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Entrevista a José María Alfaya (y II): "En política me queda el saber lo que fuimos, lo que somos, y encontrar gente joven que pueda seguir interesándose, que sean un puente" - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

’A mí me molestó el chantaje (que continúa años después) de “confórmese con este pasito adelante, porque la alternativa es la involución más horrorosa”. Y claro, teniendo en cuenta el punto de partida del que salíamos, que te amenazaran encima “sea usted prudente y no ose avanzar, porque están los militares, los fachas, la reacción…”. Digo, pero ¿qué peor? ¿otra vez te van a fusilar? ¿van a fusilar a los muertos? Eso me molestó.’ ’Veo y compruebo que en estos tiempos que corren se tiende a lo mismo: “recuerde usted, pero un poquito y de forma muy discreta, no se vayan a molestar”. Hombre, yo creo que no se trata de recordar por recordar, se trata de garantizar una cierta igualdad en el recuerdo común, que no sea solamente el recuerdo de unos el oficial, el que se prima, y que el de otros no valga nada, o se dé como un accidente o una curiosidad.’

Entrevista a José María Alfaya (y II): "En política me queda el saber lo que fuimos, lo que somos, y encontrar gente joven que pueda seguir interesándose, que sean un puente"

En la transición "sólo una pequeña, muy pequeña parte de la derecha comprendió la necesidad de un cambio"

José María Alfaya en Cultura Contra la Guerra
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José María Alfaya en Cultura Contra la Guerra

José María Alfaya actuando en la Fiesta de la Plataforma Cultura Contra la Guerra, en junio de 2004, junto con el Taller de Reinsertables. Foto: Julio Castro.

José María Alfaya en Cultura Contra la Guerra
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José María Alfaya en Cultura Contra la Guerra

José María Alfaya actuando en la Fiesta de la Plataforma Cultura Contra la Guerra, en junio de 2004, junto con el Taller de Reinsertables. Foto: Julio Castro.

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Julio Castro – La República Cultural

Como quiera que además del mundo musical, José María Alfaya está en el mundo literario, ha colaborado en la creación de algún libro, como en el “Cancionero de Pollo Sanguinetti”, dentro de la Colección Bastardilla, de Ediciones La Discreta (que incluye, además, un CD suyo junto al Taller de Reinsertables). Pero hay que añadir sus colaboraciones con artículos de opinión que tocan el ámbito político y filosófico en diversos medios, como Tribuna de la Función Pública, o en Mundo Obrero, donde tiene una columna periódica dedicada “Carta a mi derecha”, en la que desgrana con su habitual gracia e ironía más o menos ácida, la desgracia de tener las derechas que tenemos en nuestro país.

Desde siempre ha sido particularmente activo en el mundo político, especialmente desde su ámbito que es el cultural, intentando crear alternativas que comprendan la necesidad del desarrollo de aquél para poder hacer avanzar algo los engranajes de esta sociedad anquilosada en la estulticia comercial-televisiva.

Continuamos con la segunda parte de la entrevista realizada el pasado día 17 de diciembre poco antes del lanzamiento del disco “Brava Labor, con Pedro Mariné, Roberto Ripio, Victoria Concejero, Kati Dadá, Ana Rossi, Mónica Yebra, Ainhoa Atín y otros.

(Ver primera parte)


 

Y en otros ámbitos políticos, donde también es activo Alfaya ¿la actual situación del sistema es sostenible o vamos al desastre total?

Yo creo que vamos derechos a la jubilación (ríe de nuevo). Por edad y por fatalismo histórico. Lo que arreglen los que son ahora jóvenes y puedan pensar que tienen interés, necesidad y capacidad para cambiar el mundo, allá ellos, que lo intenten y, desde luego, algo tendrán que hacer. A mí nada más que me queda morirme con dignidad. Pasar estos últimos años que me queden en el recuerdo de lo que se hizo, en el reconocimiento de los errores, de nuestra responsabilidad de no haber sido capaces de dar a generaciones futuras un mejor mundo del que recibimos.

No creo que sea mejor, es distinto, eso sí. Mejor no, estoy convencido, porque a cada conquista que ha hecho el pueblo, el proletariado, los ilustrados… el sistema, los viejos poderes fácticos de toda la vida, han reaccionado (con mucha inteligencia, desde luego) aprendiendo la lección y reaccionando muy activamente frente a todas esas conquistas.

De tal manera que yo, creo que lo único que sí podemos hacer nosotros, es mantener la llamita encendida de lo que quisimos ser. Saber lo que fuimos en ese momento, saber lo que somos y tratar de encontrar gente joven que pueda seguir interesándose para que sean un puente. Que no tengan que inventarse hasta la oposición al sistema, sino que la rebeldía contra estos poderes establecidos, se aproveche en cierta forma de lo que nosotros pudimos tener como experiencia positiva.

¿Crees que llega el mensaje de sus composiciones al público o hay dificultades en entender la ironía?

Pues sí que llega al público. Eso es algo curioso y maravilloso, porque ningún sistema consigue impedirlo. Y eso es una esperanza, porque la gente, en general (por zonas geográficas o culturalmente diferentes, se notan diversas formas de enfocar el mensaje y comprender la ironía, por tramos de edad o por tramos sociales…) cuando el mensaje es medianamente inteligente, cuando el mensaje está basado en lo más profundo de nuestras raíces culturales, que es verdad que tiene mucho de iconoclasta y de rebelde, de ironía y de individualismo (el individuo frente al mundo que le rodea) ahí el público pilla realmente el mensaje o el “recao” o lo que sea, pero pilla.

Otra cosa es que eso tenga una trascendencia política o social, pero bueno. Si una persona consigue comunicar con otra algo más allá de lo que tiene previsto el sistema de medios de comunicación imperante, ya es una victoria.

Y visto desde la otra parte ¿crees que la jefatura del Estado de nuestro país comprende alguno de los mensajes que les lanzan los ciudadanos?

(Risas) la”jefatura”, te refieres a él… ¡“al que manda callar”! Hombre, yo, con todos mis respetos y por evitar males mayores, creo que esos señores están muy alejados de la realidad que vivimos los ciudadanos de a pie. Y esos mensajes que se lanzan directamente pronunciados por la augusta persona, de todos es conocido (y conozco a alguna persona que ha participado físicamente en ellos) son discursos elaborados por terceras, cuartas y quintas personas.

Ahora, había una grabación que mostraba como el “señor”, actuando en su papel, tenía un cierto oficio: sabía, incluso, en qué trozo tenía que estar muy suelto y hacerlo a su manera, y daba instrucciones al cámara para que lo tomaran de esa manera. Así que, lo mismo que él dijo de su señora, que era una “persona con oficio”, yo creo que él también tiene “oficio”. Ahora, que el “oficio” sea necesario o aconsejable, eso ya… vengan otros y lo digan.

Además de tu historia musical, tienes un largo historial de lucha política ¿dónde fue a parar aquella lucha contra el franquismo en que participasteis tantos? ¿o la memoria histórica legislada no alcanza hasta ahí?

Lo de la lucha contra el franquismo, visto desde la ironía con que yo suelo mirar toda mi vida personal y los asuntos en que me ha sido dado participar, es un sistema de prueba y error, con más error que prueba. Es decir, que hay que comprender que éramos jóvenes, políticamente incultos, inmaduros sentimentalmente como buenos jóvenes. Hasta que la vida no te vapulea lo suficiente de verdad (de verdad es de verdad, no un evento coyuntural), no te das cuenta del valor de las cosas, lo que significa la vida, tu propio posicionamiento ante los grandes debates y los grandes envites. Uno no se lo plantea. Saqué de la llamada “transición” una decepción muy profunda, porque yo fui de los que pensaron que era el punto de partida, al menos, de un desarrollo democrático en profundidad. Pensaba, incluso, llegar más lejos, pero ya se vio al poco tiempo que ni siquiera íbamos a llegar a la vuelta de la esquina.

A mí me molestó el chantaje (que continúa años después) de “confórmese con este pasito adelante, porque la alternativa es la involución más horrorosa”. Y claro, teniendo en cuenta el punto de partida del que salíamos, que te amenazaran encima “sea usted prudente y no ose avanzar, porque están los militares, los fachas, la reacción…”. Digo, pero ¿qué peor? ¿otra vez te van a fusilar? ¿van a fusilar a los muertos? Eso me molestó.

Veo y compruebo que en estos tiempos que corren se tiende a lo mismo: “recuerde usted, pero un poquito y de forma muy discreta, no se vayan a molestar”. Hombre, yo creo que no se trata de recordar por recordar, se trata de garantizar una cierta igualdad en el recuerdo común, que no sea solamente el recuerdo de unos el oficial, el que se prima, y que el de otros no valga nada, o se dé como un accidente o una curiosidad.

Por eso, para mí, el antifranquismo era una necesidad de toda la sociedad española. ¡Lástima, que de toda esa lucha antifranquista sólo una pequeña, muy pequeña parte de la derecha comprendiera la necesidad de un cambio!

Y lamento profundamente que la mayor parte de la derecha española haya pasado por la “transición” de puntillas como un momento amargo en sus vidas y, que en cuanto han tenido ocasión hayan vuelto, sentimentalmente, al franquismo sociológico, recubierto de la guinda aparentemente democrática. Pero en el talante no se nota.

Aparte de eso, el compromiso y la lucha le valieron a Alfaya un exilio.

Sí, pero eso con veintiséis años es una juerga. No fue un drama. Exilio es el de los chilenos, de los argentinos, de los brasileños, que yo me encontré en el mismo lugar donde yo iba exiliado. Lo mío fue un exilio dorado. Siempre que hablo de estas cosas, digo que mi caso personal es que yo era estudiante y joven profesional, y la represión también conocía las diferencias de clase: no se reprimía lo mismo a un estudiante, a un profesional, que a un obrero. A los obreros se les daba palizas desde el principio y, a los estudiantes, cuando “tocaba la generala”, pues se le daba, pero cuidaban mucho las formas. Y tuve un exilio, que siempre es una cosa molesta, pero también era una cosa que en aquel momento te marcaba con una pequeña luz, de ser diferente, de estar haciendo algo distinto, de modo que vaya lo comido por lo servido.

No voy a echar a nadie en cara que me exiliara, porque muchas veces me han dado ganas de autoexiliarme sin que nadie me presionara. Así que, para una vez que me tuve que ir, tampoco lo voy a reprochar. (Dice todo esto medio en serio medio en broma, pero con una gran sorna).

¿Ha cambiado esto, o ahora la gente se tiene que exiliar de otra manera?

Creo que sí, que la gente se exilia. Algunos se están exiliando hacia un terreno peligroso, que es el de las “grandes superficies”. Ahí hay un exilio masivo, la gente abandona la ciudadanía y se lanza a perderse entre los anaqueles y las estanterías en un consumismo feroz. Lo que llamaba algún atrevido articulista “el saqueo”: lanzarse sobre las aparentes riquezas fungibles que el sistema te ofrece.

Eso me parece un exilio, porque es renunciar a la responsabilidad de hasta dónde tienes que consumir, hasta dónde tienes que ser “masa” y cuándo tienes que ser persona.

En numerosas ocasiones llamas la atención, precisamente, sobre el tema del consumo, en el nuevo disco ¿hay también toques sobre el tema?

No, el nuevo disco no es tan político en ese sentido. Lo único que podría acercarse a una disquisición social serían unas cuantas canciones que son patológicas: la hipertensión, el trastorno bipolar, la depresión… Unas cuantas canciones que, en su momento, hicimos entre el Doctor Rossi, que es un autor clásico de La Discreta Academia, y yo, en aquellas Noches del Imaginauta que se hacían en La Fídula.

No es un disco en el que haya una canción política clásica, ni mucho menos.

¿Cuántas guerras nos quedan para no tener que preocuparnos de la capa de ozono y de la biodiversidad?

Yo creo que faltan pocas ya, para no tener que preocuparnos porque se estropee, falta poco. A mí me gustaría morirme antes, la verdad, pero que tarden un poquito, porque me faltan a mí unos cuantos… 20 años, más no pido, para ver si esta lucidez madura que uno tiene confirma algunas cosas o, verdaderamente me he vuelto a equivocar y, entonces, ya para morir tranquilamente desesperado diciendo “no he entendido absolutamente nada”. Pero lo del clima, que ya nos lo están vendiendo de forma artera, ya nos lo están manipulando, convirtiéndolo en amenaza pero sin esperanza, “vaya usted preparando el bolsillo porque le vamos a vender la máscara antigas perfecta, la escafandra autónoma, el chalet envuelto en plástico…” que se ve venir ya la historia. Por supuesto, a los asiáticos y a los africanos, que les den por saco, “pero usted que está aquí bien en este rinconcito de Europa tan estupendo, con hipotecas a varias generaciones, va a conseguir vivir con cierta comodidad”.

Parece que queda un reducto de gente con cierta sensibilidad ¿puede salirles el tiro por la culata a los que lo manejan?

Pues yo creo que siempre les saldrá el tiro por la culata, lo que pasa es que están dispuestos a cobrarlo todo, hasta el tiro por la culata, ese es el problema. Eso les pasa continuamente, porque uno podría decir, bueno, la derecha en este país, que representa algo espantoso para mí ¿es que son más eficaces? ¡qué va! No tienen ni puta idea. De hacer negocios y del poder y de dominar, claro, como todos los que han mamado el poder, pero idea de gestionar ¿en qué cabeza humana caben los argumentos que te venden? Son intoxicadores, te los venden como buenos, pero tienen efectos dañinos sobre el cerebro.

Una generación de gente escuchando bobamente por televisión la cantidad de tonterías que suelen decir y cómo argumentan hace mucho daño, porque ya sabes que esto termina creando sinapsis en el cerebro, lo que influye sobre las proteínas en el cerebro y al final acaba conformándose al nivel de gilipollez que están acostumbrados a alimentarte. Pero les da igual, se trata de que pase lo que pase tengan la palanca cogida. Si debajo de la palanca lo que hay es herrumbre, les da igual, la palanca la mueven ellos. Así que pondrán peajes, y precio a las tiritas, y pondrán precio al desastre. Y dirán “la culpa la tienen ustedes”. “Vale y ¿en cuánto se nos pone?”

¿Vamos a consumir hasta morir?

Como bien sabes ese es el nombre de uno de los grupos anti publicitarios de Ecologistas en Acción. Y creo que se puede consumir hasta morir. Es terrible decirlo, pero ese es uno de los peligros evidentes que hay ahora. Que las masas urbanitas hayan encontrado ese consuelo enorme de ir al asalto de las estanterías y los anaqueles, que diría Pepín Tre, en busca de no se sabe qué felicidad, que por otra parte, es imposible que dure, porque no tienes inteligencia para leer tanto folleto de libros de instrucciones, tanto aparato tecnológico que tienes que manejar para ser feliz. Imagínate. Creo que se puede morir de consumo, y más en la realidad, el consumo, origina un dispendio energético que el planeta no se puede permitir. Lo sabe todo el mundo, pero se percibe que les importa un pimiento la solución. Están dispuestos a administrar hasta las últimas consecuencias el conflicto, y sacar dinero del mismo.

De momento, este disco es mucho más poético y pensando en la gliptoteca, que los griegos se quedaron de piedra viendo a las Niké. Al final la lírica salva de muchas cosas.

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