Menú
laRepúblicaCultural.es - Revista Digital
Inicio
LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital
Síguenos
Hoy es Jueves 28 de marzo de 2024
Números:
ISSN 2174 - 4092

Oumar Pène, para senegaleses y para todos, cantó por primera vez en Madrid - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Fue allá, hacia principios de los ’90, cuando una amiga de la familia que viajaba a África me trajo unas copias de unas cintas de la música actual del África subsahariana, tal y como le había pedido. Poco sabía yo por aquellos años lo que realmente significaba y significaría más adelante el conjunto de los intérpretes y de los estilos musicales que habitaban en aquellas dos cassettes (hoy quién sabe dónde) para la música africana de la época actual y para la gente que, lejos de sus hogares, escuchan o presencian en días como ayer a un Oumar Pène. Qué personaje para desgranar una historia, porque ser músico puede ser difícil en nuestras latitudes hoy día, pero serlo en Senegal en aquellos tiempos, en la zona de Pikine, seguramente no sería más que estar condenado a la miseria y a una corta subsistencia: y esto es la vivencia, pero también, la suerte para Oumar y para nosotros, que hoy podemos escuchar su música. El encuentro con Baila Diagne fue el descubrimiento de su voz y el arranque de su carrera musical y el maestro al que tiene que agradecer su acceso a ese mundo pero, seguramente, es el encuentro con el senegalés de origen nigeriano Ismaël Lô, lo que confiere un nuevo rumbo a la música africana, a estos nuevos músicos que crearían un estilo de la música de raíz traída al moderno escenario que combina lo electrónico con el instrumento clásico de diversos países, con una música basada en el ritmo y la voz.

Oumar Pène, para senegaleses y para todos, cantó por primera vez en Madrid

Uno de los símbolos de la música africana que lucha contra el exilio del continente

Oumar Pène
Ampliar imagen

Oumar Pène

Oumar Pène actuó con su grupo en Madrid, dentro del Festival de las Noches de Ramadán.
Foto: Julio Castro.

Oumar Pène
Ampliar imagen
Oumar Pène

Oumar Pène actuó con su grupo en Madrid, dentro del Festival de las Noches de Ramadán.
Foto: Julio Castro.

Click en las imágenes para ampliar

Julio Castro – La República Cultural

Fue allá, hacia principios de los ’90, cuando una amiga de la familia que viajaba a África me trajo unas copias de unas cintas de la música actual del África subsahariana, tal y como le había pedido. Poco sabía yo por aquellos años lo que realmente significaba y significaría más adelante el conjunto de los intérpretes y de los estilos musicales que habitaban en aquellas dos cassettes (hoy quién sabe dónde) para la música africana de la época actual y para la gente que, lejos de sus hogares, escuchan o presencian en días como ayer a un Oumar Pène.

Qué personaje para desgranar una historia, porque ser músico puede ser difícil en nuestras latitudes hoy día, pero serlo en Senegal en aquellos tiempos, en la zona de Pikine, seguramente no sería más que estar condenado a la miseria y a una corta subsistencia: y esto es la vivencia, pero también, la suerte para Oumar y para nosotros, que hoy podemos escuchar su música. El encuentro con Baila Diagne fue el descubrimiento de su voz y el arranque de su carrera musical y el maestro al que tiene que agradecer su acceso a ese mundo pero, seguramente, es el encuentro con el senegalés de origen nigeriano Ismaël Lô, lo que confiere un nuevo rumbo a la música africana, a estos nuevos músicos que crearían un estilo de la música de raíz traída al moderno escenario que combina lo electrónico con el instrumento clásico de diversos países, con una música basada en el ritmo y la voz.

Parece increíble que deba ser en un festival financiado donde puedan venir a actuar en Madrid, monstruos de esta categoría que ya está dentro de la historia musical. Es, una vez más, la prueba de que no hay norte en el mundo de la música en este norte de altas fronteras y retacas mentes, donde apenas es posible presenciar (ni siquiera escuchar) música de todo un continente con su diversidad, salvo que se trate de “curiosos negritos con tambor y taparrabos”, porque eso es lo que muchos aprendieron de pequeños y otros desaprensivos enseñan de mayores: los negros vienen a robar y a mendigar a nuestro país por que nos envidian. Pues no, vienen a vivir, mejor dicho, a no morir, que es lo menos que se puede pedir. Pero casi cualquier cosa que se salga de los esquemas, no existe. Sería mucho pedir que la música africana le sonara a mucha gente, cuando dentro de nuestro panorama tampoco preocupa mucho más allá de OT y otras basuras similares. Pero es que aquí, Lavapiés vuelve a ser el barrio multicultural, el de la convivencia para tod@s.

Pues bien, lo de ayer en Lavapiés fue una fiesta, en la que la carpa habilitada para el evento (aún más abarrotada que el pasado año con Darga en el mismo festival), estaba llena de senegaleses felices de escuchar a su Oumar, cantando con él y bailando por todas partes. Un efímero sentimiento de regreso a la tierra donde realmente les gustaría estar, si la esperanza de vida no fuese lo que es. No dejaba de mirarlos y preguntarme cuántos de ellos no habrían venido en esos cayucos que desafían al océano para llegar a Europa; y cuántos no llegaron, porque se jugaron la vida para no perderla allí miserablemente. Nuestra vida no deja de ser más sencilla, pese a que nos olvidemos de esto. Hoy día que se cierran fronteras para reivindicar patrias y nacionalismos, que tan sólo son símbolos de la moneda, es chocante asistir al concierto de un africano, panafricanista declarado desde su música, y ver cómo la gente aplaude y clama al grito de “África”: es una medida más del internacionalismo que algunos defendemos. La organización de festivales como este permite que fluya el intercambio de culturas, sin distinción a la hora de divertirse y disfrutar la música. Y con una persona que acceda a conocer que hay otras músicas que aquí no se difunden, y otras gentes que las viven con la misma intensidad, ya habremos avanzado medio mundo.

Alojados en NODO50.org
Licencia de Creative Commons