Julio Castro – La República Cultural
“Entre los 15 y los 16 años traté de perder la virginidad 11 veces”, comenta Cristina Celada. Las risas del público no cesan entre uno a otro comentario que ella y Tatiana Sánchez Gárland hacen acerca de su situación y de su vida: parece que estamos tratando de dónde somos y cómo queremos ser. La apariencia de la vida y la evolución de estas dos actrices, señala la vía en una de las “piezas independientes de corta duración” que ellas mismas han diseñado y creado junto a Xavi Casals.
Para este estreno estamos de estreno en Madrid, en un piso en pleno centro, donde ha estado hasta este día un laboratorio de creación (La Piscifactoría), que precisamente hoy se despide. Ellas han venido de Barcelona a hacer su espectáculo que, como no podía ser de otra manera, ha congregado a un gran número de personas que transitamos de una a otra habitación siguiendo su propuesta.
Así que, previamente han desarrollado una performance que llaman Rebajas en el interior. En ella parodian los costes sociales de la relación, poniendo precio a varias de ellas, como un “polvo rápido con desconocido en el baño de una discoteca”, “un romance intenso”, o un “amor platónico”. No es lo que cobrarían, sino lo que les ha costado o lo que les costaría: un menú con una decena de platos de distinta intensidad, que van, por ejemplo, desde tres copas y una raya, a veintiún días en Oaxaca.
Maquillada y vestida estás más guapa, es el título de la segunda de sus piezas, aquí el discurso evoluciona rápidamente, pasa por lo que me gusta, lo que no me gusta (“el café con poca leche, que no es largo de café”), y la broma termina de raíz con un comentario que parece gracioso, pero no lo es, porque habla de la violencia sobre la mujer. La transición es sutil en las formas y brutal en el fondo, porque pasan a hablar de los miedos. Las actrices recogen los anacronismos y las incoherencias que nos hace la vida, tienen un ritmo caliente, incluso en su música, y enseguida pasan a otra pieza, muy provocativa, en la que el público tendrá que aguantar cinco minutos de tensión, en una idea muy recomendable para quienes “venden humo”.
Como en cualquier reunión de vecinos, o una junta del trabajo, casi acabamos con los Ruegos y preguntas, donde su parodia expone a quienes hablan de lo que quieren, sin escuchar. La última habitación, antes de la despedida nos lleva al Brindemos por ello: preparen el monedero o las carteras, que no se irán de rositas.
La idea es buena, tal vez difícil de vender para quienes están acostumbrados a lo más convencional, pero los tiempos nos conducen a momentos especiales en los que l@s creador@s tienen que aguzar el ingenio y hacer propuestas distintas, más ingeniosas, que llamen la atención de un público dormido y casi perdido. Y vaya que si lo logran. Son dinámicas, aguantan el tirón incluso cuando el público es difícil y tan cercano como en este caso. Las risas no les asustan ni les endiosan, porque parece que saben el trabajo que están haciendo, y hasta el momento del inicio te reciben con charla, igual que te despedirán después de finalizar, sin necesidad de concentraciones o separaciones. Dicen que con esto no hacen (o no quieren hacer) teatro, creo que estamos ante otro formato dramático, que puede mover muy bien al público en cualquier lugar.
A Tatiana Sánchez Gárland ya la vimos hace poco en Madrid, con su estreno en la sala Triángulo, de un divertido cabaret y su personaje de Micaela Delicias. Con él ha estado más de un año en una sala de Barcelona, pero ahora parece que lo guarda un rato para descansar y regresar con otras cosas desde sus orígenes en el sur. A Cristina Celada no tenía el placer de conocerla, pero confío en que volverá con más montajes a Madrid (al fin y al cabo es de aquí). Ambas tienen el desparpajo suficiente como para darnos lo que ya teníamos y lograr que el disfrute sea mutuo.