Julio Castro – La República Cultural
Encontrar dos trabajos tan distintos sobre un mismo tema es complicado, sobre todo si pensamos que se han creado en tiempos próximos y en formato de danza contemporánea, pero ese es precisamente el caso de Hooked (still), creado y ejecutado por la compañía Lasala, y de Je te haime, de la compañía HURyCAN.
Ambas piezas se han reunido dentro del festival Territorio Danza de la sala Cuarta Pared este 2014, y se han mostrado en sesión doble. La idea se puede sintetizar en tres fases amor cercano, amor roto y reencuentro, tema que tal vez sugiere un argumento algo simple, pero que en sus manos y en sus cuerpos nada tiene que ver con cualquier primera impresión.
Iniciativa, ruptura y crecimiento de Lasala en Hooked (still)
El caso de Jaiotz Osa y Judith Argomaniz la coreografía nos conduce por un formato en el que la sensación es de trabajo cuidado hasta los últimos extremos, gracias a la necesaria coordinación de movimientos con la que ya arrancan al comienzo de su trabajo.
Es precisamente esa coordinación la que sugiere la estrecha unión de una pareja, en todo momento, en cada movimiento y por todo el espacio escénico. Esto es precisamente lo que resaltará la ruptura, la iniciativa de uno de ellos, el rechazo del otro, y finalmente la ruptura. De esta forma logran ejecutar formas de paso a dos, que en un cierto momento se transformarán en solos de cada uno de ellos, con el acompañamiento del otro o la otra.
Es un formato interesante, porque alternativamente cobran protagonismo sin necesidad de que ninguno de ellos ceda el suyo, sino que haya un mero cambio. En este sentido, la música y la iluminación también juegan un papel importante, para señalar momentos y puntos de salida a los distintos momentos de la narración.
La pieza comienza en un punto muy alto, que logran mantener a través de ese cambio en el formato de algún componente, mientras el otro sirve de soporte de la línea base. No hay predominancia de ninguno, sino que distribuyen la acción y los momentos de manera que no haya diferencias de papel.
La lectura de su trabajo tiene distintas opciones, y me lleva a pensar en la necesidad del desarrollo individual, en las iniciativas propias, más que en una ruptura de pareja. Así que la parte final puede ser el resumen de un enriquecimiento colectivo a través del crecimiento personal.
Je te haime, aunque sea accidentalmente, con HURyCAN
La propuesta de Candelaria Antelo y Arthur Bernard Bazin tiene todo lo cómico del mundo como capa que viste a un trabajo tremendamente serio, para el que es precisa una coordinación enorme y gran esfuerzo, pero disfrazado de accidente perpetuo entre los protagonistas, con alto riesgo en la ejecución de su trabajo.
Una pareja de patosos bailan lentamente hasta que el movimiento de uno interfiere y rompe ese instante. Desde ese momento todo serán accidentes, que acabarán derivando en una batalla campal en la que ambos empujan, tiran, zarandean, agreden voluntaria o involuntariamente al contrario. Los momentos de odio se intercalan con los de pasión amorosa en un absurdo sin fin que sólo puede acabar de una manera: la violenta reconciliación.
Más allá de ser un espectáculo muy divertido con una enorme carga de mimo en lo gestual, perfectamente integrada en la coreografía, estamos ante una pieza redonda que proporciona sensaciones divididas entre el asombro, la risa y la sorpresa.
Aunque ya en 2010 presentaron su pieza Discordio (precedente de ésta, en el Festival Miradas al Cuerpo del Teatro Lagrada), lo cierto es que de ver a Arthur Bernard Bazin en un trabajo serio como el que hizo con Sharon Fridman en Al menos dos caras, a este tan pragmático y de factura tan rápida, o de ver a Candelaria Antelo entregada con su cara angelical en No land, junto a Lucio Baglivo, o en el Peep Box de Mey Ling Bisogno, a la malévola expresión que consigue mientras danza y agrede a la vez a su pareja, es un cambio de registro bastante grande, y a la vez sorprendente.