alfonso Pindado a su cargo. Este espacio abre sus puertas a nuevos valores de las Artes Escénicas, potenciando así los trabajos de creadores que no tienen oportunidades para comenzar a proyectar sus carreras. Pero también acoge a creadores con trayectoras más consolidadas en la escena nacional e internacional.

Las premisas fundamentales de la programación, dentro de un sano eclecticismo estético, son la calidad y el riesgo de las producciones, y los contenidos de temática social, política y filosófica, comprometidos con el público de hoy. Acogen espectáculos de Teatro, Danza, Performance, Niñ@s o Cabaret.

Sus actuales gestores, Natalia Ortega, Mélanie Pindado y Raúl Baena, quieren que la sala sea punto de encuentro para la investigación y el desarrollo de la cultura, el arte y el ocio, por ello desarrolla proyectos paralelos: Formación, producción y co-producción, exposiciones de Artes Plásticas, presentaciones de libros y discos, y exhibición de videocreación, etc.

Entre sus actividades periódicas cuenta con las siguientes:

o Festival Alternativo de Teatro Música y Danza de Madrid, La Alternativa
o Scena Simulacro
o Danzapiés
o El TRIelemento
o Chocolate-Teatro Club
o Akademia de Teatro Triángulo
o Espacio Kuatro - Cursos de Verano


Sala Triángulo
c/ Zurita, 20 -Lavapiés- (Madrid)
Correo-e: reservas@teatrotriangulo.com
Teléfono: 91 530 68 91

Para más información:
Teatro Triángulo

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