Alberto García-Teresa – La República Cultural
Con trazo sencillo, Soro muestra en sus tiras mudas, a través de dibujos icónicos, la lucha de clases; las relaciones de dominación y de explotación de nuestra sociedad. En todas estas piezas aparecen dos personajes: por un lado, un conjunto de hombrecitos homogéneo, más o menos numeroso, el pueblo, y un tipo trajeado con sombrero de copa, un capitalista. O, por el otro, presos y policías.
Las viñetas nos presentan acciones con una genial condensación de los procedimientos narrativos y una gran expresividad, aderezadas con humor (negro y cruel, en la mayoría de los casos), que plasman cómo el capitalista explota, engaña, se aprovecha en su propio beneficio de ese sufrido grupo de individuos sin definir, quienes, en algunas escasas ocasiones, logran consumar su venganza. Con todo ello, se muestra el funcionamiento del capitalismo y de la represión, el poder del dinero y la corrupción moral que el lucro trae consigo.
La limpieza y sencillez del dibujo, donde no existe nada superfluo, crea una cierta atmósfera de ingenuidad, de candidez, lo que contribuye a lograr a que el autor de salida a una enorme tensión eludiendo el dramatismo pero sin rebajar la fuerza disolvente de su crítica.
Soro logra una obra maestra del cómic, que nos explica nuestro mundo de manera pasmosamente diáfana.