Julio Castro – La República Cultural
No hay motivos para pensar que uno de nuestros clásicos, como es Calderón de la Barca, no pueda ser aceptado por el público pequeño, igual que cualquier otro teatro. La cuestión está en hacer una adaptación que se acerque a su comprensión, siempre y cuando no se les trate como público idiota.
Así es este Segismundo que nos ofrece la compañía La Pitbull Teatro, a partir de una versión de Diana Cristóbal, en la que se ha aproximado mucho del formato narrativo de los cuentos más clásicos, para transformarse en un teatro con diseño muy pedagógico en lo textual, muy hermoso en el movimiento y el gesto y, sobre todo, muy divertido en la manera de expresarlo.
La historia arranca con un comienzo entre el clown y el puro estilo bufonesco, dependiendo del personaje y de su particular situación. Aunque Segismundo tendrá un personaje más serio, que le hace “más Calderón”, en el sentido de su aislamiento y soledad, en su crueldad se transformará en clown, mientras que el resto pasan más a bufones, incluido el rey, que no acaba de enterarse de su propio enredo, pese a ser quien lo ha generado.
La historia no es la del propio escritor barroco, sino que se ha modificado en los personajes y, en ciertos aspectos en la finalidad de la historia, pero mantiene buena parte de la esencia, suavizando las ambiciones y ciertas relaciones entre personajes. Aunque es evidente que aquí el Siglo de Oro se trastoca en otra cosa, ya que llevamos a lo contemporáneo al autor. Estamos ante una propuesta en la que importan tres cosas: el público, el trabajo actoral y la manera de conectar ambas partes.
El trabajo muy cuidado, añade para mi gusto otros factores interesantes, como es el no abusar de los recursos efectistas, de manera que la música grabada está ahí en algunos momentos, mientras que en otros, actores y actrices pueden volcarse en hacer percusiones, ruidos rítmicos o tarareos, porque darle la televisión en escena a l@s niñ@s, no parece la mejor manera de mostrar lo que es el teatro.
Igualmente, aunque demuestran que la iluminación son capaces de trabajarla de forma muy llamativa en un teatro con muchos recursos, no todo juega a un efecto visual, cuando están los cuerpos para expresarse, alternando momentos más elaborados en escena con momentos de apoyo en los medios existentes.
El teatro físico tiene importancia en esta creación, y es algo que a los niños les atrae, aunque de forma menos consciente cuando están metidos en el argumento, sin embargo se desarrolla bien insertado en las acciones que plantean, transformando a veces momentos más serios, en pasajes de humor.
El elenco juega con dobletes durante el espectáculo, de manera que Jorge Mayor será Clotaldo y Astolfo, y Alberto Basas hará de rey Basilio, o de sirviente. Manuel Dominguez es Segismundo y Vanesa Mateos hace el personaje de Estrella. Sin embargo, salvo el príncipe Segismundo, todo el resto se introducen en el papel de narrador@s en algún momento, dando continuidad con su acción, y ligereza a la transición. Cualquiera de ell@s hacen trabajos magníficos, sobre todo en conjunto.
Un montaje muy recomendable en su resultado, porque habla de la lucha por la libertad, pero también de la justicia y la injusticia. Y todo ello, sin quitar que habrá que explicar a las criaturas, que la vida no se compone de reyes y príncipes, o gente en general con derechos heredados. ¿O sí?