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Blanca Vázquez - La República Cultural
Pixar, con tantos éxitos a sus espaldas en el mundo de la animación y autores de la excepcional familia de Toy Story, puede haber entrado en un declive creativo. Eso al menos es lo que se comenta en los corrillos de la crítica al respecto de su último estreno, la esperada Cars 2, secuela de "Cars" (2006) y proyecto personal de John Lasseter, el alma mater de la compañía.
Cars es un cine de animación que fue especialmente diseñado para los más pequeños de la familia, poca discursiva y mucha quema de ruedas, además de una estética fulgurante enmarcada en el paisaje norteamericano más peliculero.
Esta segunda incursión en las andanzas de Rayo McQueen y sus amigos, en la que cobra especial relieve protagonista la camioneta grúa Mate, Lasseter junto a Brad Lewis, se han abierto al mundo y han llevado a sus personajes de carrocería de tournée carrerística.
Dejando la América profunda del gran Cañón, Rayo McQueen (cuya voz original es la del actor Owen Wilson) se pica ante la charlatanería de su eterno rival de carreras, el bólido italiano Francesco Bernouille ante la idea de competir en todas las carreras europeas que patrocina un magnate de la energía, Sir Miles Axlerod, probando, de paso, un nuevo combustible ecológico.
La idea, de lo más actual y cosmopolita, no es mala, pero quizá un tanto rebuscada para chiquillos de sencillo gusto por los golpes de carrocería y piruetas a toda velocidad. La alta tecnología ha dotado a Cars 2 de efectos sorprendentes y escenas divertidas y únicas, además de algún que otro nuevo personaje, como el espía Finn McMissile, todo un Bond, James Bond que se hace con una compañera de armas, Holley Shiftwell, unidos en la misión de vigilar las carreras que se sucederán en Tokyo, París, Roma, o Londres y averiguar quien está detrás de los sabotajes que se realizan a los coches mientras compiten. Accidentes que pretenden desacreditar al nuevo combustible.
Espionaje internacional, acción a raudales, y escenas hilarantes, como las del urinario automático, los disfraces de camuflaje de Mate, o el comienzo en la plataforma petrolífera. Quizá demasiado diálogo para los peques, que se revolvían nerviosos y cansados en la sala en muchos momentos, aunque esta vez el protagonismo se dirige más a Mate que a McQueen, conocido y querido por los niños gracias a los cortos que Pixar ha realizado con su protagonismo. Asimismo, al recorrer el mundo, muchos personajes del automovilismo son representados en esta ocasión, como Fernando Alonso, y las características y tópicos de cada país representados en un tipo de coche, (los papamóvil, Fiat Topolinos, Ferraris, Aston Martin, Chevrolet Corvette, Jaguar…) lo que hace las delicias de los padres.
Aunque me temo que esta no es de las que, como la primera versión, verán los niños en casa veinte veces seguidas.
