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Homenaje a los verdugos y condenas a las víctimas - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Cuando sobra la rabia suele faltar el tiempo, por eso hoy, demanera un poco más reposada (si fuera posible…) no puedo dejar de hacer unmodesto y pequeño homenaje a las víctimas, porque desde hace mucho (un día, uninstante, ya serían demasiado, y llevamos décadas) se viene ensalzando a losverdugos. Y hoy ya no puedo callar, afrontar que los criminales,invictos e inconvictos, siempre estarán por encima de sus víctimas, me lleva ano poder asumir ni un instante de oprobio más, ni de vergüenza colectiva, en unpaís en el que se juzga a los jueces por tratar de hacer justicia, mientras sehablan maravillas de quienes detentaron un poder que nunca debieron niaproximar a sus manos. Tras un breve período democrático en nuestro país, unhorrible golpe de Estado por parte de los militares y la ultraderecha fascista,pondría fin a las expectativas de un país que andaba a la cabeza, no sólo delos avances culturales y sociales, sino de las libertades. Fueron elsanguinario reprimido Franquito, junto con todos sus fantoches, esos que ni élmismo soportaba, pero con los que elaboró un pedestal al que encaramarse bajo elpalio de la iglesia católica de Roma, a fin de poder asomar la jeta y la palmade su mano por encima de un pueblo, allí donde no podría haber llegado con unosvotos ni con unos méritos que no llegó a hacer nunca, ni siquiera, en su oficiode matar.

Homenaje a los verdugos y condenas a las víctimas

Imágenes de los sucesos de Vitoria
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Imágenes de los sucesos de Vitoria

Fuente: asaltarloscielos.blogspot.es/

Imágenes de los sucesos de Vitoria
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Imágenes de los sucesos de Vitoria

Fuente: asaltarloscielos.blogspot.es/

Julio Castro – La República Cultural

Cuando sobra la rabia suele faltar el tiempo, por eso hoy, demanera un poco más reposada (si fuera posible…) no puedo dejar de hacer unmodesto y pequeño homenaje a las víctimas, porque desde hace mucho (un día, uninstante, ya serían demasiado, y llevamos décadas) se viene ensalzando a losverdugos.

Y hoy ya no puedo callar, afrontar que los criminales,invictos e inconvictos, siempre estarán por encima de sus víctimas, me lleva ano poder asumir ni un instante de oprobio más, ni de vergüenza colectiva, en unpaís en el que se juzga a los jueces por tratar de hacer justicia, mientras sehablan maravillas de quienes detentaron un poder que nunca debieron niaproximar a sus manos.

Tras un breve período democrático en nuestro país, unhorrible golpe de Estado por parte de los militares y la ultraderecha fascista,pondría fin a las expectativas de un país que andaba a la cabeza, no sólo delos avances culturales y sociales, sino de las libertades. Fueron elsanguinario reprimido Franquito, junto con todos sus fantoches, esos que ni élmismo soportaba, pero con los que elaboró un pedestal al que encaramarse bajo elpalio de la iglesia católica de Roma, a fin de poder asomar la jeta y la palmade su mano por encima de un pueblo, allí donde no podría haber llegado con unosvotos ni con unos méritos que no llegó a hacer nunca, ni siquiera, en su oficiode matar.

Tras él vinieron muchos otros, asesinos, oportunistas,meapilas de dominar a golpe de crucifijo de bronce, y entre esta recua de malagente estaba Manuel Fraga, que pronto despuntaría en el llamado “régimenfranquista”, y desde donde accedería a lugares de perro de la dictadura y devoraz criminal que, pasado el tiempo, ni se molestaría en borrar sus huellas,ya que, además de sentirse orgulloso de sus sucios dedazos en la pared blancade nuestro pueblo, sabía que las supremas leyes que él mismo había hecho, lepermitían un camino hegemónico hasta el fin de sus días.

¿Y las víctimas? Algunas olvidadas por nuestro Estado encajones perdidos, sin justicia, sin pedirles siquiera perdón. Y los familiares,pues muchos buscan a los suyos en las cunetas, aunque el régimen aquel y estenunca permitieron ni facilitaron una labor que la comunidad internacional reconocecomo de obligado cumplimiento en cualquier sistema democrático. España así loafirma… para otros, para esos países con los que nos sentimos paternalistas:nuestras colonias. En todos estos casos, la figura de Fraga y de su entorno, asícomo aquellos que les han defendido, apoyado o encubierto, me merecen el mismorespeto: el de acabar pagando ante la justicia.

Muchos, la mayoría, nos hablan de víctimas, de otras. ¿Creenque pueden darnos lecciones cuando escupen sus sentencias sobre quienesequiparan a las víctimas de los terroristas con sus verdugos? ¡Qué nos van acontar! Los demócratas estábamos hartos de sufrirlo cuando ellos se dieroncuenta: no se puede equiparar ¡Pero nunca! Ayer y hoy, los responsablespúblicos de nuestro país y los partidos “democráticos”, han decidido volcarseen homenajear a un verdugo: verdugo atroz de un régimen fascista. ¿Qué tipo depolíticos nos gobiernan o pretenden gobernarnos? A mí me dan asco hace tiempo,pero hoy no puedo admitir que mientras las víctimas siguen en las fosaspidiendo clemencia, mientras un juez es defenestrado por intentar dar paz a susfamilias, uno de los grandes verdugos. Lo decía, lo cantaba Ismael Serrano haceunos años “Ni un momento, ni un recuerdo,/ para los que perdieron, los que / construyeron / la tumba, el mausoleo, / de la miseria, del carnicero. / ¿Cómoesperas ganar sin ellos / las batallas que anteriormente perdieron? / Si han decallar, que callen aquellos, / los que firmaron pactos de silencio”. Perode nada sirven ya las palabras, parece que tenemos libertad de cantarles susinfamias, si es preciso en versos endecasílabos, porque celebrarán nuestraspalabras y nos enterrarán con ellas, mientras las gaitas envuelven sus miseriasen pan de oro. Por eso da igual un trabajo como La Revolta Permantent, de Lluís Llach, o su Campanades a mort, se ríen de sus fechorías y se alimentan de ellas y de nuestra estupidez y desmemoria: pronto homenajearemos a Martín Villa, luego a Carrero y después al mismo Franquito.

¿Qué demócratas? ¿Dónde está la democracia de Manuel Fraga?¿Alguien admitiría que un terrorista arrepentido pueda ser un ex-asesino? ¿Hay un “ex” para estas cosas?

No puedo dejar de cagarme en criminales como esos queallanaron el pueblo y siguen figurando como héroes de una patria en la que sólocaben ellos y sus opiniones. Estén vivos o estén muertos pido justicia y niegoel perdón. Menudo país este que hemos permitido que nos labren. Nuestro pueblono es así, no lo era, no puede serlo. ¡Qué vergüenza! No, ¡Qué asco!

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