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Petros Márkaris recibido como una estrella en la Semana Negra - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Petros Márkaris es la tercera vez que pasa por la Semana Negra de Gijón. La primera fue cuando era bastante desconocido y acababa de publicar su segunda novela. Taibo pensó entonces que debía tener su espacio en el Festival. Dice Ángel de la Calle que ahora es facilísimo presentarle: “Es Petros Márkaris, y ya”. Ha conquistado Europa y se ha convertido en la voz de Grecia. Frente a los números de esta crisis, él nos cuenta lo que está pasando de verdad. Para romper el hielo a De la Calle no se ocurre otra cosa que preguntar por todo lo que ha pasado en Grecia desde la última vez que vino a la Semana Negra. Responde que durante estos últimos cuatro años todo ha sido un desastre, y a la vez una oportunidad que nos obliga a reflexionar sobre Europa y los europeos. En Grecia ocurrió en una noche, se levantaron un día y la crisis ya estaba allí. No contaban con preparación para enfrentarse a ella, para preguntarse qué era y de dónde venía, así que los griegos se convirtieron en rehenes. Se ven las cifras, pero no a las personas que están solamente para sufrir y pagar. Los griegos han vivido varias crisis, pero esta es la primera que no tienen esperanza. Márkaris opina que los escritores tienen la obligación de convencer a la ciudadanía de que para salir se necesita esperanza y valentía. Su objetivo no es solo escribir novelas, sino hacerlo para explicar mediante ellas que se necesita una alternativa. El pueblo griego está desilusionado, decepcionado y desesperado. Ante esta situación de desánimo es difícil convencerles de nada. Pero lo que sí es importante es contarles la verdad sin ninguna reserva, que sepan lo que pasa. Pero los políticos mienten a la gente. Es absolutamente necesario decir a la gente lo que los políticos griegos no han dicho porque llevan años instalados en un mensaje de “no os preocupéis, aquí no ha pasado nada” y mientras lanzaban ese mensaje tranquilizador iban tomando medidas de recortes sin cesar. Eso hay que explicarlo a la ciudadanía.

Petros Márkaris recibido como una estrella en la Semana Negra

"Al pueblo griego hay que contarle la verdad sin ninguna reserva"

Semana Negra de Gijón 2013
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Semana Negra de Gijón 2013

Petros Márkaris firmando libros tras su presentación en la Carpa del Encuentro
Foto: ® Javi Álvarez

Semana Negra de Gijón 2013
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Semana Negra de Gijón 2013

La traductora Lourdes Pérez y el autor Petros Márkaris durante la charla del escritor en la Carpa del Encuentro
Foto: ® Javi Álvarez

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Semana Negra de Gijón

Javi Álvarez - La República Cultural

A Márkaris le preocupa la realidad del odio que está viviendo Europa

Petros Márkaris es la tercera vez que pasa por la Semana Negra de Gijón. La primera fue cuando era bastante desconocido y acababa de publicar su segunda novela. Taibo pensó entonces que debía tener su espacio en el Festival. Dice Ángel de la Calle que ahora es facilísimo presentarle: “Es Petros Márkaris, y ya”. Ha conquistado Europa y se ha convertido en la voz de Grecia. Frente a los números de esta crisis, él nos cuenta lo que está pasando de verdad. Para romper el hielo a De la Calle no se ocurre otra cosa que preguntar por todo lo que ha pasado en Grecia desde la última vez que vino a la Semana Negra. Responde que durante estos últimos cuatro años todo ha sido un desastre, y a la vez una oportunidad que nos obliga a reflexionar sobre Europa y los europeos. En Grecia ocurrió en una noche, se levantaron un día y la crisis ya estaba allí. No contaban con preparación para enfrentarse a ella, para preguntarse qué era y de dónde venía, así que los griegos se convirtieron en rehenes. Se ven las cifras, pero no a las personas que están solamente para sufrir y pagar. Los griegos han vivido varias crisis, pero esta es la primera que no tienen esperanza. Márkaris opina que los escritores tienen la obligación de convencer a la ciudadanía de que para salir se necesita esperanza y valentía. Su objetivo no es solo escribir novelas, sino hacerlo para explicar mediante ellas que se necesita una alternativa. El pueblo griego está desilusionado, decepcionado y desesperado. Ante esta situación de desánimo es difícil convencerles de nada. Pero lo que sí es importante es contarles la verdad sin ninguna reserva, que sepan lo que pasa. Pero los políticos mienten a la gente. Es absolutamente necesario decir a la gente lo que los políticos griegos no han dicho porque llevan años instalados en un mensaje de “no os preocupéis, aquí no ha pasado nada” y mientras lanzaban ese mensaje tranquilizador iban tomando medidas de recortes sin cesar. Eso hay que explicarlo a la ciudadanía.

Desde 2010 el autor solo se ocupa de la crisis y ya le resulta agotador. Le produce incluso una cierta sensación de desesperanza. Dentro de su familia también está instalada la crisis. Es crítico con los griegos. Ellos dicen que los errores los han cometido los alemanes, pero algunos son errores propios. El objetivo que tiene en mente es explicar estos fallos para que la gente los conozca y así se puedan subsanar. Las explicaciones nunca son fáciles.

A Márkaris le preocupa mucho que está viendo en Europa una realidad muy preocupante: el odio. Se ha transmitido el mensaje de que todos los griegos son corruptos y allí impera la afirmación de que todos los alemanes son nazis. Esas generalizaciones conducen al odio y cuando pase esta crisis, ese odio va a seguir ahí, instaurado. Desde los cincuenta se han hecho esfuerzos para unificar Europa y ahora la crisis puede deshacerlos. Grecia, España y Portugal salieron de una dictadura y fueron buscando a Europa como destino. Igual les pasó a los países del Este tras la caída de la URSS. Si les preguntas a las gentes de estos países si quieren volver a la moneda propia que tenían antes, dicen que no, que sería peor. Pero no es así, en realidad seguir con una moneda única solo resulta menos malo. Se necesita otra visión, que se nos diga que no estamos por el buen camino. No debemos confiar en que la única senda es la que marcan las cifras, es solo una imagen. La Cultura tiene que ocuparse de la crisis porque es la única que puede explicarla y hacer que la gente actúe de otra manera. La gente se podrá defender si entiende y comprende. Quizá la construcción europea debió plantearse primero desde la política y la cultura común, más que como la reunificación económica que se planteó.

Alemania nunca entendió Europa, y quizá ahí resida el problema. El modelo alemán es falso e imposible. Además se ha roto el equilibrio entre Alemania y Francia, algo que al dejar de existir ha hecho que desaparezca la visión cultural europea. Desde los noventa se ha trabajado en una continua destrucción del equilibrio y el resultado ha sido el neoliberalismo. El mundo no puede vivir sin equilibrio. No puede ser que solo exista una posibilidad.

Por la tarde, la Carpa del Encuentro está a rebosar, a Petros Márkaris le acompañan el librero Paco Camarasa y el reportero Víctor García Guerrero. Guerrero, gran conocedor de la realidad griega, hace un retrato de la situación política y social de aquel país como introducción para preguntar a Márkaris “cuándo se jodió Grecia”. Le responde que en 2009 vivían una situación de alternancia política entre Nueva Democracia y el PASOC. Ocultaban la realidad porque les servía para mantener esa alternancia. Cuando la Troika les intervino, utilizaron la medida para descargarse de las decisiones, diciendo que venían impuestas. El gobierno no hizo esfuerzos para resolver la crisis y en 2010 la situación empezó a deteriorarse para la gente de la calle y aún no ha tocado techo. En cierta manera, la celebración de los Juegos Olímpicos fue el inicio de la crisis. Márkaris reconoce que aplaudió la entrada de Grecia en el euro. Fue un error, pero ahora es tarde. Sin embargo siempre estuvo en contra de que Grecia organizase los Juegos porque consideraba que superaba con creces las posibilidades del país y solo serviría para tender redes de clientelismo que ahora siguen pagando.

También Europa cometió con Grecia un gran error, pensó que era el único país en crisis, que era una excepción. Ahora la crisis se ha instalado también en otros lugares europeos. El problema es estructural. Europa está formada por muchos países y las decisiones deben llegar por concesiones y compromisos comunes. Cuando hay crisis, el modelo de Europa salta por los aires porque no es posible encontrar una solución entre todos y los acuerdos no llegan.

De la inmigración, especialmente de la albanesa, también habla porque están sufriendo los efectos de una crisis repentina de una manera muy fuerte. Dice que los inmigrantes albaneses siempre han mostrado un gran deseo por integrarse en la sociedad griega y que la segunda generación no se puede distinguir a simple vista de los griegos autóctonos. Esta inmigración se enfrenta a dos problemas. El primero es el paro; no tienen ningún trabajo, buscan donde pueden para encontrar algo que hacer. Su segundo problema es el partido neonazi que surgió tras la caída de la dictadura y que actualmente es la tercera fuerza del país con un 15% de los votos. Los griegos están desilusionados y cabreados, por esos sus votos se van a los partidos que están fuera del sistema. Así se va generando un racismo muy severo, algo que se quedará y que resultará difícil de erradicar luego. La crisis tiene la culpa de que se haya hecho indistinguible a los culpables de las víctimas. No se sabe hasta qué punto el culpable es una víctima y al revés. Los límites no están claros. Cuando el gobierno no ejerce las funciones que tiene que hacer siempre habrá otros que les sustituyan para realizarlas y el pueblo tenderá a aplaudirles. Sin embargo, aunque la argumentación sea correcta, la actuación de estos delincuentes que realizan las funciones abandonadas por el gobierno no es correcta. La simpatía hacia el culpable es peligrosa y además resulta el primer paso hacia la dictadura. En el caso de los emigrantes, el gobierno no tomó ninguna decisión y el partido neonazi la tomó por él. Ahora es complicado separar a la gente que vive en los barrios de la ideología de los neonazis, te responden que son gente simpática que les están defendiendo. La realidad es que Grecia es un país pequeño que no puede soportar un 10% de inmigración. El gobierno no planteó una política para esos barrios, los abandonó y ahora está volviendo con una política de represión para demostrar que lo está haciendo mejor que el partido neonazi.

El pueblo perdió la confianza en la clase política y no esperan nada de sus políticos. Esas personas, que abarcan todas las edades, luchan por sus propios medios y mantienen una distancia entre su trabajo y la política. Los partidos tampoco se acercan a la gente. Este alejamiento es algo diferente a lo que la generación de Márkaris vivió, ellos siempre estaban en partidos políticos de izquierda. Respecto a la juventud, el autor señala que hay que convencerla para que se quede en Grecia, pero que lo haga para luchar y cambiar la situación porque son gente muy bien formada. Si el pueblo quiere luchar hay que desarrollar la alternativa. Las marchas y las manifestaciones son formas de resistencia, pero no son las únicas. Hay jóvenes que van a los barrios más pobres para ayudarles a mejorar su escolarización. Otros buscan pisos vacíos para la gente que no tiene casa. Cuanto más elaboradas estén estas formas de resistencia mayor será su eficacia. Es cierto que son una minoría, pero existen. En Europa no podemos hacer una revolución, la resistencia es una forma de luchar poquito a poco.

Con la crisis se planteó escribir una trilogía y una periodista en su país le preguntó si pensaba que la crisis iba a durar tanto como para que pudiera escribir tres libros. Ahora tiene un problema, ya ha terminado las tres novelas y no se siente con fuerzas para iniciar una nueva trilogía porque está agotado. Ha empezado con un epílogo. No sabe lo que aún va a durar la crisis, pero él la va a darla por finiquitada con esta novela. En septiembre se publicará en España Pan, educación y libertad. Márkaris nos anticipa que trata de la llamada generación “Politécnica”, la de quienes estudiaban durante la dictadura militar griega y se enfrentaron a ella; esos mismos que luego pasaron a la vida pública en ámbitos políticos, educativos, sindicales… Durante estos 30 años, esa generación ha cometido muchos errores y ahora, las nuevas generaciones de griegos, las que sufren el paro, tratan de pedirles cuentas. Es el reproche hacia sus padres y abuelos. El título se corresponde con el lema que los estudiantes coreaban ante la dictadura.

La Semana Negra presenta a un autor apátrida e indocumentado

No hay duda de que hoy el protagonismo en la Semana Negra de Gijón lo ha tenido Petros Márkaris. Nadie se lo discute, pero Abdel Hafed Benotman ha hecho méritos para salir también en la foto del día. Es un hombre espigado, de barba corta y muy cuidada. Lleva un pañuelo negro de calaveras piratas al cuello que le define antes de hablar. Es un excelente contador de historias que se apoya en el humor y sabe sacar punta a todo lo que dice. Sale perfecto en todas las fotos, como si tuviera una capacidad innata para posar y hacerlo como sin querer. Su secreto es que parece no tomarse muy en serio a sí mismo. Es lo mejor, pues no se sabe cuándo está hablando en serio y cuando lo hace en broma. Le presenta Raúl Mora. Dice de él, a manera de titular, que es el único autor del continente europeo indocumentado. Se encuentra en una situación irregular en su país, Francia. Añade que los escritores de novela negra conocen mucho del mundo de los ladrones, pero que en caso de Benotman se trata de un ladrón no arrepentido que sabe de novelas negras y que además las escribe. Escogió el oficio artesanal de asaltar bancos y se ha pasado 17 años en la cárcel en tres tandas diferentes.

Benotman dice que la literatura tiene que ver con la mentira y que él lo es por la fuerza de las circunstancias. Cuenta que siendo un niño, al volver de unas Navidades, todos en la escuela comentaban lo que les había regalado Papá Noel. A él no le trajo nada, pero se iba a quedar callado, así que explicó que sus padres le habían regalado algo muy grande que no le cabían en la cartera escolar. Para demostrar que era verdad lo que contaba, tuvo que ir a una tienda a robarlo. Así fue como de mentiroso pasó a ladrón. A fuerza de contar historias vio que podía escribirlas y que además era menos arriesgado. Así empezó todo.

Del mayo del 68 en París tiene dos recuerdos. El primero está relacionado con los estudiantes que ocupaban el barrio Latino y que en las manifestaciones rompían los escaparates de unos grandes almacenes, lo que él aprovechaba para robar. El segundo de esos recuerdos es que entonces se volcaban coches y se quemaban. Su padre tenía un Simca 1.000 y se empeñó en protegerlo. La imagen que tenía por entonces de su padre era la de un coloso. Consiguió que no le quemaran el coche, pero volvió a casa con los ojos morados por la pelea. Así fue como descubrió que su padre era vulnerable y que, aunque aún no era capaz de partirle la cara, sí que podía socavarle la moral. Viene de una familia burguesa, recibió una educación burguesa y vivió en un barrio burgués. Su infancia se convirtió en un rechazo al mundo adulto, comenzando por su padre y luego por todos los demás adultos de su entorno. En casa eran musulmanes y él se hizo ateo, descubrió que cuando te desembarazas de la idea de un dios es cuando puedes escribir tu propio Corán. Después entró en la lectura obligada del Código Penal, una vía más difícil, y de esa manera primó el ladrón sobre el escritor, aunque esa otra faceta siguiera estando presente, pues hasta el primer dinero que robó lo empleó en comprar una máquina de escribir. Recuerda que en aquellos tiempos tenía 18 años y que no tenía claro que pudiera escoger entre un mundo y el otro.

En la cárcel hizo un taller de teatro y, al salir, el profesor que lo impartió le contrató. Hizo de actor y de muchas otras cosas en el mundo del teatro. El problema es que había dejado muchos y buenos amigos en la cárcel, así que cuando iban quedando en libertad tenía que ayudarles, y para eso necesitaba dinero. Sabía cómo cogerlo y se gana mejor la vida robando que haciendo teatro. Confiesa que no le gusta trabajar y que el teatro era trabajo. Con una sonrisa añade que se cansa solo con ver a alguien trabajando. Pero ya en serio explica que lo que no le gustan son las condiciones penosas del trabajo. Además de con el teatro también ha tenido experiencia en el cine, en broma explica que ha sido protagonista de cientos de cortometrajes grabados en videovigilancia. En realidad cuenta que un director joven le propuso colaborar en un guión, y como “no hay justicia” fue seleccionado en Cannes, señala. Dos de sus guiones ya se han convertido en películas y otros tres están en marcha. Es cierto que son películas que solo están en los cines 2 o 3 días y que cuando las reponen en televisión las colocan a altas horas de la noche, añade.

Como escritor no mandó nunca su trabajo a un editor, así que se enteró de que se había publicado su primer libro cuando lo vio en una librería en 2002. Relata que el 92, estando en la cárcel, llegó una mujer que iba a hacer un taller literario sobre literatura erótica. Sin duda esos dos hechos y estando allí dentro, eran suficientes para que Benotman se apuntara. Para el curso escribió un relato erótico que fue publicado luego por una revista. A los lectores les gustó y pidieron más. Así que al editor se le ocurrió ir a la cárcel para pedirle más relatos. Pero al llegar le dijeron que se había fugado y le dieron las señas de su primera mujer. Ella le dio los escritos que encontró, firmó un contrato y se quedó con el cheque. No le contó nada de esto. Unos años más tarde una editorial le compró los derechos a la otra y el libro se publicó de nuevo. Esta edición es la que encontró por sorpresa al salir de la cárcel. Después de estos relatos cortos escribió una novela, luego otra… Así fue como la literatura estropeó una buena carrera delictiva, dice. Ha escrito mucho y con muchos estilos. En España aún no se ha editado nada.

Dice que en su vida ha tenido dos errores, el primero haberse convertido en escritor y el segundo fue politizarse. Los dos han conseguido empobrecerle. En la cárcel siempre militó, cumplió todas las penas sin rebajas y eso le daba cierta libertad. Es cierto que no tenía condenas muy grandes que cumplir, pero las asumía integras. El hecho de militar en el interior, le hizo que al salir siguiera haciéndolo para los que estaban dentro. Trabaja en temas de solidaridad con los presos y denunciando la condiciones de detención. Ha montado una emisora de radio y un periódico. Ninguno de los dos medios gustan en el Ministerio de Interior francés. Por eso le han retirado los papeles y le han convertido en un indocumentado. Para venir a estar charla de la Semana Negra ha tenido que cruzar la frontera de manera ilegal.

Las palabras de Joe Haldeman y los pinceles de Félix de la Concha

Félix de la Concha tiene hoy su ensayo general. Bajo dos focos, sentado en un pequeño sillón se sitúa el escritor de Ciencia Ficción Joe Haldeman. Frente a él hay una cámara que va grabando el proceso mientras se va mostrando a través de un monitor. La cámara enfoca a Haldeman y un lienzo en blanco. Entre la cámara y el cuadro se coloca el pintor, pero a un lado para resultar invisible. A De la Concha y a Haldeman le colocan los micrófonos de corbata y el traductor se sitúa en su sitio. Suya va a ser la labor de retransmitir la entrevista, lo que se van contando escritor y pintor. Lo hace como si narrara un combate. El escritor, cuando ve tantos pinceles, explica que él también pinta desde pequeño, pero que no ha mejorado mucho más desde entonces.

Haldeman arranca un tanto agarrotado, responde en pocas palabras, con frases muy cortas. Posar es algo íntimo y no es fácil soltarse, más aún estando bajo los focos y con el público observando un proceso tan personal. Pero en algún momento se olvida de todo lo que hay a su alrededor. Ayuda la experiencia de De la Concha, que cuando le pregunta le mira directamente a los ojos. Para hacerle sentirse cómodo le va interrogando acerca de sus novelas. Sobre La guerra interminable reconoce el autor que lleva dando respuestas 40 años. Cada escritor tiene razones diferentes para escribir un libro. Con esa novela no tenía ningún plan, simplemente un día le vino una idea mientras hacía la compra. Al llegar a casa escribió la primera línea. Durante cuatro años más se dedicó a ella.

El escritor estadounidense confiesa que es más gratificante escribir libros que trabajar como científico, así que no lo echa de menos… Así va transcurriendo el tiempo de una hora que se han fijado. Entre las palabras, el pintor va formando el retrato, a pinceladas. Mira y remira, se detiene a escuchar, retoca y va sacando a la superficie las cualidades que van a quedar reflejadas en el retrato.

El dinámico show de una revista satírica y la música de Yampi que siempre sabe a Semana Negra

El final de la tarde es para los chicos de Mongolia. Darío Adanti y Edu Galán presentan su Mongolia’s Medicine Show, un espectáculo multimedia que hace que hora y media de tiempo pase volando, y sin palomitas. Se apoyan en un monitor para ir desgranando qué es Mongolia y por qué es una revista satírica. No les faltan motivos. Este país les da cada día justificaciones a diario. Hablan sin tapujos de la Casa Real, de nuestros políticos, empezando con Mariano “Pocoyó” Rajoy, de la Iglesia… Galán y Adanti tienen chispa, son dinámicos y el público se ríe a carcajadas con ellos. La carpa de A Quemarropa está abarrotada, tanto que al final tienen que hacer un bis.

En la carpa de al lado, la del Encuentro, Yampi se va preparando con su guitarra y el atril sobre el que va colocando su libro de letras. Pasa las hojas y se detiene en una de ellas. De esa forma, un poco azarosa, va eligiendo los temas que interpreta. Así va mezclando canciones propias con la de otros autores que han marcado la vida de mucha gente. Su música forma parte de la Semana Negra de una manera indisociable. Cierra con Bubble, una canción no tan conocida de la Orquesta Mondragón. No sé qué es, pero tiene algo especial con ese tema. Algún día me lo contará.

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