Julio Castro – La República Cultural
Nuestras Trovatrices han tomado tres fragmentos del Mistero buffo de Dario Fo y Franca Rame, para adaptarla a esta comedia de mujeres transformadas en figuras religiosas, o antirreligiosas, porque se oponen a lo que permite la doctrina católica, apostólica y romana, y desde los vestuarios a sus textos y adaptaciones, la crítica recorre todo el escenario y el graderío.
La excusa es la vida y pasión de cristo, de donde han tomado tres momentos correspondientes a La matanza de los inocentes, El Loco y la Muerte (la última cena), y Pasión. María en la cruz.
No se trata de relatar y reventar de risa con los textos originales traducidos, sino que aportan su propio estilo, su manera de traerlo a escena, mientras las transiciones se convierten en hechos divertidos, ya sean sketch con anuncios, o procesiones en miniatura. Una loa queda sobre todas las demás: “ama a tu hermano y a Dario Fo”.
Mirado de otra manera, el origen de la juglaría regresa en las voces de estas Juglaresas, que transportan relatos cómicos y absurdos, como los bufones que dicen una verdad tras otra al tener esa libertad de expresión de locos ante el público. Y nada mejor que autores como Fo y Rame para este caso, al rescate del alma juglaresca.
A este fresco elenco de actrices que vienen a trovarnos (Virginia Rodero, Laura García Marín y Sandra Gade), hemos podido verlas en Peleles, Totum revolutum, y otros originales y trabajados montajes recientes, así que ya son parte del tejido de nuev@s creador@s de nuestro entorno, que vienen con fuerza aportando ideas y resultados que se concretan en cosas tangibles. Son críticas, irreverentes, con ganas de cambiar cosas, pero con un buen estilo y sin rendirse. El tiempo dirá, y creo que dirá muchas cosas.
Strage degli innocenti
Cada una de las actrices tendrá su propio estilo y manera de hacer el texto correspondiente, y lo primero que encuentro en esta tragedia de los inocentes es a una Virginia Roderoque, además de transformarse completamente cuando está en escena, asume el estilo del maestro lombardo, y que no deja de recordarme a otro maestro como Rafael Álvarez, El Brujo, cuando toca los textos de Dario Fo. Sorprendentemente, ella no ha visto a nuestro paisano actor en estas lides, pongamos con Francisco juglar de dios, lo cual no le quita cercanía.
Los personajes de este fragmento del Misterio bufo van pasando por ella, y la comedia mientras los soldados discuten sobre matar a las criaturas. En un enfrentamiento, uno de ellos se apiada y el otro lo atraviesa “Non l’ho ucciso io, questo era già cadavere nel momento in cui ha cominciato ad avere pietà. ‘Soldato che sente pietà è già bello e morto ammazzato’, lo dice anche il proverbio! E intanto mi ha fatto perdere l’occasione di prendere la Vergine col bambino”, dice el asesino para lavarse las manos y justificar otra cruel hazaña (“No lo he matado yo, este ya era un cadaver en el momento en el que ha comenzado a tener piedad. ‘Soldado que siente piedad, ya está bien muerto y matado’, ¡lo dice incluso el refrán! Y mientras tanto, me ha hecho perder la ociasión de coger a la virgen con el niño”).
No hay que dejar de contemplar todas las metáforas sociales que pasan por este texto, como la de los niños convertidos en borregos, porque es más fácil vivir como oveja que como hombre en este mundo, asegura la madre de Marcos.
Il matto e la morte
Enfrentarse a la muerte no es sencillo, y es la tarea que le corresponde a Laura García Marín, que se desdobla entre loco jugador de cartas, y Muerte, esa que viene buscando.
Un absurdo pensar que la muerte pueda enamorarse de un mortal, salvo que en este caso se trata de un loco “Ma io non sono un uomo, io sono matto e la morte non farà peccato a fare l’amore con un matto, con un folle pazzo come sono io. Non aver paura, ché io spegnerò tutti i lumi e ne lascerò uno solo, e andremo a ballare (balleremo) dei bei passetti che ti voglio insegnare e ti voglio far cantare di sospiri e di lamenti amorosi” (“Pero yo no soy un hombre, yo estoy loco y la muerte no hará nada malo haciendo el amor con un loco, con un perturbado loco como soy yo. No tengas miedo, que yo apagaré todas las velas y sólo dejaré una, e iremos a bailar (bailaremos) unos hermosos pasos que te quiero enseñar y te quiero hacer cantar suspiros y lamentos amorosos”).
Otra cosa bien diferente es que la muerte enamore, como se demuestra en este caso. Y el personaje protagonista en este caso, que juega una partida con el tarot, como parece lógico, en lugar de los naipes normales, la detiene para contemplar el paisaje de la nueva huésped a su mesa: estamos ante la última cena, y ella tiene otro objetivo, así que el loco jugador se confunde, pero se alivia al recibir la noticia, pero su reflexión… su reflexión es otra, precisamente la del loco. A toda pastilla nuestra Laura va intercalando papeles, pasando de un lado a otro de su historia, cómica, enamorante y nostálgica en su futura pérdida, sea la que sea.
La passione di Maria alla croce
Casi para remate de función, Sandra Gade, se marca un solo con el texto de La pasión de María (La passione di Maria alla croce), donde nos recorre los papeles del cristo, de su madre, del soldado y del resto de mujeres que andan por allí. Lo hará de una forma peculiar, porque se apoya en el flamenco para introducir retazos de saeta de semana santa en esta tragicómica actuación.
Tragedia rota por los textos paródicos que, bien pensado, son lo más natural en una situación así, en la que una mujer ha esperado a que su hijo fuera el rey de los hombre, y se topa con que lo crucifican, mientras a ella la apartan impidiéndole asistirle. Y según Dario Fo y Franca Rame, la cosa iría más o menos así: “Ohi, che mi hanno tradita… Oh Gabriele, giovane dalla dolce figura, con la tua voce da viola innamorante, per primo tu, tu mi hai tradito da truffatore: sei venuto a dirmi che sarei diventata Regina io… e beata, felice, in testa a tutte le donne! Guardami, guardami qui come sono a pezzi […]” (“Ah, que me han traicionado… Oh Gabriel, joven de la dulce figura, con tu voz de viola que enamora, tú el primero, tú me has traicionado como un estafador: has venido a decirme que me convertiría en Reina, yo… y beata, feliz, ¡a la cabeza de todas las mujeres! Mírame, mírame aquí, como estoy hecha pedazos […]”). Eso sí, entre tanto, el cristo en la cruz le dice “Madre, ¡no grites madre!”. De esta manera convierten la situación en una reclamación de codicia lo que hace la virgen ante el arcángel Gabriel. Mientras, nuestra actriz se debate entre personajes para alcanzar el punto final de su momento, tal vez el más intenso de esta historia, este Misterio Bufo, en el que nada es lo que parece, o tal vez sí.