Julio Castro – La República Cultural
Olga (Victoria Mateos) aguarda la entrada del público mientras se retira el maquillaje del rostro. Así, el personaje de Nastasia habrá desaparecido poco después de que el último se acomode y Alberto (Egoitz Sánchez), el técnico de la compañía entre en escena.
Sebastián (Andrés Navarro Montesinos) dirige la compañía y, al parecer, odia a Chéjov, Ana (Elisabet Sánchez Altube), joven de 25 años, es su pareja y actriz. Sonia está enamorada de Alberto, Valentín (Víctor Mendoza) no soporta a Sebastián y está enamorado de Ana. La discordia está servida. Olga, fundadora de la compañía (y veremos que algo más), tiene nostalgia de lo que se acaba, pero trata de mantenerse a flote entre las disputas.
Han terminado esta temporada, seguramente unos cuentos de Chéjov y el teatro, que va a cerrar, es una empresa en la que participan casi todos, pero en la que les ha liado durante años el director de la compañía, pese a que los recursos no eran suyos… o bien se han dejado enredar.
Una vuelta a Chéjov
La trama de la obra comienza sin gran intensidad, pese a los enfrentamientos entre personajes, ciertamente al estilo del dejar pasar del propio Chéjov, construyendo la situación y evidenciando las relaciones entre personajes. Sin embargo, pronto estaremos dentro de un Tío Vania, en el que se mezcla lo actual con lo más íntimo de un teatro creado a finales del XIX, donde los personajes se van entremezclando que disfraza el drama del autor original, para mostrar la cara de la tragedia actual, de un teatro pobre y desvencijado por los avatares de nuestro modernismo adorador de figuras.
La propuesta no trata de imitar o suplantar a su original, como tampoco se vuelca en diálogos del autor ruso, sino que convierten, simple y llanamente, el espacio y la historia en algo cercano y de nuestro tiempo.
Es interesante ver personajes del original de Chéjov que están ahí, pero con ciertos caracteres que flotan, que cambian de protagonista a veces y se difunden entre varios, porque el montaje y sus intérpretes dotan a los papeles de una personalidad más amplia. Sin embargo, finalmente deciden conceder al conjunto la línea argumental deseada, que dejará en el público un intenso sabor al texto del genio contemporáneo.
Y es que los mejores autores no son intocables, y puesto que en su momento dijeron mucho y marcaron líneas principales del teatro actual, es preciso investigarlos y trabajar sobre ellos para crear, ya sea desde su punto de vista, ya sea hacia nuevas propuestas.
Envolviendo al público en la acción
Pero si, como decía, este recorrido comienza con cierta suavidad y lentitud, un instante de calentón, que provoca el personaje de Víctor Mendoza frente al de Andrés Navarro, acomete una nueva perspectiva en el montaje, que conecta muy profundamente con el público hasta poder sentirse dentro de escena hasta el final.
El contenido toca sus momentos de humor, de nostalgia y de pasión, dentro del drama que sus personajes tratan de vadear continuamente. Así, el efecto que consiguen es el de focalizar dentro de su acción y en el centro de la situación que genera esta historia. A la hora del desarrollo han preferido utilizar principalmente entradas y salidas junto al público, en lugar de ceñirse a lo más clásico de la puerta lateral del escenario. Tanto es así, que salen en parte de esa cuarta pared para interpelarse dentro y fuera de escena en varias ocasiones, o utilizan el escenario en alto como balcón para confesarse ante la primera fila. De esta forma dan el toque de teatro cercano que siempre puede ser muy interesante, si el trabajo se presta a ello.
Es preciso añadir que la obra sirve de homenaje a un teatro que vive precariamente, a los actores profesionales que sacan su trabajo adelante, frente a algunos directores que joden y explotan a muchos compañeros, mientras se endiosan y rodean de flores.
Sin embargo, no queda el gusto amargo de lo que se acaba, sino de la propuesta que promete que el teatro continúa, y la vida que lo rodea se construye en relaciones que una y otra vez volverán a enredarse en el lugar menos esperado.